Un problema del pasado y un enfoque presente:

el síndrome post-traumático del estrés en una batalla del siglo XIX

Mariano Ramos

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Universidad Nacional de Luján

Argentina

onairamsomar@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-2869-3692

A problem of the past and a present approach:

post-traumatic stress in a 19th century battle

Abstract

On November 20, 1845, an important battle took place between the forces of the Argentine Confederation and a powerful combined fleet between France and England, who guarded a convoy of about one hundred merchant ships that proposed to establish free trade by navigating the inland Argentine rivers. This paper tries to evaluate whether during that battle Post-traumatic stress and terror disorder or syndrome in combat. Our frame of reference is based on theoretical and epistemological questions. We address the problem using data from written documents and the material record found on land after 20 years of archaeological excavations. We will also consider psychological studies of modern conflicts of the type at hand. On the other hand, we will evaluate the investigation procedure considering the limits of the information sources of the disciplines that try to know the past.

Keywords

Battle of Vuelta de Obligado, War of Paraná, post-traumatic stress, psychological studies, information sources.

Um problema do passado e uma abordagem do presente: síndrome de estresse pós-traumático em uma batalha do século 19

resumo

Em 20 de novembro de 1845, ocorreu uma importante batalha entre as forças da Confederação Argentina e uma poderosa frota combinada franco-inglesa que guardava um comboio de cerca de cem navios mercantes que pretendia implementar o livre comércio navegando pelos rios do interior argentino. Este trabalho tenta avaliar se comportamentos de transtorno de estresse pós-traumático ou síndrome e terror em combate se manifestaram durante aquela batalha. Nosso referencial é baseado em questões teóricas e epistemológicas. Abordamos o problema usando dados de documentos escritos e o registro de material encontrado em terra após 20 anos de escavações arqueológicas. Também consideraremos estudos psicológicos de conflitos modernos do tipo que nos interessa. Por outro lado, avaliaremos o procedimento de pesquisa considerando os limites das fontes de informação das disciplinas que procuram conhecer o passado.

palavras-chave

Batalha de Vuelta de Obligado, Guerra do Paraná, síndrome de estresse pós-traumático, estudos psicológicos, fontes de informação.

FECHA DE RECIBIDO 12/09/2021

FECHA DE ACEPTADO 26/04/2022

COMO CITAR ESTE ARTICULO

Ramos, M. (2022) Un problema del pasado y un enfoque presente: el síndrome post-traumático del estrés en una batalla del siglo XIX. Revista de la Escuela de Antropología, XXX, pp. 1-46. DOI https://doi.org/10.35305/rea.viXXX.185

Resumen

El 20 de noviembre de 1845 se desarrolló una importante batalla entre fuerzas de la Confederación Argentina y una poderosa flota combinada franco-inglesa que custodiaba un convoy de unos cien barcos mercantes que se proponían implantar el libre-comercio navegando por los ríos interiores argentinos. Este trabajo trata de evaluar si durante esa batalla se manifestaron comportamientos de Trastorno o síndrome post-traumático del estrés y terror en combate. Nuestro marco de referencia se funda en cuestiones teóricas y epistemológicas. Abordamos la problemática utilizando datos de documentos escritos y del registro material hallado en tierra luego de 20 años de excavaciones arqueológicas. Asimismo, consideraremos estudios psicológicos de conflictos modernos del tipo que nos ocupa. Por otra parte, evaluaremos el procedimiento de investigación considerando los límites de las fuentes de información de las disciplinas que intentan conocer el pasado.

Palabras Clave

Batalla de Vuelta de Obligado, Guerra del Paraná, síndrome post-traumático del estrés, estudios psicológicos, fuentes de información

Introducción

La Guerra del Paraná, un conflicto desarrollado entre 1845 y 1846 entre la Confederación Argentina y una alianza anglo-francesa, abarcó ámbitos terrestres y acuáticos. El 20 de noviembre de 1845 en Vuelta de Obligado se enfrentaron en una batalla terrestre y naval fuerzas argentinas y una poderosa flota de 11 buques de guerra, con 113 cañones de gran calibre y unos 2.000 combatientes (Figura 3 y Figura 5). Esta fuerza custodiaba un convoy de unos cien barcos mercantes que querían comerciar libremente con las provincias del Litoral y el Paraguay.

Poco antes el Brigadier General Juan Manuel de Rosas, a cargo de las relaciones exteriores de la Confederación, hizo cerrar el paso a los ríos interiores y encomendó al general Lucio Mansilla que fortificara algunos puntos estratégicos sobre el río Paraná, tal como lo había aconsejado Hipólito Vieytes, en 1811, para impedir el ingreso de una invasión española que se propusiera reconquistar los territorios perdidos desde 1810. Desde agosto hasta noviembre de 1845 se construyeron defensas en Vuelta de Obligado, Partido de San Pedro (Figura 1); en El Tonelero, Ramallo, en Arroyo Las Hermanas y La Ramada, todos en Provincia de Buenos Aires, y Quebracho y San Lorenzo en la Provincia de Santa Fe. En los dos primeros y los dos últimos se desarrollaron batallas.En Vuelta de Obligado se levantó un campamento, se cavaron trincheras, se montaron 35 cañones y se construyeron defensas (Ramos 2015, 2018; Ramos et al. 2003, 2011, 2014; Ramos y Raies 2020 e.p.; Lanza et al. 2015). Se cortó perpendicularmente el Río Paraná, de unos 800 m de ancho, con tres líneas de gruesas cadenas apoyadas sobre 24 embarcaciones sin arboladuras. Detrás se ubicó el bergantín Republicano, bien artillado, y 3 barcos menores con un cañón cada uno. La formación militar estaba constituida por un total de 2.500 efectivos, entre soldados, milicianos, indios amigos, médicos y enfermeras. El enfrentamiento concluyó luego de varias horas de intenso fuego de artillería, desembarcos europeos, luchas entre infanterías y cargas de caballería argentina, quedando una importante transformación ambiental y unas 750 bajas, el 84,2% de ellas argentinas. Si bien la batalla fue una derrota, representó un singular hecho de resistencia frente a potencias que querían imponer intereses geopolíticos y económicos. Con el transcurrir del tiempo adquirió dimensión de mito anti-imperialista para muchos argentinos y latinoamericanos. En 1974 el gobierno peronista encabezado por la presidenta de entonces, María Estela Martínez de Perón, declaró la fecha como el Día de la Soberanía. En 2010 otro gobierno peronista desarrolló e inauguró con la presencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner un complejo monumental declarando un feriado conmemorativo de alcance nacional. Las versiones revisionistas y el proceso creciente de monumentalización del lugar dan testimonio de todo el proceso por la memoria iniciado con los primeros monumentos de la década de 1930 (Salerno 2014; Ramos 2019; Warr 2018 MS).

El estudio de Arqueología histórica (Ramos 2003) representó la primera investigación sobre campos de batalla que, con un enfoque integral, se hacía en Argentina. También una de las más conocidas de toda América. Hasta ese momento las investigaciones sobre temas bélicos se basaban en documentos escritos, pero en ese momento, éste se planteó dentro del marco de la Arqueología histórica y desde una perspectiva interdisciplinaria (Gianella 1995) empleando varias fuentes de información (arqueológica, documental, etc.).

Desde 2000 hasta 2020 realizamos unas 40 campañas arqueológicas en el sitio Vuelta de Obligado. Como resultado se obtuvo un variado registro material. Este trabajo trata de evaluar si durante esa batalla se manifestaron comportamientos de Trastorno o síndrome post-traumático del estrés y terror en combate. Para abordar el problema utilizaremos datos de documentos escritos y del registro arqueológico hallado en tierra. Además, consideraremos aspectos de estudios psicológicos sobre conflictos modernos del tipo que nos ocupa. Por otra parte, evaluaremos el procedimiento de investigación considerando los límites de las fuentes de información de las disciplinas que intentan conocer el pasado.

El ambiente, el sitio arqueológico y los núcleos de batalla. Una síntesis

El sitio, que abarca gran parte de la Reserva de Vuelta de Obligado, se ubica dentro del monte nativo, con flora y fauna muy rica y abundante. Para la época de la batalla, la ribera del Río Paraná, el Arroyo de los Cueros y las barrancas estaban cubiertas por un frondoso monte (Sierra 2010) constituyendo un área especial para guarecer a un numeroso contingente militar, naturalmente camuflado en un medio con diversos recursos alimenticios locales, los que antes habían sido aprovechados por los indígenas .

El sitio abarca varias estructuras bélicas (Figuras 2 y 4): tres baterías en barrancas y una en la costa; un depósito de municiones con un grupo de artilleros de reserva, próximo a la primera batería; el campamento argentino ubicado hacia la retaguardia de las baterías; el mogote de fijación de cadenas y el hospital de campaña a 1 km al norte de la cuarta batería.

Las baterías se ubicaron en la margen derecha del Río Paraná, sobre barrancas de más de 10 m de altura, con una orientación, aproximada, sur-norte. En ese orden, se denominaban Restaurador Rosas (1) comandada por Álvaro Alzogaray; Almirante Brown (2) dirigida por Eduardo Brown; General Mansilla (3) mandada por Felipe Palacios y Manuelita (4) dirigida por Juan Thorne (Figura 3).

Denominamos núcleos de la batalla a aquellas áreas en donde se combatió con mayor intensidad que, por comparación, dejaron como resultado importantes densidades de material arqueológico (Ramos 2015, 2018). Sobre la base de esa expectativa, desde 2000 trabajamos en los lugares del sitio en donde suponíamos estaban emplazadas las baterías primera, segunda y un terraplén –actualmente desdibujado- de unos 20 m de largo por 5 m de ancho por 1 m de altura, con forma convexa, que luego identificamos como un depósito de municiones y como base de artilleros de reemplazo a medida que se iban produciendo bajas (Sulivan 1845; Figura 4, 1-3; Tabla 2). En 2016 comenzamos, en la playa, varias trincheras exploratorias para ubicar restos de la tercera batería (4 en Figura 4).

El registro material

Las actividades arqueológicas en el sitio (Ramos et al. 2003, 2011, 2014; Ramos y Raies 2021 e.p.; Helfer 2004; Ramos 2015; Lanza et al.2015), en distintas áreas (Figura 6, Figura 7, Figura 8), incluyeron:

1. prospecciones en barrancas, playas y monte, en las que se emplearon detectores de metales, electro-magnetómetros y sacabocados para analizar la composición geológica y arqueológica;

2. recolecciones de superficie en senderos, barrancas, playas y monte;

3. prospecciones subacuáticas en el lecho del Río Paraná y en el Arroyo de los cueros;

4. excavaciones micro-estratigráficas en extensión en las áreas de las dos baterías y el terraplén del monte;

5. realización de sondeos en zona del campamento y otras áreas;

6. trincheras estratigráfico-arqueológicas en zona de la primera batería y áreas de desembarco próximas al Arroyo de los cueros;

7. estudios de impacto arqueológico en zonas afectadas en 2010 por las obras del Monumento a la Soberanía;

8. rescate de las cadenas halladas en agosto de 2020.

En las barrancas hallamos abundante cantidad de artefactos -enteros y fragmentos- concentrados y dispersos. Se trata de palimpsestos, ya que algunos eran producto de ocupaciones antiguas -indígenas- y otros estaban vinculados al evento bélico. El proceso de construcción de las defensas entre agosto y noviembre de 1845 y las características del hecho bélico modificaron la integridad y distribución original de los artefactos de los sucesivos registros arqueológicos conformados desde hace cientos o quizás miles a de años con los aportes indígenas. Los resultados del trabajo de campo y gabinete (Gráfico 1 y Tabla 1) mejoraron la interpretación respecto de formación y transformación del sitio.

En el registro arqueológico hallado hasta 2020, tenemos unos 10.300 objetos de los cuales la mayoría son fragmentos. Entre ellos se destacan: maderas quemadas; sedimento termoalterado; clavos de sección cuadrangular; proyectiles de cañón; terraplenes, huellas de poste (Figura 6) y surcos cavados en la tosca. Entre los fragmentos sobresalen: plomo derretido, cerámica indígena, gres y vidrio de botellas de bebidas alcohólicas (Figura 9) del período de la batalla.

Cosas muy humanas

Con relación a los contextos de guerra y los campos de batalla, lxs investigadorxs hacemos preguntas acerca de comportamientos humanos límite como, por ejemplo, el síndrome post-traumático del estrés y el terror1 en combate. Estas cuestiones representan problemas de investigación complejos por lo que su abordaje debe enfocarse desde distintas perspectivas debido a que no existe una sola causa que incida en su generación sino múltiples causas psicológicas –personales y grupales- y biológicas. Así estos problemas multidimensionales (Furnham 2011) requieren de la intervención de diversas disciplinas que desde varias fuentes puedan aportar información convergente. Esto abre la posibilidad de obtener respuestas más enriquecidas e integrales respecto de problemas del pasado (Ramos 2003), sobre todo teniendo en cuenta que, de acuerdo con la pregunta, una sola disciplina podría encontrar serias limitaciones respecto de la interpretación o explicación que se propusiese dar. Esto es muy simple de entender debido a que la realidad del presente y del pasado es muy compleja y, sobre todo durante la segunda mitad del siglo XIX y de la mano del Positivismo, sólo se ha dividido para organizar su estudio en los ámbitos en donde se desenvuelven las disciplinas científicas.

Trastorno o síndrome post-traumático del estrés en combate

SunTzu, famoso y victorioso general chino del siglo VI AC, destacaba la moral y la fe de los ejércitos en los que el rol del jefe es central (SunTzu 2015). Siglos después Trotsky subrayaba aspectos de la moral, un componente vital en cualquier conflicto.

Sin represión es imposible poner un ejército en pie. No se puede llevar a la muerte a masas de hombres si el alto mando no dispone en su arsenal de la pena capital. En tanto estos malvados monos sin cola que se denominan hombres, orgullosos de su técnica, formen ejércitos para la guerra, el comando pondrá a los soldados ante la eventualidad de una muerte posible si avanzan y una muerte segura en la retaguardia, si retroceden.

Y sin embargo, los ejércitos no se forman por el terror. El ejército zarista no se desmoronó precisamente por falta de represión. Y Kerensky, queriendo sacarlo a flote con el restablecimiento de la pena de muerte, lo que hizo fue hundirlo definitivamente. En el medio del incendio voraz de la gran guerra los bolcheviques crearon un nuevo ejército. Para el que conozca un poco el lenguaje de la historia, estos hechos no necesitan de explicación…” (Trotsky 2012:418).

Luego de la Segunda Guerra Mundial psicólogos, psiquiatras y otros investigadores trabajaron con combatientes afectados durante el conflicto bélico por el trastorno denominado terror y estrés en combate2 (Bion 1980).

Una buena síntesis sobre la etimología de la expresión y algunas precisiones acerca de las posibilidades de definir el estrés3, como también su contextualización, realiza Adrian Furnham quien dice:

El término estrés procede del latín stringere, que significa tensar. El estrés se puede definir de muchas maneras; algunos expertos consideran que el estrés puede y debe definirse de manera subjetiva (lo que yo digo respecto a cómo me siento), pero otros defienden una definición de carácter objetivo (quizás, a través de diversas mediciones físicas efectuadas en la saliva, la sangre o el latido cardíaco). Algunos investigadores consideran apropiada una definición de carácter global (existe algo de tipo general que podemos llamar estrés), mientras que otros insisten en el hecho de que el estrés es multidimensional (está constituido por muchas características diferentes). (Furnham 2011: 32).

Durante las últimas décadas, al perfeccionarse y afinarse los recursos empleados y obtenerse importantes resultados en las investigaciones, sobre todo realizadas en grupos e individuos que volvían de las guerras, se avanzó hacia lo que se llamó Síndrome post-traumático del estrés (González de Rivera 1994; Furnham 2011) o Trastorno por estrés post-traumático o PTSD (Crocq y Crocq 2000; Vallejo Zamudio y Terranova Zapata 2009; Corzo 2009; Sizer y Toland 2010; Alzate Palacio 2016; Loaiza y Posada 2016; Herrera Ocampo y Matoma Tapiero 2017).

Durante el siglo XIX, de forma regular se diagnosticaba a los soldados con ´agotamiento` después de la batalla… se les enviaba a retaguardia… para devolverlos al frente poco después. En 1876, un diagnóstico común para los soldados de la Guerra Civil era ´trastorno cardíaco`. Los síntomas incluían respuestas sobresaltadas, hipervigilancia, y arritmias cardíacas (Sizer y Toland 2010:53).

Otros, como Camargo (2004), denominan al trastorno como síndrome general de adaptación. Así:

Los términos estrés, síndrome general de adaptación (SGA) y reacción general de alarma son sinónimos e indican una respuesta lisiológica que se produce ante estímulos estresantes y que ayuda al organismo a adaptarse para pelear o huir (Camargo 2004: 78).

Contexto de la batalla de Vuelta de Obligado y situaciones de referencia

La fortificación en Obligado fue una elección estratégica del general Mansilla para bloquear el paso del Paraná en un punto donde el río hace una doble curva que incide para que los barcos maniobraban con cierta dificultad, acercándose a una y otra costa y tratando de superar la fuerte corriente que desde el norte trae el río. Los vientos también influían, sobre todo en aquellas embarcaciones de la época que se propulsaban a vela.

La comandancia argentina suponía que los europeos desembarcarían allí y luego avanzarían hacia el oeste, cosa que no ocurrió, quizás porque la resistencia no lo permitió. Esto re-significaría la derrota argentina pues la flota continuaría su viaje hacia el norte sin cumplir el objetivo de sublevar la campaña bonaerense. La fuerza de invasión militar y mercantil europea tampoco tuvo un éxito comercial. Esto, sumado a las pérdidas humanas y materiales no representó un gran negocio para ingleses y franceses que luego buscaron otros medios para tratar de imponer sus intereses.

En el desarrollo del conflicto debemos considerar que la tropa argentina que luchó en la Guerra del Paraná estuvo afectada por un contexto de guerra civil entre unitarios y federales, proceso que también generó desertores y dispersos (Ramos et al. 2003).

Luego de la derrota del general Lavalle en el litoral (Reguera 2016), muchos pueblos fueron abandonados ya que Rosas, al recuperar el control territorial, ordenó el embargo de haciendas y estancias de quienes colaboraron con los unitarios. Entonces comenzaron delaciones, denuncias y fugas en distintos pagos y también en la dividida población de San Pedro, ciudad cabecera de la que dependía Vuelta de Obligado. Este proceso repercutió negativamente sobre la vida productiva, ya que la mano de obra escaseó en tiempos de cosecha, aumentaron los salteadores, los caminos se tornaron inseguros, los campos fueron saqueados y las haciendas abandonadas (Ramos et al. 2003). Décadas de enfrentamientos civiles sirven para explicar ese fenómeno que, en las jornadas de 1845, se evidencia con las deserciones que sufrió la fuerza argentina.

Sin embargo, sobre todo por las experiencias conjuntas de las campañas contra los indios llevadas a cabo entre 1833 y 1834, se incorporaron ciertas reglas disciplinarias para con el gaucho-soldado4 (Gómez Romero 2007). Asimismo, esas experiencias militares propiciaron nuevas relaciones sociales al interior de la fuerza armada nacional. Así debemos destacar que:

Rosas forjará estrechos lazos personales y políticos con muchos de los hombres que lo acompañaron, convirtiéndose, algunos de ellos, en amigos personales y, otros, en fieles colaboradores políticos (Reguera 2016: 82).

Apenas comenzó a fortificarse la costa del Paraná, empezó el reclutamiento (Salvatore 1992). Mansilla comunica a todos los Jueces de Paz de los partidos del norte de Buenos Aires, que se le remita “el estado de toda la fuerza del distrito de su mando, desde la edad de quince a sesenta años…”. Al Juez de Paz de San Pedro, Benito Urraco, le recrimina que “no haya venido ningún individuo de ese partido de los que llaman decentes” y le ordena que le envíe varios de ellos, jóvenes o no, con o sin experiencia militar, para nombrarlos oficiales (Luque 2007). Estos vecinos ´decentes` eran comerciantes, estancieros o pulperos nombrados sargentos u otras categorías militares. Esto representaba una injusticia para con el soldado experimentado poniendo en evidencia que las jerarquías militares reproducían el orden social.

En septiembre Mansilla reprochaba a Urraco la falta de refuerzos y pedía que los hombres sin licencia o con permisos vencidos fueran presos (Luque 2007). A la renuencia a alistarse se sumaron las deserciones, antes, durante y después del 20 de noviembre. Al respecto:

…no todos los que integraron la fuerza de resistencia estaban imbuidos del mismo sentimiento de amor a la patria5; prueba de ello es que algunos de los remitidos trataban de huir o refugiarse en la zona de islas del Delta. Mucho tenía que ver con todo esto la propaganda de los unitarios, que magnificaba la situación acerca de la poderosa flota que enviaban las dos potencias y con lo que pretendían crear el pánico entre las fuerzas leales al gobierno (Piccagli y Taurizano 1990:387).

Varios factores potenciaron las deserciones: propaganda unitaria, reclutamiento forzado y conflictos civiles que implicaban la ruina económica, la venganza o el destierro. En ese contexto, quienes desertaron fueron remitidos al campamento, pero quienes lo hicieron durante la batalla fueron fusilados. Para atenuar esos efectos se reclutaron ´indios amigos`. Las fuentes consultadas por Luque (2007) registran varios desertores. En una carta Mansilla le contesta al Juez de Paz local:

...buscar los desertores que pudiese encontrar ofreciéndoles indulto y que en boca de El Dorado, hallé dos de ellos los que no quisieron admitir tan generoso ofrecimiento (...) Ud. me avisará si se podrán mandar una o dos embarcaciones con gente armada a fin de aprehenderlos (...) conforme se lo ordeno, mantenga una persecución constante a los tales desertores... (Luque 2007).

Luego de la batalla, hubo casos como el del soldado Isidoro Coronel “...fusilado por desertor y cobarde el día dos del presente mes” (Piccagli y Taurizano 1990) o el de Francisco Iturrieta, un artillero desertor fusilado en Luján (Luque 2007; Ramos 2019). El mismo gobernador promueve medidas más ejemplificadoras:

…que ningún individuo que aparezca, de los titulados dispersos, con motivo de la heroica defensa que ha tenido lugar en las Baterías (...) pues no son otra cosa que inmundos, viles, cobardes, desertores del campo de batalla; por lo que los oficiales, cabos y sargentos deben ser fusilados y de los soldados deben serlo de cada siete uno. (Piccagli y Taurizano 1990).

En los conflictos bélicos las medidas militares con los desertores fueron disímiles. Durante la guerra civil rusa, Trotsky, Presidente del Consejo Revolucionario de Guerra, dice:

En las provincias de Kaluga, Voronej y Riazán había miles de campesinos jóvenes que no respondieron a la primera llamada de los Soviets para el enrolamiento. La guerra se estaba librando lejos de sus tierras; el reclutamiento funcionaba mal. Los llamados no se tomaban en serio. Los que no se presentaban quedaban calificados como desertores… En el comisariado de guerra de Riazán se concentraron unos quince mil ´desertores`. Una vez que pasaba por Riazán decidí verlos de cerca. Pretendieron disuadirme diciéndome que ´podía pasar algo`… Todo marchó magníficamente. Los sacaron de las barracas al grito de ´Camaradas desertores, acudan al mitin que el camarada Trotsky viene a dirigirnos la palabra!`

Fueron saliendo de sus barracas con caras de excitación y curiosidad, como los chicos de la escuela… estaba rodeado de una muchedumbre gigantesca, inquieta, bastante indisciplinada pero que no me miraba con hostilidad… Los ´camaradas desertores` me miraban de tal manera que parecía que iban a saltárseles los ojos de las órbitas. Me subí encima de una mesa en el patio y les hablé durante una hora y media aproximadamente… Me esforcé por infundirles la conciencia de su fuerza y al terminar les invité a que levantasen la mano en señal de fidelidad a la revolución… Un entusiasmo sincero se había apoderado de ellos. Me acompañaron hasta el automóvil… gritaban a voz en cuello y no querían dejarme marchar. Más tarde supe, no sin cierto orgullo, que uno de los recursos educativos más eficaces que se les podía aplicar en caso de resistencia, era preguntarles: ´Y bien, ¿qué le prometieron a Trotsky?`. Los regimientos que formaron los ´desertores` de Riazán pelearon brillantemente en los frentes. (Trotsky 2012:418-419).

Otra batalla

En varios lugares de América se realizaron investigaciones de Arqueología histórica en campos de batalla (entre otros, Ramos et al. 2011, 2014, 2018; Ramos y Raies 2021 e.p.; Cervera Obregón 2013; Landa 2013; Landa y de Lara 2014; Leoni 2015). Sin embargo, para el tema que abordamos, nos interesa una batalla investigada con la perspectiva que implementamos aquí: Little Bighorn (Jordan 1986; Scott et al. 1989; Fox 1993; Scott 2013; Winkler 2017) en donde perecieron 210 hombres del 7º de Caballería de Estados Unidos.

A partir de 1868 se acuerdan varios tratados de paz entre el gobierno y los indígenas del oeste norteamericano, quienes viviendo en reservaciones podían alimentarse, especialmente, a través de la caza del búfalo. Esos tratados reconocían el dominio de las tierras sagradas situadas en las Blacks Hills. Durante esos años, aventureros y buscadores de oro avanzaron hacia el oeste impulsados por la posibilidad de enriquecerse. La competencia por los recursos alimenticios incidió para que los indios recorrieran tierras no cedidas de Wyoming y Montana en busca de mejores posibilidades. Asimismo el gobierno abrió la posibilidad de la explotación minera en las Blacks Hills a lo que los indios se negaron. Así se produjeron escaramuzas armadas con un saldo creciente de víctimas por ambos bandos. Ante esa situación el gobierno puso la fecha límite del 31 de enero de 1876 para el retorno a las reservaciones de quienes ambulaban por aquellas zonas. Los indios no acataron la imposición y el gobierno, desconociendo los acuerdos, envió su ejército para intervenir en el área de conflicto. Entre las unidades militares que avanzaron hacia la región se encontraba el 7º de Caballería al mando del coronel Custer, joven y destacado oficial de la guerra civil norteamericana. Como consecuencia, se generó un conflicto abierto con ataques a tolderías indias y asentamientos blancos, que culminarían en la batalla de Little Bighorn, el 25 de junio de 1876. Allí perecieron Custer y sus hombres a manos de una alianza en la que predominaban sioux y cheyennes dirigidos por el cacique Toro Sentado. La guerra finalizaría con muy diferente resultado.

Desde el final de la batalla la historiografía norteamericana fue construyendo una aparente sólida interpretación y Little Bighorn fue considerada un símbolo de la heroicidad nacional. Durante más de cien años se sostuvo que Custer y sus hombres habían combatido heroicamente siendo derrotados por los indios que los superaban en una proporción cercana de 20 a 1. En reconocimiento las fuerzas armadas rindieron recurrentes homenajes y el área recibió épicas denominaciones recordatorias. La impronta etnocéntrica, fatalista y trágica (Custer´s last stand) se reflejó en pinturas, novelas y también en documentales, miniseries y películas como “Murieron con las botas puestas” (1941), con la actuación de Errol Flynn, Olivia de Havilland, dirigidos por Raoul Walsh; también “La última aventura del General Custer” (1967) dirigida por Robert Siodmak con Robert Shaw, o “Pequeño gran hombre” (1970) con Dustin Hoffman, Faye Dunaway, Chief Dan George y dirigida por Arthur Penn. La última fue la más crítica con respecto a la imagen de bronce de Custer y las políticas oficiales para con los indios.

En 1983 un incendio afectó el área de Little Bighorn, preservada como parque y monumento histórico nacional. Así los arqueólogos tuvieron la oportunidad de investigar en el campo lo que aparentemente había sucedido (Jordan 1986; Fox 1993; Scott 2013; Leoni 2015). Utilizando detectores de metales y dirigidos por Richard Fox y Doug Scott, un equipo ubicó las áreas de combate. Hallaron unos 9.000 objetos enteros y fragmentos, como balas, huesos humanos y equinos, botones y otros elementos, pudiendo elaborar con la ayuda de programas de animación, los movimientos de los hombres durante la lucha. Los materiales arqueológicos confirmaron que las tropas federales habían utilizado revólveres Colt y carabinas Springfield, de un tiro por vez; en cambio, las formaciones indias usaron entre 41 y 47 tipos de armas diferentes entre los que se contaban rifles a repetición provistos por los traficantes de la frontera y otros obtenidos de las fuerzas federales luego de los combates. Custer había dispuesto a sus hombres alrededor de un círculo en cuyo centro él mismo se encontraba, disponiendo filas de tiradores con carabinas, abiertos como si fueran aspas de un ventilador. Así se enfrentaron a las formaciones indígenas y resistieron hasta donde pudieron.

A través de la distribución de los proyectiles se interpretó que algunos soldados tomados por el terror y el estrés habían intentado huir a campo traviesa, siendo perseguidos, alcanzados y baleados por los indios. Esta interpretación derribó las versiones tradicionales. Si bien muchos soldados combatieron heroicamente, varios huyeron –y quedaron aislados- al ser superados por el efecto psicológico del estrés y el terror. Las ubicaciones de los proyectiles indicaban cómo se había desarmado la táctica de Custer. La superioridad numérica y la disponibilidad de armamento tecnológicamente más evolucionado, habían contribuido en ese sentido. Por supuesto, también algunos errores tácticos de Custer.

La utilización de otros registros sobre la batalla como dibujos indígenas sobre hojas de las libretas de los soldados y cueros -hallados años después en las reservaciones- completaron la nueva imagen sobre el hecho histórico, derribando la versión tradicional y el mito. Esto sirvió para que varias cosas cambiaran, como la denominación del lugar, reconociendo parte de las injusticias que sobre el derecho indígena se habían mantenido durante un siglo (Fox 1993; Scott 2013; Leoni 2015).

Las investigaciones que durante la década de 1980 inició el equipo de Fox y Scott se transformaron en una matriz metodológica que muchos arqueólogos siguieron como modelo para aplicar en otras batallas y otros contextos. Sin embargo, en Little Bighorn había otras cuestiones que se conocían poco o se desconocían. Años después otros estudios contribuyeron a afinar la interpretación sobre el evento bélico. Se conoció mejor el hecho de que apenas finalizada la batalla los indios se apropiaron de algunas balas y los cartuchos vacíos –que ellos recargaban- que dejaron los hombres de Custer después del enfrentamiento. Así el Dr. en Historia Albert Winkler, de la Universidad Brigham Young, se preocupó por la historia de formación y transformación del sitio arqueológico de Little Bighorn. Luego de indagar en documentos escritos y fotografías del siglo XIX y principios del XX con relación a los acontecimientos que ocurrieron el 25 de junio de 1876, considera que el campo de batalla fue “contaminado” por otros componentes que se le adicionaron como producto de los enfrentamientos ocurridos pocos años después en octubre y noviembre de 1887 entre el Ejército Federal de Estados Unidos y las formaciones indígenas. Esto se funda en lo siguiente:

In October and November 1887 some troopers were sent to the nearby Crow Agency to restore and maintain order. They campedonor near the battlefield and fought a brief skirmish with the Indians, probably leaving many artifacts in the process63. In conclusion, I estimate that upwards of 91.968 bullets and spentshellcasingsfromthearmycouldhavebeenoriginallyonthebattlefieldbecause of the fight. But the location of only 1.108 or a Little more than 1 % is known with certainty. (Winkler 2017: 48).

Sin embargo, esto no es todo. Había más proyectiles y cartuchos de modelos similares que correspondían a posteriores prácticas de tiro del ejército y enfrentamientos como los de 1887. Indios y no indios realizaron un saqueo del campo de batalla que fue solo el comienzo de un largo proceso al que se le sumó la llegada de turistas a la zona a partir de 1877 momento en el que se inició el flujo de visitantes que continúa hasta hoy. Como Don Rickey Jr. observó:

Many of the early visitors to the Custer Battlefield were avid relic hunters. Thousands of cartridge cases, many relics from the Indian village site and Battlefield proper, and even human bones were taken away as mementoes of visits to the Battlefield. (Winkler 2017: 47).

Es decir, el sitio que se formó como resultado de la batalla de junio de 1876, años después estaba “contaminado” por los aportes de otros eventos militares con armamento y proyectiles similares. Asimismo, había sido recurrentemente saqueado por indios, turistas y soldados (como durante 1916 en Figura 11, lo que explicaba en gran medida la exigua cantidad de proyectiles y cartuchos hallados por los arqueólogos en 1983. De ahí que los pasos del método seguido en el campo y las posteriores interpretaciones que hicieron los arqueólogos, deberían ser revisados a la luz del nuevo corpus de información. En esto se debe considerar que es imprescindible conocer los agentes y procesos de transformación que actuaron en todo sitio arqueológico, como en Little Bighorn apenas finalizada la batalla. Esto abona el argumento teórico-epistemológico que frente a un problema de investigación como este, los investigadores deben considerar varias fuentes de información convergentes para proceder a su resolución.

Destaco que las observaciones de Winkler afectan, medularmente, las interpretaciones que hacen Fox, Scott y su equipo. Aquellos investigadores parten de una presunción: que el registro arqueológico de Little Bighorn representa a ese único evento bélico del 25 de junio de 1876; sin embargo, ese registro material es el resultado de varios eventos y la actividad recurrente de varios agentes de formación y transformación del sitio. Por lo tanto, cualquier inferencia que se haga a partir de su distribución en el espacio, resulta falsa o por lo menos muy dudosa ya que la “escena del crimen” está contaminada. En consecuencia, y desde la perspectiva lógica, si se parte de argumentos construidos por premisas falsas, las conclusiones serán falsas. Así, las investigaciones del equipo de Scott y Fox presentan: 1. un error metodológico -en ese momento desconocían todos los agentes y procesos de formación y transformación del sitio arqueológico- y 2. al apoyarse en sus resultados, en consecuencia, sus inferencias interpretativas de alcances espaciales sobre comportamientos de la tropa, son erróneas. Aquí no se discute si la composición del registro arqueológico está integrada por tal o cual objeto (lo que puede ser correcto), sino que la presencia y distribución de los materiales arqueológicos representan la base sobre la cual hacen inferencias de tipo espacial. Así, la interpretación acerca del terror y estrés a la que arriban, entonces, se pone en duda.

Estimulantes

Pero dejemos la particular experiencia de Little Bighorn y analicemos otro elemento que se incluye en las luchas entre seres humanos. En los conflictos armados los combatientes recurrieron a la ingesta de determinados productos para superar momentos de estrés y eventual terror en combate. En el mundo antiguo -europeo y mediterráneo por lo menos- las bebidas alcohólicas tenían cierta difusión (Escohotado 1998), pero sobre todo la Primera y Segunda Revolución Industrial -occidental- agilizarán la distribución y circulación de la ginebra, la cerveza y el vino.

El alcohol –un estimulante- permite superar algunas dificultades psicológicas y brinda al sujeto ánimos que le permiten ´levantar el espíritu` para soportar las angustias que lo afectan, al ofrecerle mejores condiciones de sensación (Freud 1988[1922]). Esto lo sabían aquellas jerarquías militares que, sobre todo en el mundo occidental y las colonias o ex-colonias europeas, en momentos críticos fomentaban un consumo controlado (Garretón 1971), como en las guarniciones de frontera, las expediciones o en los campos de batalla de Pampa y Patagonia. También los grupos originarios consumían diversidad de bebidas alcohólicas en las áreas de frontera, lo que ha sido demostrado para los siglos XVIII y XIX (Pineau 2012).

El suministro de alcohol debía estar controlado porque el exceso producía en el individuo una desconexión, volviéndose en contra del que lo fomenta para sostener una posición militar, por ejemplo.

Las drogas fueron generadas a principios del siglo XIX, como la morfina -un alcaloide del opio- usada en la guerra civil norteamericana y en la franco-prusiana de 1879, cuando demostró su capacidad para calmar o suprimir el dolor y “convirtió en silenciosos recintos a hospitales de campaña antes poblados por aullidos y llantos.” (Escohotado 1998:314). Drogas cada vez más eficaces buscaron someter la voluntad, “disponiendo del sistema nervioso propio como un pianista dispone de su teclado” (Escohotado 1998:308). Entrado el siglo XX estas drogas se difundieron a gran escala alcanzando el ámbito de las confrontaciones bélicas (Corea, Vietnam, etc.)6.

Durante la Primera Guerra Mundial el alcohol les permitía a los combatientes obtener energía transitoria, generar euforia, mantenerse en las trincheras o pelear a bayoneta en la “tierra de nadie”. Allí

…la fatiga mental se hizo conocida como el ´síndrome del esfuerzo` o ´neurosis`, y posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, como ´fatiga de combate`. Todos estos términos describen a los veteranos militares que exhibían síntomas de estrés y ansiedad como resultado del trauma de combate. A pesar de la terminología cambiante, los efectos eran los mismos. (Sizer y Toland 2010:53).

¿Es posible que durante la batalla de Vuelta de Obligado los combatientes ingirieran alcohol? En nuestro caso, para conocer ese tipo de comportamiento podemos plantear lo siguiente:

Debido a una tecnología armamentística -poder de fuego- y profesional muy desigual entre las tropas enfrentadas, los jefes argentinos habrían apelado al uso controlado de bebidas alcohólicas para hacer frente al enemigo e intentar evitar eventuales actos de estrés y terror en combate.

Para ello consideramos la siguiente expectativa relacionada con la composición del registro arqueológico:

La ingestión de bebidas alcohólicas por parte de las tropas defensivas durante la batalla, tendría su correlato material en componentes vítreos y cerámicos del registro arqueológico, principalmente en playas y zonas de baterías7.

Tensiones bélicas

Más allá de diferencias culturales, todas las personas tendemos a organizar nuestro modo de vida de manera equilibrada; tratamos de ser constantes y mantener cierta previsión. Cuando ese equilibrio se ve alterado nos sentimos inseguros, produciendo, acorde con la intensidad de las modificaciones vividas, cierta tensión interna que puede ser relativamente controlable para armonizar con el medio, más allá del momento histórico que se trate. Considerando esto, a lo largo de la vida de un sujeto se manifestarán momentos esperables de tensión, crisis o estrés. El devenir natural de la vida es un cambio gradual, un proceso en el que nos acomodamos y asimilamos a diversas circunstancias (Ramos et al. 2003). Podemos entender al trastorno o síndrome del estrés como una etapa de tensión aguda que fuerza al individuo a movilizar sus defensas para enfrentar una situación vivida como amenazante, desequilibrante del ritmo de vida de un sujeto, de su grupo familiar o social. En este sentido, las corrientes de pensamiento psicológico intentan en alguna medida auxiliar a personas y a sus familias para superar situaciones de crisis en la vida (Ramos y Socolovsky 2004).

Durante el transcurso del siglo XIX se puede reconocer el mismo patrón que funciona como facilitador del estado de estrés: la dificultad de acomodarse a los estados cambiantes del medio. Frente a una situación amenazante se generan: a) alarma; b) resistencia y c) agotamiento (Melgosa 1997). Estas fases representan un esfuerzo por parte del sujeto para restablecer el equilibrio que se pierde al modificarse de forma abrupta el modo de vida llevado hasta ese momento. En el estrés existe primero una disminución y posteriormente un aumento de las funciones vitales del organismo, como adaptación a un contexto adverso. Movilizados los primeros recursos en la fase de alarma, conmoción originada por un acontecimiento repentino y temible, se pasa a la resistencia en la que por un momento parecería exitosa la adaptación a las circunstancias vividas como peligrosas. Cuando la agresión es demasiado fuerte en relación con las posibilidades del sujeto, sobreviene la fase del agotamiento. Los medios de defensa disminuyen y se observan reacciones perturbadas y desordenadas, des-adaptándose el sujeto de la realidad que le toca vivir. En el polo opuesto, la adaptación también puede ser excesiva cuando las modificaciones generadas permanecen, aunque la agresión haya desaparecido. En estos casos, cuando el individuo queda atrapado por los eventos vividos en batalla y no logra adaptarse a un ritmo de vida normal, sin la tensión propia del combate, estamos frente a un estrés post-traumático. Es decir el sujeto queda sobre-adaptado a las exigencias bélicas, sin lograr insertarse dentro de los parámetros sociales esperables. En resumen, el estrés surge como mecanismo de defensa para adaptarse rápidamente al esfuerzo excesivo que exige un momento de vida desfavorable.

En combate, un sujeto cualquiera se encuentra en situación de angustia o estrés permanente. La angustia, caracterizada por la incertidumbre por las posibilidades de vida o muerte, hace al estrés aumentar la tensión interna pasando por las fases mencionadas. Habría que diferenciar al estrés de otra condición particular, el terror o pánico en batalla. Siguiendo a Freud:

En la Iglesia… y en el Ejército reina, cualesquiera que sean sus diferencias en otros aspectos, una misma ilusión: la ilusión de la presencia visible o invisible de un jefe (Cristo en la Iglesia Católica, y el General en Jefe en el Ejército), que ama con igual amor a todos los miembros de la colectividad. De esta ilusión depende todo, y su desvanecimiento traería consigo la disgregación de la Iglesia o del ejército, en la medida en que la coerción exterior lo permitiese (Freud 1988[1922]:2578).

Utilizamos este marco teórico, sin desconocer las alteraciones químico-orgánicas que se producen al exponerse a una situación de combate, facilitando el estrés y terror. Esta lectura circular significa que el proceso pudo comenzar con el hecho de desconocer la jefatura, facilitando la eventual deserción. Lo expuesto guarda relación con lo que ocurre en el campo específico que nos ocupa.

Contextos y actores sociales

Desde tiempos coloniales el reclutamiento se hacía por enrolamiento de detenidos o voluntarios que luego eran trasladados a objetivos militares. Las tropas que patrullaban la frontera, como las que pelearon en las invasiones inglesas de 1806 y 1807, salvo excepciones, no eran profesionales. Los reclutas tenían edad de entre 15 y 60 años y eran de las clases sociales más bajas. Hemos confeccionado las tablas 2 y 3, que representan una síntesis acerca de alguna información que hemos obtenido sobre los combatientes que actuaron en Vuelta de Obligado. Sin embargo, faltan datos de varios de aquellos respecto de edad, origen, estado civil, educación y ocupación. Suponemos que si hubieran sido oficiales o vecinos-milicianos -sectores sociales altos- es probable que esos datos no faltarían.

Hay notables diferencias entre soldados-milicianos y oficiales. Entre los primeros hay varios analfabetos; su salud está deteriorada y se registra abuso de alcohol. Eran plateros, peones de campo, jornaleros, marineros, sastres, etc. (Luque 2007; Ramos 2019).

Si bien, las defensas se armaron en tres meses disponiendo de 35 cañones para enfrentar a los invasores, la formación argentina parecería no hallarse en óptimas condiciones para combatir. Más allá de los detalles mencionados, es difícil que conformaran un grupo (Pichon-Rivière 1985). Por su parte, los europeos eran profesionales, contaban con una poderosa flota y mayor capacidad de fuego (113 cañones modernos). Como es evidente, había gran desventaja entre ambos grupos. La batalla duró varias horas y concluyó cuando los argentinos se quedaron sin municiones. Al respecto, resultan muy elocuentes los datos que el Comandante Alzogaray registra en sus Notas de campo de batalla:

A las 3 de la tarde la corbeta francesa EXPEDITIVE se fondea frente a la batería a mi mando y a medio tiro de metralla rompe un vivísimo fuego a bala y metralla, el que le contestamos sin perder bala en su casco y aparejo.

A las 4 menos cuarto de la tarde cesan completamente los disparos de la batería Manuelita y queda sola mi batería haciendo fuegos lentos pero muy certeros.

A las 5 de la tarde, tiré el último tiro con el último cartucho de a 24 y con mi cañón Nº 2, el Egipcio.

A las 5 de la tarde, desmontados los cañones Nº 1, 4, 45 y 6 y atorado por una bala enemiga el Nº 3, con pérdida de 2 oficiales muertos sobre la explanada y el alférez Sánchez muerto en el depósito de municiones, que está del monte a cien pasos a retaguardia de la batería, once sargentos, cabos y soldados también muertos, y 18 heridos o contusos, permanezco en el punto del honor; en él me halla el general Mansilla y me manda un refuerzo de un oficial y 30 hombres de infantería. Son las 5 y ¼ y el resto de los artilleros que han quedado sanos y los 30 hombres que mandó de protección el general los he mandado sentar sobre la explanada, ocultos tras los merlones destruidos de mi batería (Alzogaray 1845 [1870]).

La cantidad de bajas no es precisa aunque existen estimaciones. El documento de Alzogaray, desde la excepcional posición de la primera batería, dice:

Son las 12 y 5 minutos. Un cohete a la Congreve de a 12 disparado por mí entra por la obra muerta del bergantín General San Martín, y varias balas nuestras le pegan en la obra muerta, en el casco y a flor de agua, y poco después sale este buque, que monta el jefe de la división francesa, Trehonart (sic.), fuera de combate, y se deja caer aguas abajo, arrojando al agua muchos cadáveres, que observamos distintamente; porque nos batimos a menos de 300 varas de distancia…

A las 12 ½ una lancha del vapor Firebrand corta la cadena que cruza el río Paraná y queda abierta la línea de buques (24) encadenados. En este momento el Fulton arroja al río 23 bultos que parecen muertos (Alzogaray1845 [1870]).

Considerando un promedio sobre la base de datos disponibles, la proporción entre bajas (casi 6-1) es un correlato de las desigualdades profesionales y tecnológico-bélicas (Tabla 4):

El relato informa sobre el estado de las tropas argentinas luego de sufrir horas de cañoneo constante:

Seguí adelante en un caballo... y alcancé a 3 cuadras al comandante D. Manuel Virto a quien di la orden que llevaba del coronel Crespo, a lo me contestó el comandante Virto: ´Comandante Alsogaray, vea usted cómo va mi batallón en completa dispersión y del todo desmoralizado; en este estado es imposible contar para nada con esta fuerza que se desbanda por el fuego de 9 horas que ha sufrido, y diga usted al coronel Crespo que al general Mansilla lo llevan herido en su coche de una contusión en el pecho y que yo sigo hasta San Nicolás y haré alto lo más cerca que pueda reunir un batallón`.

Regresé al galope a dar cuenta al coronel Crespo de lo que ocurría y me encontré con él como a 200 varas de mi batería y con el coronel D. Ramón Rodríguez, el capitán Zeballos, el capitán Ochoa, el alférez O´Gorman y un grupo como de 25 o 30 soldados de Patricios que iban en retirada hacia el norte, y dando cuenta al coronel Crespo de la respuesta del comandante Virto, me contestó: ´está bien, comandante, ya no hay que hacer; mire a su batería, que ya está ocupada por más de 400 enemigos, a los que hemos tiroteado todo lo que hemos podido con estos pocos soldados que nos han quedado`. (Alzogaray 1845[1870]).

La moral de la que hablaban algunos generales, como SunTzu o Trotsky, es la que disminuye o se desmorona como cuando el comandante Virto le dice a Alzogaray:

Comandante Alsogaray, vea usted cómo va mi batallón en completa dispersión y del todo desmoralizado; en este estado es imposible contar para nada con esta fuerza que se desbanda por el fuego de 9 horas que ha sufrido… (Alzogaray 1845[1870]).

Y frente a Alzogaray Crespo reflexiona después…

…está bien, comandante, ya no hay que hacer; mire a su batería, que ya está ocupada por más de 400 enemigos, a los que hemos tiroteado todo lo que hemos podido con estos pocos soldados que nos han quedado”. (Alzogaray 1845[1870]).

Es el contexto de la batalla en ese atardecer del 20 de noviembre de 1845. Además son los testimonios de los oficiales de la fuerza de un comandante Mansilla herido en el frente al que han debido retirar frente a la mirada de muchos combatientes. Al respecto, la presencia de un jefe fuerte al que seguir, y en quien confiar, cohesiona al grupo y contribuye a sostenerlo por sobre su preparación militar. Su ausencia por muerte o heridas puede influir en la moral de la tropa

Seguimos retirándonos muy despacio y a pie… llegamos a las Hermanas… en donde encontramos al general Mansilla en cama, curándose de la contusión de una metralla que le había pegado en el pecho (Alzogaray 1845 [1870]).

El carisma del jefe –presente- es fundamental para sostener a la tropa:

El jefe es el padre que ama por igual a todos sus soldados, razón por la cual estos son camaradas unos de otros (Freud 1988[1922]:2579).

Asimismo, en estas cuestiones, debemos considerar la variable obediencia, y el efecto obediencia (Milgram2007 [1974]; Sirigatti et al. 2011), que se pone en acción respecto de la autoridad en cualquier tipo de organización -sobre todo militar- lo que incluye varios factores: el individuo, la jerarquía y la situación (Furnham 2011). Así, por ejemplo

Adolf Eichmann fue juzgado por su participación en el Holocausto; su defensa se basó en el hecho de que él ´tan sólo obedecía órdenes`. Los soldados estadounidenses que actuaron en My Lai, en la guerra de Vietnam, y que siguieron las órdenes del teniente Calley, utilizaron el mismo argumento de defensa. Es fácil pretextar que los hombres enloquecidos por la guerra realizaron este tipo de actos que no llevaríamos a cabo nunca personas como el lector y yo mismo. Sin embargo, los psicólogos han demostrado que esto es posible y que realmente sucede (Furnham 2011: 100).

Los factores que constituyen el individuo, la jerarquía y la situación están presentes, y con testimonios, durante la batalla. Los actos de heroísmo relatados para Vuelta de Obligado (por ejemplo, Piccagli y Taurizano 1990), en donde un ejército enfrentó a otro mejor armado y preparado, se podrían explicar, por la confianza y obediencia hacia un líder (Mansilla) –acompañado de un conjunto de oficiales- que cohesiona a la tropa para enfrentar al enemigo común. Asimismo, su presencia puede ser acompañada, o sustituida, por una importante convicción ideológica, ligada a férreos sentimientos patrióticos. Es decir, hay una idea “fuerza” o representación directriz que puede movilizar a un grupo grande de personas. Una masa militar unida pierde las individualidades que pasan a formar parte de un conjunto más amplio. La estructura jerárquica y la obediencia (sensu Milgram2007 [1974]) a las órdenes cumplen un papel fundamental; de lo contrario…

El pánico se produce cuando la multitud comienza a disgregarse y se caracteriza por el hecho de que las órdenes de los jefes dejan de ser obedecidas, no cuidándose ya cada individuo sino de sí mismo, sin atender para nada a los demás. Rotos así los lazos recíprocos, surge un miedo inmenso e insensato. (Freud 1988[1922]:2580).

El concepto de pánico, también utilizado por Rabinovich (2017) para analizar la batalla de Huaqui, se puede proyectar a aquellos sujetos que jamás se sintieron parte de un grupo. Destacamos que varias personas fueron llevadas a Vuelta de Obligado contra su voluntad, sin tener un convencimiento ideológico, de pertenencia; tampoco considerarían que había un jefe carismático (Ramos y Socolovsky 2004). De ser así, ellos ya estaban afuera antes de comenzar. La sensación íntima es preguntarse ¿qué hago yo aquí? con lo cual, la tensión interna producida por el estrés aumenta. Así es posible suponer que ver los cuerpos de sus compañeros mutilados y despedazados por la artillería enemiga, debe haber sido aterrador. Como consecuencia, es posible que la huida podría haber sido una estrategia de supervivencia, y de hecho la documentación escrita indica deserciones en el campo de batalla (Ramos et al. 2003; Ramos 2005, 2018; Luque 2007).

Algo más en apoyo para la interpretación

La Psicología social se ha ocupado de investigar la estructura y dinámica de los grupos humanos, por lo que sería importante diferenciar los conceptos de ‘serie’ y ‘grupo’. Consideramos ‘serie’ a un conjunto de personas en un mismo tiempo y espacio con un objetivo en común, pero donde no hay un reconocimiento del otro. Estas personas están puestas en un mismo espacio y tiempo sin saber con quiénes están; tienen la impresión de que conforman un amontonamiento de gente sin interacción recíproca. En la ‘serie’ no hay un sentimiento de pertenencia; es un conjunto -un agregado- de personas que están juntas, esperando. Asimismo, la interacción entre ellas es sólo superficial. En el caso de una masa militar, cada integrante de las series y grupos de personas que la componen está relacionado, de tal modo que un cambio en uno produce otro en los demás y en la totalidad del grupo grande (Ramos et al. 2003; Ramos 2005). Una vez finalizado el estímulo que circunstancialmente los unía, se disgregan; es un conjunto de personas que está destinado a desaparecer si solamente fueron convocados y reunidos para un combate. Pichon-Rivière8 caracteriza al grupo como un

…conjunto restringido de personas ligadas por constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna, que se proponen en forma explícita o implícita una tarea que constituye su finalidad. Estas personas interactúan a través de complejos mecanismos de adjudicación y asunción de roles. (Pichon-Rivière 1985:187-188).

La mutua representación interna es fundamental para comprender los basamentos de un grupo humano; se refiere a la internalización que hace cada sujeto de los demás integrantes del grupo; la imagen interna que cada uno se crea de otro y éste de uno, girando en una espiral dialéctica. Esta imagen se concreta con la asunción y adjudicación de roles dentro del grupo.

…el grupo es un conjunto de personas articuladas por su mutua representación interna, representación que sigue las características del modelo dramático. (Pichon-Rivière 1985:189).

Considerando los conceptos de serie y grupo podemos suponer que la gran masa del ejército estaba constituida por una gradación de grupos más pequeños y series. De esta manera habría personas que tendrían un sentimiento de pertenencia y otras que no lo tenían, las que sólo estarían juntas coyunturalmente. Aquí no habría una mutua representación interna con los otros; esos individuos estarían aislados, solos, desconectados del grupo. Hipotéticamente, para el caso de eventos bélicos, podemos considerar que cuanta menos contención grupal haya, más posibilidades existen de iniciar la fase de agotamiento del estrés y luego entrar en pánico. Por ello aumentaría la posibilidad de deserción.

La dinámica de grupos, según Pichon-Rivière, se puede analizar implementando los vectores del cono invertido (Figura 12, Tabla 5) que fueron desarrollados como un patrón de evaluación de los procesos de interacción grupal.

Número

Vector

Incluye

1

Afiliación - pertenencia

Identificación sujeto-grupo. Afiliación: no hay gran afinidad con los otros. Pertenencia: supone un pasaje del yo al nosotros

2

Cooperación

Ayuda mutua que articulan los integrantes del grupo

3

Pertinencia

Capacidad del grupo para centrarse en tareas

4

Comunicación

Intercambio entre miembros del grupo: formas y circuito comunicacional (emisor–receptor–canal–mensaje–feedback).

5

Aprendizaje

Adaptación activa a la realidad; modifica al sujeto como al medio en un proceso de interacción. Capacidad de ensayar respuestas a dificultades sin repetir conductas (esencial en crisis personales y grupales como una batalla).

6

Telé

Disposición positiva o negativa de interacción; afinidad o rechazo, concordancia o menosprecio

Tabla 5. Vectores del cono invertido

Por su universalidad, a estos vectores se los puede implementar prácticamente en cualquier grupo humano (Berstein 1989). No es nuestro objetivo hacer una explicación teórica de los vectores sino realizar su aplicación práctica a la dinámica de posibles conductas grupales en la batalla de Vuelta de Obligado. Allí cada grupo tuvo que estar organizado para poder hacer frente al enemigo común. Seguramente muchos de ellos funcionaron bien y consiguieron combatir con relativo éxito como en el caso de la primera batería según relata su comandante, pero ignoramos si todos los grupos se desempeñaron de esa manera. Si aplicamos estos vectores al campo de batalla, los combatientes debían centrarse en la tarea -pertinencia- que debían realizar. Por ejemplo los artilleros debían: preparar las municiones, limpiar el cañón, apuntarlo, cargarlo, encender la mecha, dispararlo9, etc. Es decir, éste era un trabajo grupal en el que la cooperación debe haber sido básica y esencial para que cada batería desarrollara su tarea correctamente. Ahora bien, si por algún motivo no podían centrarse en la tarea, saboteaban la labor de conjunto dentro del grupo10. Así se puede asumir que no tenían un sentimiento de pertenencia sino de afiliación, sintiéndose excluidos del grupo de alguna forma. El sabotaje tenía el mismo efecto sobre el grupo si se implicaban una o más personas, operando como un facilitador para pasar por las fases de estrés y terror en combate y posibilitar en algunos casos, la deserción. De esta manera se crearían simpatías o antipatías –Telé– que funcionarían como integradores o expulsores del grupo. De acuerdo al tipo de batalla, cabe la posibilidad de que en la comunicación las órdenes de los jefes no se escucharan o respetaran, lo cual habría facilitado la posible situación del estrés y por último, la deserción en combate, como los casos de Iturrieta y Coronel. Siguiendo argumentos de Freud es factible suponer que si el jefe desaparece (Mansilla es herido y reemplazado) se aceleraría este proceso ya que se trata de una organización vertical pese a la existencia de oficiales que median entre el jefe y la tropa. Asimismo, otra posibilidad es que hubiera pequeños grupos organizados para desertar en el momento adecuado. Al respecto, hay antecedentes de hombres que abandonaron su fuerza: “Desertó de las filas de los unitarios por influencia de Muñoz” (Ramos 2019). Recordemos que un número importante de efectivos fue llevado a combatir sin elección. La opción pudo haber sido escapar u organizarse con otros para huir de la batalla.

Volviendo a la hipótesis planteada, que consideraba el utilizar bebidas alcohólicas para superar la posibilidad de estrés y terror en combate y teniendo en cuenta la superioridad europea, podríamos señalar que las implicancias a evaluaren el registro arqueológico se encontrarían representadas por restos de botellas de bebidas alcohólicas. Hemos hallado fragmentos de botellas de la época en zonas que consideramos núcleos de la batalla como las baterías primera y segunda; también en zonas de playas (Tablas 1, 2, gráfico 1). Esta información contribuye para evaluar la hipótesis enunciada ya que el consumo en las baterías no habría ocurrido durante la preparación del sistema defensivo -por reglamentación militar- sino durante la batalla. La argumentación explicativa se podría esquematizar así:

La probabilidad de que las personas expuestas a situaciones tensionantes en un campo de batalla alcancen las fases de estrés y luego terror en combate e incluso deserción, es alta.

Los combatientes argentinos que actuaron en las primeras líneas en la batalla de Vuelta de Obligado estaban expuestos a alcanzar esas fases de estrés, terror en combate y/o deserción.

[esto hace altamente probable que]

Algunos combatientes argentinos que actuaron en la batalla de Vuelta de Obligado alcanzaron las fases de estrés y terror en combate y/o deserción.

Ahora bien, para este caso particular podemos tomar a un epistemólogo como Hempel (1998:76-79) que dice que deberían cumplirse dos requisitos básicos en relación con las explicaciones científicas, el de relevancia explicativa y el de contrastabilidad. Fundamentándonos en la argumentación explicativa anterior se podría esquematizar el razonamiento así:

Las situaciones tensionantes en campos de batalla del siglo XIX se superaban apelando a la ingesta controlada de bebidas alcohólicas.11

Los combatientes argentinos de las primeras líneas en la batalla de Vuelta de Obligado estuvieron sometidos a situaciones tensionantes que superaron por intermedio de la ingesta de cantidades controladas de bebidas alcohólicas contenidas en recipientes vítreos o cerámicos.

[esto hace altamente probable que]

En zonas de baterías y playas en donde se desarrolló la batalla de Vuelta de Obligado se hallarían cantidades discretas de fragmentos de botellas vítreas y/o cerámicas.

Suponiendo que algunos combatientes llegaran a la fase tan temida por la estructura militar, ¿son evaluables los efectos de la fase de estrés y terror en combate? Si la lógica de la situación presentara los mismos componentes que en Little Bighorn cuando se desarma la estructura defensiva organizada por Custer–tal como ocurrió- y varios soldados huyen a campo traviesa, presas del estrés y terror en combate, sí. El contexto de la batalla de Vuelta de Obligado es distinto. Los combatientes preparan durante tres meses las defensas –lo organizacional- y se disponen psicológicamente para enfrentar a un enemigo considerado superior en tecnología bélica y en profesionalidad. Sin embargo, la fuerza beligerante argentina no es homogénea en cuanto a aspectos motivacionales. Si bien, existieron factores patrióticos y de solidaridad intergrupal, que influyeron para sostener la defensa, el patriotismo estaba sesgado por motivos muy diferentes en los integrantes del grupo, muchos de los cuales no lo considerarían una fuerza de representación nacional, sino de los federales de Rosas. Esto es un elemento sustancial para comprender todo un contexto motivacional en los combatientes que actuaron en Vuelta de Obligado. Por otra parte, existieron otros factores que hubieran incidido de manera diferencial, por ejemplo, posiciones compartidas por varios individuos como el hecho de estar más preocupados por perder días de cosecha que estar en un frente de guerra.

El alcanzar la fase de estrés y terror en combate puede haber ocurrido en donde estaban personas que planearan la fuga de antemano. En eventuales conversaciones, considerando lo motivacional y las diferencias con un enemigo que causaría muchas muertes en las primeras líneas de combate, habrían evaluado esta situación. Para prevenir la instancia de deserciones se encontraban a retaguardia, durante el transcurso de la batalla, grupos que reprimieran esos comportamientos. Luego de la batalla, según órdenes, se deberían fusilar a todos los fugados (Ramos et al. 2003; Ramos y Socolovsky 2005; Luque 2007). Esto ocurre con Iturrieta, Coronel y otros que luego se entregan o son apresados.

El terror podría evaluarse a través de un registro documental, lo que considerando toda una estructura y mentalidad de formación militar, es altamente improbable que se registrara.

Las investigaciones arqueológicas analizan los componentes y la estructura de un registro material el que, por supuesto, es tridimensional, tangible y por sobre todo, observable. El efecto observable (Hempel 1998:21) se encontraría en los restos de botellas de bebidas alcohólicas en el registro arqueológico del sitio.

En Vuelta de Obligado por más de 170 años se extrajo del campo una cantidad importante de objetos, sobre todo enteros o visibles. Esto quiere decir que sería muy difícil evaluar, a través de la distribución de los proyectiles, una hipótesis arqueológica -como la de Little Bighorn que hoy se cuestiona- que considerara el abandono por estrés y terror en combate de los lugares asignados para desarrollar la batalla. Sin embargo, es posible someter a prueba una hipótesis que incluyera los objetos vinculados a la prevención del estrés y terror en combate.

Tampoco se puede sostener una hipótesis que tuviera en cuenta que todos los combatientes estaban dispuestos a fugarse. Los registros escritos sobre la batalla consideran que del lado argentino hubo numerosos muertos, ya fuera porque los combatientes estaban imbuidos de un comportamiento patriótico y riesgoso, por deber de soldado o porque estaban controlados y fuera imposible fugarse; entonces tuvieron que quedarse en sus posiciones. En ésta como en otras batallas de la Guerra del Paraná, como Tonelero, los resultados, con diferencia de escala, fueron similares:

Una caravana de carretones cruzaba las calles del pueblo de San Pedro después de algún tiempo de la acción de Obligado, y su paso lento y su cortejo formado por algunos hombres sombrero en mano y algunas mujeres de semblante triste y lloroso, sin ser las plañideras lugareñas, dejó entrever bien a las claras que los carretones del pago de Obligado conducían muchos cadáveres de la acción del Paso del Tonelero, recogidos por la piedad y el cariño de sus deudos y la ordenanza de las cristianas autoridades de San Pedro. (Ruiz Santana 1932:65).

Algunas reflexiones

En el caso presentado nos preguntamos si se produjo terror y síndrome de estrés en combate en una batalla y evaluar esa cuestión. El tratar este tipo de problema no es frecuente en los estudios sobre temáticas bélicas. Sin embargo, el poder contestar positiva o negativamente aquella pregunta es otro asunto y depende de otras cuestiones. Al respecto, debemos considerar: 1. Tipo y alcances de la pregunta (problema); 2. Posibilidades de realizar investigaciones pluridisciplinarias según el problema abordado; 3. Fuentes de información y sus limitaciones; 4. Otras cuestiones de índole metodológica.

El hallazgo de materiales de envases de bebidas alcohólicas en determinadas zonas es la evidencia empírica que permite evaluar positivamente el argumento de la hipótesis alternativa. Es probable que el uso de alcohol, en medidas controladas, sirviera para ´anclar` a los hombres a las zonas más expuestas y peligrosas durante la batalla12.

En síntesis, a la pregunta ¿hubo estrés y terror en combate en Vuelta de Obligado?... no tenemos información que permita evaluar ese argumento. A la pregunta ¿hubo prevención del estrés y terror en combate en Vuelta de Obligado?... podemos decir que sí; lo hemos demostrado a través de la composición del registro arqueológico.

Existen problemas y procedimientos impensables e instancias que rompen con la monotonía dentro de una investigación, como un dato inesperado. El hallazgo de restos de botellas de bebidas alcohólicas durante las primeras campañas de excavación (2000-2003) en áreas del sitio, era algo impensado. Se plantean entonces opciones imprevistas de acuerdo a la instancia que brinde la realidad durante cada procedimiento puesto en juego y los resultados que se van obteniendo. Por otra parte, son evidentes los límites de las fuentes de información (como el registro arqueológico o los documentos escritos) cuyos datos no pueden contribuir a resolver algunos problemas planteados de manera contundente pero pueden abrir nuevas instancias hacia un ignoto universo de posibilidades.

Agradecimientos

Agradezco a todos los integrantes del Equipo de Investigación del ProArHEP-UNLu por su colaboración durante 21 años con relación a los estudios de campo y gabinete en relación con la investigación general. Agradezco a la Dra. Ana María Rocchietti por su generosidad y también a los responsables de la revista.

Referencias Bibliográficas


1 Estrés proviene del latín stringere que significa tensar; fue propuesto por Seyle en 1946. Desde 1980 se consideran dos causas: subjetiva -alguien que expresa lo que siente- y objetiva -mediciones físicas de saliva, sangre, latido cardíaco- (Furnham 2011). También las tensiones del trabajo producidas antes, durante y después de la batalla; la familia, en general, distanciada y las jerarquías militares que presionan con las normas.

2 Durante la Primera Guerra Mundial comenzó a mencionarse como “neurosis de guerra”, así los alemanes se refirieron al trastorno como kriegsneurose; los ingleses como war neurosis o shell shock y los franceses, como obusite o névrose de guerre (Crocq M. y L. Crocq 2000). En la actualidad se describe a la patología como trastorno por estrés postraumático.

3 Respecto de la cronología que siguieron los estudios sobre el estrés, abarcando 3/4 de siglo, Furnham expresa que hacia 1946 (recién terminada la Segunda Guerra Mundial) la primera definición del estrés la propone Hans Selye. En 1964 se define la Personalidad de tipo A y se habla de estrés y cardiopatía. Hacia 1980 se introduce el concepto de agotamiento (burnout). Durante la década de 1990 avanza una investigación exhaustiva del trastorno por estrés post-traumático y durante los años del siglo XXI se desarrolla un incremento espectacular del número de casos de estrés en las demandas legales (Furnham 2011: 32 y 33). Por supuesto que el marco recurrente de las guerras nacionales e internacionales contribuye para que los investigadores se centraran en las secuelas psico-físicas que han dejado los conflictos en los combatientes. Antes de la Segunda Guerra Mundial se mencionaba al ´síndrome del esfuerzo` o ´neurosis`, y posteriormente, como ´fatiga de combate` (Sizer y Toland 2010).

4 Facundo Gómez Romero (2007) en su libro Se presume culpable: una Arqueología de gauchos, fortines y tecnologías de poder en las pampas argentinas del siglo XIX, analiza el sistema que implementan las autoridades en una nación en formación y cita numerosos casos de deserción en las áreas de las fronteras decimonónicas.

5 Según el Diccionario Larousse (1997:770), Patriotismo es la “Calidad del patriota” que es el “Que ama ardientemente a su Patria y quiere serle útil”.

6 Sin embargo, se debe señalar que existen diferencias entre un consumo estimulado institucionalmente (como las anfetaminas consumidas por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial) y otros consumos “ilegales” o tolerados (como el de varias drogas empleadas entre los soldados del ejército estadounidense en Vietnam y otras guerras posteriores).

7 En el contexto del campo de batalla, se deben considerar tres momentos para la posibilidad de la ingesta o no de bebidas alcohólicas: 1. durante las tareas de construcción de defensas y otras estructuras militares de campaña, no se permitía el consumo de ningún tipo de alcohol; 2. en el momento de desarrollarse la batalla, la prevención de la fatiga, el terror y el estrés, incidirán en el consumo controlado de bebidas alcohólicas en las principales áreas de combate y 3. posteriormente a la batalla el lugar fue abandonado por las formaciones militares argentinas y ocupado brevemente por tropas europeas con otro tipo de consumo en los lugares en donde acampaban y no en las zonas de combate, bombardeadas y quemadas. Por lo tanto, es muy improbable que los defensores argentinos que trabajaban a las órdenes de oficiales y suboficiales, consumieran en las áreas de las baterías cuando estaban construyendo las defensas a la vista de sus superiores. Así el consumo y el descarte de botellas, sobre todo de ginebra tan utilizada -y detectada arqueológicamente- en los fortines, debería haberse realizado durante el momento de la batalla.

8 Médico psiquiatra, psicoanalista y antropólogo; formó la escuela de la Psicología social argentina.

9 Al respecto, en febrero de 2021, realizamos pruebas experimentales con algunos integrantes del Equipo de Arqueología con cañones de avancarga con la Agrupación de Blandengues del Fuerte Barragán ubicado en la Ensenada de Barragán. Así procedimos a: apuntar el cañón; colocar el cartucho de pólvora (sin proyectil en este caso); baquetar con un taco de estopa; agujerear el cartucho de pólvora con un punzón; cebar el oído del cañón con pólvora rápida; aplicar el fuego con el botafuego; disparar el cañón; limpiar el cañón con esponja; apuntarlo… Todas esas operaciones las llevamos a cabo con un grupo de 4 personas (Alejandra Raies, Carolina Leiva, Carlos Landa y quien suscribe). Hicimos varios disparos con las indicaciones de Andrés Aizpitarte el Jefe de los Blandengues. Para llevar a cabo cada disparo empleamos entre 2 y 3 minutos. En este tipo de actividades es esencial el trabajo en equipo para cumplir con los objetivos de precisión y velocidad.

10 Suponemos que no alcanzaban a llegar a esa instancia de sabotaje porque durante la etapa de instrucción y entrenamiento debió haber una estricta selección de los integrantes de cada grupo de artilleros.

11 Si bien no es sólo la ingesta controlada de bebidas alcohólicas lo que permite superar esas instancias, la férrea disciplina, el miedo a la autoridad y a otras sanciones, como la muerte, también podrían influir. Sin embargo, estas últimas son cuestiones casi imposibles de evaluar en un registro arqueológico. Por lo tanto, planteamos el razonamiento apuntando hacia la evidencia detectable en un registro material.

12 Vale recordar que los comportamientos -ingesta alimenticia y bebidas- de la tropa durante una batalla no son similares a los de la vida cotidiana de un grupo asentado en cualquier estructura militar de campaña, fortificaciones que casi nunca fueron atacadas. Tampoco los controles de los jefes -por cierto que muy escasos en las estructuras más pequeñas o aisladas como fortines o destacamentos- serían idénticos. Las formaciones militares que intervinieron en la Guerra del Paraná contaban con numerosa cantidad de oficiales y suboficiales -y cada tanto Mansilla requería más- los que ejercían un control constante sobre la tropa.

Figura 1. A. Cono sur; B. límite entre Provincias de Buenos Aires y Entre Ríos; C. área de batalla.

Figura 2. Áreas del sitio arqueológico(Ramos et al. 2014). Imagen Google earth 2013.

Figura 3.Pintura de González Polero (circa 1960) en Museo Histórico Regional Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas (San Andrés, Provincia de Buenos Aires). Muestra la batalla desde la ubicación de la batería Manuelita. Foto del autor

Figura 4.Plano del Capitán de la Royal Navy, Bartholomew Sulivan, realizado luego del desembarco europeo señalando las posiciones el 20 de noviembre de 1845. Museo Naval de la Nación, Tigre. Se indican las áreas de excavación

Figura 5. Grabado de Chavanne, sobre la base del dibujo de Francois-Pierre Barry: “Attaque et prise des batteries de Ponto Obligado, 20 novembre 1845”. Litografía. Palacio de Luxemburgo, París. Copia en Museo Histórico Nacional.indican las áreas de excavación

Gráfico 1. Porcentajes del registro arqueológico de todo el sitio en 2000, 2005, 2010, 2015 y 2020 (Ramos y Raies 2020 e.p.)

Tabla 1. Comparaciones entre las áreas más excavadas del sitio

Figura 6. Excavaciones en la segunda batería. Foto del autor 2008.

Figura 8. Excavaciones en terraplén del monte, lugar que indica el Comandante Alzogaray a 100 pasos de la primera batería. Foto GerardoDell´Oro, 2014.

Figura 9. Hallazgos: picos y fragmentos de botellas de ginebray vino. Fotos del autor.

Figura 10. Táctica similar a la implementada por Custer, pero esta vez corresponde a una fotografía de los enfrentamientos de 1887. Es el mismo campo de batalla de Little Bighorn (Winkler 2017: 47).

Figura 11. La referencia de la fotografía hallada por Winkler dice: “Gen´l Godfrey and the late W. M. Camp searching rocky ridge near Reno’s Hill forcartridges hells, 1916.”Godfrey luchó en la batalla de Reno Hill, escribió un buen relato de ese evento, siendo uno de los investigadores más importantes de la batalla y uno de los testigos más importantes del conflicto. Camp fue un investigador de las llamadas “Guerras indias” del Lejano Oeste (Winkler 2017: 36).

Tabla 2. Datos generales sobre una muestra de combatientes (N=30) de Vuelta de Obligado empleando información de archivos (Ramos, 2019)

Tabla 3. Casos (N=27) tomados de Notas de Alzogaray (1845 [1870])

Tabla 4. Bajas estimadas (766) de ambos bandos (Ramos 2019).

Figura 12. Esquema de los vectores del cono invertido.

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