Experiencias metropolitanas. Clase, movilidad y modos de habitar en el sur de la Región metropolitana de Buenos Aires

CHAVES, M. y R. SEGURA (Comp.) (2021) Experiencias metropolitanas. Clase, movilidad y modos de habitar en el sur de la Región metropolitana de Buenos Aires. Buenos Aires: Teseo, 346 pp.

Javier Núñez

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Universidad de Buenos Aires (UBA)

Argentina

javiern1991@gmail.com

https://orcid.org/0000-0003-1738-7881

FECHA DE RECIBIDO 10/08/2021

FECHA DE ACEPTADO 22/10/2021

COMO CITAR ESTE ARTICULO

Núñez, J. (2022) Reseña bibliográfica Chaves, M., Segura, R. (Comp.) (2021) Experiencias metropolitanas. Clase, movilidad y modos de habitar en el sur de la Región metropolitana de Buenos Aires. Buenos Aires: Teseo, 346 pp. Revista de la Escuela de Antropología, XXVIII, pp. 1-5. DOI https://doi.org/10.35305/rea.viXXX.188

La segregación como experiencia entre lugares, que puede ser estudiada a través de un enfoque de movilidades. La escala metropolitana como la dimensión en la que describir esos procesos. Los relatos como herramienta metodológica que, a través de la descripción del espacio, tiempos, actores y prácticas, permite el registro de la experiencia metropolitana. Estos tres grandes elementos –la movilidad diferenciada, la escala metropolitana y los relatos- se imbrican en el análisis de esa experiencia que lleva a cabo el libro dirigido por Mariana Chaves y Ramiro Segura, quienes desde hace varios años llevan adelante una agenda de investigación sobre segregación, en especial de sectores populares y juveniles, desde las Universidades de La Plata y San Martín.

Experiencias metropolitanas sigue el doble criterio de segmentación tras el muestreo teórico que guío su investigación: seis tipos sociourbanos (barrio cerrado, tradicional, clase media de caso urbano, industrial, periurbano y asentamiento/villa) que, si bien no se traducen linealmente en clases sociales, guardan, aunque sea, una afinidad que traduce movilidades y segregaciones en la experiencia de clase (Thompson, 2012) de sus habitantes. El resultado es un libro ordenado, escrito por doce autores pero con una unidad interna difícil de encontrar en formatos compilados, que tienden a magnificar la distancia entre capítulos.

Como Segura y Chaves indican en el primer capítulo, Experiencias metropolitanas prolonga dos grandes líneas de antecedentes. Por un lado, los trabajos que, con cierto énfasis cuantitativo, han descripto los cambios en la fragmentación urbana del AMBA, marcando el desplazamiento en las últimas décadas hacia un patrón a escala reducida, entre segmentos sociales desiguales, que se solapa a la tradicional diferencia entre centro y periferia. Por otro lado, los estudios más cualitativos, focalizados a una escala barrial, que se han concentrado en los polos metropolitanos: asentamientos y villas; urbanizaciones periféricas de sectores medios y altos. Así, Experiencias metropolitanas avanza en una doble área de vacancia: se sitúa en un plano intermedio entre escalas y aborda separadamente a los sectores intermedios, sea en términos de clases sociales o de tipos sociourbanos. El libro selecciona el corredor sudeste de la región metropolitana, desde Avellaneda hasta La Plata, pasando por los Municipios de Quilmes, Berazategui y Florencio Varela.

En el segundo capítulo, Molaro, Salama y Chaves presentan un panorama general de los municipios seleccionados, enfatizando la coexistencia de espacios homogéneos y aislados entre sí, con fuerte concentración poblacional y problemáticas socioeconómicas y habitacionales severas. Estos elementos brindan un marco de las disímiles experiencias que se desarrollan, siguiendo el amplio espectro de cada clase social, en los tres capítulos siguientes.

El tercer capítulo, de Hernández, Porta y Gonnet, retoma la ya clásica distinción entre villa y asentamiento (Cravino y Varela, 2008) a través de los relatos de habitantes de una villa ubicada en un área céntrica de Quilmes y un asentamiento periférico de Florencio Varela. Los autores discuten ciertas miradas que asemejan a las villas a espacios autosuficientes, al tiempo que retoman elementos ya destacados por la literatura académica como la proximidad de villas a áreas centrales y su conectividad o su representación como lugar transitorio por una importante fracción de sus habitantes. En relación al asentamiento, resaltan los sentidos de lejanía, el énfasis en las dificultades para viajar y la presencia estatal deficiente. A su vez, se propone una interesante tipología de formas de habitar el asentamiento y se presenta un contraste entre rasgos de encierro en cada territorio. Cabe advertir, empero, que la ubicación del asentamiento seleccionado podría explicar ciertas características de la movilidad que no corresponden necesariamente a otros barrios surgidos por dinámicas semejantes.

En el cuarto capítulo, Segura y Cingolani abordan los territorios de sectores medios/bajos y medios, una temática que ha sido estudiada menos en el Gran Buenos Aires que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Las áreas centrales de los municipios son indagadas en términos de tres rasgos: los sentidos de pertenencia y arraigo a la localidad, la relevancia de valoraciones del lugar y de actividades culturales y la apelación a la clase media como demarcación social. Algunos de los temas tratados, como la distinción entre espacios céntricos y “fondos”, ya han sido investigados en otros casos, incluyendo trabajos del autor (Segura, 2013), pero han recibido mayor tratamiento en sectores populares que en medios. El capítulo desarrolla la sugerente hipótesis de una comparación entre horizontes de expectativas entre territorios: mientras que las villas se caracterizarían por la expectativa de salida y los asentamientos por la de mejora local, los barrios de clases medias experimentarían disímiles grados de desarraigo que no serían ajenos a la inestabilidad de trayectorias laborales, de demarcaciones con otras clases y de la imprevisibilidad entre movilidades cotidianas.

En el capítulo cinco, Horna y Vélez avanzan en los estudios sobre urbanizaciones cerradas (Svampa, 2001) de sectores medios/altos y altos, añadiendo territorios tradicionales, próximos a las áreas centrales de los municipios. El peso de las categorías adentro/afuera, la representación de los habitantes de barrios cerrados en clave insular, así como la búsqueda de interacciones con semejantes marcan una experiencia metropolitana caracterizada por cotidianeidades repetidas entre sus integrantes y por una movilidad fuertemente signada por el transporte en automóvil.

Los capítulos seis y siete añaden otras dos dimensiones: los miedos e inseguridades y las relaciones entre géneros e interdependencias en la movilidad. Velez y Horna retoman el “habla del crimen” (De Caldeira, 2000) como clave para pensar el vínculo entre regulaciones del tiempo, espacio y movilidad y la espacialidad urbana como paisaje de miedo. Las estrategias frente a la inseguridad contienen ya una bibliografía considerable (Rodríguez, 2008) pero el capítulo profundiza en la temporalidad propia de la memoria de crímenes y la conecta a disímiles grados de cercanía o lejanía con formas de experimentar la ciudad.

En el séptimo capítulo, Chaves, Speroni, Segura y Cingolani discuten la asunción de lo doméstico a la inmovilidad y de lo laboral a lo móvil. Proponen dos grandes ejes analíticos en torno, por u lado, a la relevancia de arreglos domésticos y la interdependencia de las movilidades individuales, y, por otro lado, al peso de la asociación de lo doméstico y lo femenino para comprender esos arreglos. El capítulo incluye una tipología de movilidades que atraviesan esos arreglos al tiempo que permiten pensar los cruces entre trabajo, género, familias y formas de ocio.

En el capítulo 8, Segura propone pensar la experiencia de quienes ocupacionalmente se mueven de modo cotidiano a una escala y lógica metropolitana. El autor desarrolla la noción de atmósferas afectivas, que permiten pensar como la articulación entre espacios de proximidad y metropolitanos componen circuitos, con umbrales disímiles según las relaciones con otros sujetos presentes.

Finalmente, el libro cierra con un epílogo escrito por Segura y Chaves en el que describen proyecciones sobre el futuro metropolitano, enfatizando las diferentes imaginaciones geográficas según clase y municipio.

El foco en las movilidades y circulaciones cotidianas ha renovado los estudios sobre las formas espacializadas de diferenciación social, brindando una mediación conceptual imprescindible para evitar miradas no relacionales sobre las asimetrías entre clases sociales. Experiencias metropolitanas prolonga esta línea de estudio, apuntando a una escala de gran alcance y conservando el diseño cualitativo a través del recurso a relatos. Si bien el libro parece por momentos reconfirmar, antes que reformular, conclusiones ya tradicionales de la literatura académica, Experiencias metropolitanas avanza en una descripción pormenorizada y diversa de las circulaciones, recuperando la dimensión espacial de las experiencias de clase.

Referencias bibliográficas:

CRAVELA, M.C. y O. VARELA (2008), Mil nombres para mil barrios. Los asentamientos y villas como categorías de análisis e intervención, en M.C. Cravino (comp.), Los mil barrios informales. Aportes para la construcción de un observatorio del hábitat popular del Área Metropolitana de Buenos Aires, Los Polvorines, UNGS, pp. 65-86.

DE CALDEIRA, T. (2000) Ciudad de Muros, San Pablo, Editora 34.

Rodríguez, E. (2008). Las estrategias securitarias de los grupos desventajados. Delito y Sociedad, 2, pp. 117-136.

Segura, R. (2013). Los pliegues en la experiencia urbana de la segregación socio-espacial. Análisis comparativo de dos etnografías urbanas. En M. Carman, N. Vieira da Cunha y R. Segura (Coords.) Segregación y diferencia en la ciudad, Quito, FLACSO, pp. 143-169.

Svampa, M. (2001). Los que ganaron: la vida en los countries y barrios privados. Buenos Aires, Editorial Biblos.

Thompson, E. P. (2012) La formación de la clase obrera en Inglaterra, Madrid, Capitán Swing