Formas del habitar de mujeres que conviven con los ciclos del río y las inundaciones. Un acercamiento a las estrategias y saberes construidos para habitar en territorio ribereño: avances de investigación

Marina Martínez

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Universidad Nacional del Litoral

Argentina

martinezmarina89@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0001-9004-6800

Women's ways of dwelling amidst river cycles and floods. An approach to the strategies and knowledge built to inhabit riverine territory: research advances

Abstract

In this article, we will share research advances made as part of the development of a doctoral thesis that analyzes the ways women construct their living arrangements in a riverside neighborhood in the city of Santa Fe, known as "La Vuelta del Paraguayo" (LVDP). This neighborhood coexists with river cycles and experiences periodic floods. Our approach is grounded in the field of gender and space studies, employing an intersectional perspective. This perspective recognizes that gender, as a social organizing factor, interacts with other aspects such as class, and, in this specific case, the geographical conditions of the location. To carry out our research, we conducted ethnographic interviews with a group of women residing in LVDP. In the initial findings of our analysis, we observed that the interviewees structure their narratives around a central conflict that juxtaposes their narrative of "living with the river" against a state narrative that categorizes LVDP as a high-risk, uninhabitable neighborhood subject to relocation. We also observe how the life experiences of these women change according to the cycles of the river.

Keywords

Women, flooding, ways of inhabiting.

Formas de habitar para mulheres que convivem com os ciclos do rio e inundações. Uma abordagem às estratégias e conhecimentos construídos para habitar em território ribeirinho: progresso da pesquisa

resumo

Neste artigo, compartilharemos os avanços de pesquisa realizados como parte da elaboração de uma tese de doutorado que analisa as formas de habitar que as mulheres constroem em um bairro ribeirinho na cidade de Santa Fe, conhecido como "La Vuelta del Paraguayo" (LVDP), que se caracteriza por coexistir com os ciclos do rio e experimentar inundações periódicas. Nossa abordagem se enquadra nos estudos de gênero e espaço, utilizando a perspectiva interseccional. Essa perspectiva reconhece que o gênero, como um fator de organização social, interage com outros aspectos, como classe e, neste caso específico, com as condições geográficas do local.

Para realizar nossa pesquisa, fizemos entrevistas etnográficas com um grupo de mulheres residentes no LVDP. Nas descobertas iniciais de nossa análise, observamos que as entrevistadas estruturam suas narrativas em torno de um conflito central que contrapõe sua narrativa de "conviver com o rio" a uma narrativa estatal que categoriza o LVDP como um bairro em risco hídrico, inabitável e sujeito à realocação. Também observamos como as experiências de vida dessas mulheres mudam de acordo com os ciclos do rio.

palavras-chave

Mulheres, inundação, formas de habitar.

FECHA DE RECIBIDO 03/06/2023

FECHA DE ACEPTADO 11/09/2023

COMO CITAR ESTE ARTICULO

Martínez, M. (2023) Formas del habitar de mujeres que conviven con los ciclos del río y las inundaciones. Un acercamiento a las estrategias y saberes construidos para habitar en territorio ribereño: avances de investigación. Revista de la Escuela de Antropología, XXXIII, pp. 1-29. DOI 10.35305/rea.viXXXIII.246

Resumen

En este artículo, compartiremos avances de investigación realizados como parte de la elaboración de la tesis doctoral que analiza las formas del habitar de las mujeres de un barrio ribereño de la ciudad de Santa Fe, conocido como La Vuelta del Paraguayo (LVDP), que se caracteriza por coexistir con los ciclos del río y experimentar periódicas inundaciones. Nuestro enfoque se enmarca en los estudios sobre espacio y género, utilizando la perspectiva interseccional. Esta perspectiva reconoce que el género, como un factor de organización social, interactúa con otros aspectos como la clase y, en este caso específico, con las condiciones geográficas del lugar. Para llevar a cabo nuestra investigación, realizamos entrevistas etnográficas con un grupo de mujeres residentes en LVDP. En los primeros hallazgos de nuestro análisis, observamos que las entrevistadas estructuran sus relatos en torno a un conflicto central que contrapone su narrativa de la convivencia con el río con una narrativa estatal en la que se categoriza LVDP como un barrio de riesgo hídrico, inhabitable y factible de relocalización. También observamos cómo cambian las experiencias de vida de estas mujeres de acuerdo a los ciclos del río.

Palabras Clave

Mujeres, inundación, formas de habitar.

Introducción

Las reflexiones que se comparten en este artículo constituyen avances de la investigación que se está llevando adelante en el marco de la escritura de la tesis de doctorado, en la que buscamos analizar las formas de habitar1 de mujeres que conviven con el río y las inundaciones en un barrio ribereño de la ciudad de Santa Fe. “La Vuelta del Paraguayo” (en adelante LVDP) es un barrio de la ciudad de Santa Fe que tiene más de un siglo de existencia, se localiza en el valle aluvial del Río Paraná y tiene la peculiaridad de que cíclicamente sufre inundaciones. Concretamente, se emplaza en la denomina Isla Sirgadero, adquiriendo características de un barrio ribereño, pero al mismo tiempo localizado en las inmediaciones del centro neurálgico de la ciudad. Así, el barrio se localiza en un espacio desprendido de la ciudad compacta (Imagen 1) al que se accede a través de dos puentes que se suspenden sobre la Laguna Setúbal y el Riacho Santa Fe (Imagen 2).

Como sostienen Acebal y Crovella (2018) es posible observar una territorialidad ribereña y un acervo de saberes populares que se cimientan en el cúmulo de experiencias y estrategias que fueron esgrimiendo para convivir con el río en los distintos momentos de su ciclo. En este barrio, el modo de vida de su población y la identidad están estrechamente ligados a la proximidad con este curso de agua Para algunas familias el río constituye, inclusive, una fuente de recursos necesarios para la reproducción de sus condiciones de existencia, también es un factor que determina hábitos constructivos, formas de comunicación, uso del tiempo, etc. (Zentner, 2016). Cabe resaltar que LVDP reúne un conjunto de características que lo constituyen como un barrio empobrecido, no cuenta con servicio regular de agua potable, luz, cloacas o recolección de residuos, todas cuestiones que complejizan la gestión de la vida y la construcción del hogar. La vida cotidiana en el barrio está determinada por la temporalidad de los ciclos del río, es decir, si el río está bajo o si hay inundación las formas de habitarlo se modifican y se transforman.2

Ahora bien, el acercamiento a los estudios de espacio y género nos condujo a realizarnos preguntas en torno a cómo afecta el “lugar” en su materialidad en las experiencias de las mujeres.3 Para hacernos preguntas sobre la relación de las mujeres con el territorio fue de gran utilidad la perspectiva interseccional y, más específicamente, aquellas corrientes que sostienen que el género en tanto organizador social (Platero, 2012) no sólo interactúa con estructuras etarias, de clase, de sexualidad sino que también implica la relación con las cualidades del lugar (Rodó-Zárate, 2021). La autora propone una perspectiva “situada” de la interseccionalidad

la propuesta de considerar el lugar como constitutivo de las dinámicas interseccionales, y no como ‘el lugar donde pasan’ las diferentes configuraciones interseccionales, es una cuestión fundamental. Implica una concepción del lugar no estática, en permanente construcción y sobre todo social. Implica también dejar de concebir los espacios – de la misma forma que las identidades- como naturales o dados de antemano, e implica también considerar que el espacio tiene un rol central en la configuración de dinámicas interseccionales que los constituyen, tanto las presentes como las que han contribuido a su configuración en procesos históricos (Rodó-Zárate, 2021:69)

Vergara et al. (2022) proponen la noción de habitar interseccional como una posibilidad de posicionarnos en los puntos donde se entrecruzan la producción del espacio y, al mismo tiempo, enfocarnos de manera específica en el género y otras estructuras de desigualdad que se relacionan con nuestra ubicación. Las autoras argumentan que al analizar cómo las personas habitan en contextos de desastres socionaturales, podemos identificar cómo las categorías tradicionales exploradas en los estudios interseccionales, como el género, la clase y la raza, se entrelazan con el territorio.4

En este artículo vamos a compartir algunos primeros hallazgos de la investigación en curso en torno a las formas del habitar que construyen las mujeres en este barrio ribereño de la ciudad de Santa Fe, partiendo de una problematización interseccional de sus experiencias

Breve estado de la cuestión

Como sostienen Arqueros Mejica, et al. (2021) en los últimos años podemos encontrar un in crescendo interés de investigaciones que desde el paradigma del género estudian problemáticas del campo de estudios urbanos y ambientales. Nuestro objeto de estudio se ubica en la intersección de dichos campos, en un territorio hidrosocial,5 y en el cual el análisis de la experiencia cotidiana se complejiza teniendo en cuenta la clase, la etnia, los estilos de vida, los roles productivos y reproductivos, como así también los grados de exposición a los riesgos ambientales (Arqueros Mejica, et.al, 2021). Tal como se adelantó, la investigación en curso problematiza las experiencias de las mujeres de un barrio de la ciudad que tiene la peculiaridad de ser afectado por los ciclos del río. Si bien nuestro objeto de estudio no refiere estrictamente a mujeres que habitan barrios que se consolidan en “la ciudad compacta”, dada la particularidad “ribereña” del territorio, -la cercanía y características de la costa de la ciudad de Santa Fe, las formas de vida tienen puntos de encuentro con las dinámicas urbanas. Entonces, las experiencias de vida de las mujeres que estudiamos se vincula con aquellos aportes que analizan y problematizan cuestiones de género en barrios populares, como así también también con aquellos que en la relación mujeres y ambiente problematizan la desigual incidencia de los desastres socionaturales o la relación con entornos fluviales.

Soto Villagrán (2016) sostiene que en Latinoamérica los trabajos pioneros en la problematización entre género y espacio están en concordancia con las discusiones que se llevan adelante con las referentes en el plano internacional tales como: Hayden, 1980; McDowell, 1983; Wekerle, 1984. Es decir, con los estudios que pretendían visibilizar la experiencia de las mujeres en el espacio urbano, en los cuales se ha estudiado las divisiones espaciales y el género a partir del hábitat urbano. Una de las grandes referentes en Argentina en este campo es Ana Falú (1998, 2009, 2014) quien sostiene que la pregunta sobre cómo viven las mujeres en los territorios urbanos de América Latina, está inevitablemente atravesada por los procesos de desigualdades socio-territoriales (Rodriguez, 2018; Rainero, 2018; Czytajlo, 2010, 2007). En este sentido, es relevante recuperar la línea de estudios que abordan las experiencias de mujeres y espacio indagando particularmente en los sectores populares, más específicamente, investigaciones que ahondan en las estrategias de mujeres en la vida comunitaria (Blondet y Trivelli, 2004), en los espacios organizativos que construyen y en los que participan con diversos fines reivindicativos, como la vivienda (Borges, 2011; Urquieta Álvarez, 2010), la gestión barrial y municipal (Cuenya, 1991; Feijoó, 1992; Canelo, 2018) en múltiples asociaciones religiosas, políticas, de derechos humanos, comunicación y subsistencia (Feijoó y Herzer, 1991; Massolo, 2003) y en las que el espacio local emerge como lugar de resistencia y lucha (Massolo, (2002) [1999], 1994).

Es también en la década de 1970 que se comienzan a consolidar los estudios que problematizan la relación entre mujeres y “ambiente” (Rico, 1998). El feminismo ecológico o “ecofeminismo” se va a constituir como un conjunto de perspectivas que se ocupan de estudiar la dominación de la mujer y de otros grupos oprimidos desde una mirada que aborda el vínculo con la dominación de la naturaleza (Triana, 2016). En el contexto de América Latina y el Caribe se consolidan perspectivas que van desde el feminismo diferencialista o identitario -que sostiene que existe una relación “natural” entre mujer y naturaleza- hasta miradas de ecofeminismo constructivista -desde el que se comprende tal relación como una construcción histórico social, ligada a la división sexual del trabajo (Svampa, 2015). 

En nuestro caso, nos apartamos de los paradigmas que esencializan los roles de las mujeres, para acercarnos a aquellos que problematizan la relación con el ambiente pensando cómo los sistemas y procesos ecológicos interactúan y son co-construidos con las estructuras sociales (Thompson, 2016). En esta línea dialogamos con algunos aportes del campo de los desastres socio naturales y el género (Saurí, 1995; Andersen Cirera, et al., 2020; Gaillard et al., 2017: Vergara, et al., 2021,). También recuperamos aquellos estudios que desde los feminismos de Abya Yala vienen pensando la relación de las mujeres y los recursos naturales, desde los procesos de expropiación (Cáceres y Miranda, 2021) hasta de cómo la transformación de los usos del río tienen efectos significativos, incluyendo una diferenciación de roles por género y una transformación en las actividades de cuidado (López Canela y Cielo, 2018).

En términos generales, buscamos enriquecer los debates que, desde una perspectiva interseccional, problematizan cómo las dinámicas sociales en las que las experiencias de vida se desenvuelven también se entrelazan con las cuestiones relacionadas con el entorno “no humano”. Como Thompson (2016) argumenta, la experiencia humana se forja en el cruce de los sistemas sociales y ecológicos. Por lo tanto, desde la interseccionalidad podemos abordar la intrincada red de relaciones entre el género, la clase, el medioambiente, el lugar, los desastres socionaturales.

Apuntes metodológicos

En concordancia con el objetivo planteado y la problemática descripta en la introducción nuestro abordaje metodológico supondrá una estrategia cualitativa en la que nos valdremos de algunas técnicas del método etnográfico, más específicamente de las entrevistas etnográficas.6 En esta instancia nos proponemos recuperar las concepciones, estrategias, prácticas y saberes que movilizan las mujeres de LVDP para afrontar la convivencia con el río. Buscamos recuperar su mirada respecto a la vida en territorio ribereño, poniendo en juego la perspectiva de la interseccionalidad y sobre todo aquellas propuestas de tal vertiente que hacen énfasis en la relación con las cualidades del lugar (Rodó-Zárate, 2021). La información construida a partir de la técnica de entrevistas etnográficas (Spradley, 1979) nos permitirá indagar cuáles son las percepciones de las mujeres acerca de cómo condicionan los ciclos del río las formas de habitar LVDP. En el marco de este artículo se compartirán los primeros hallazgos que emergen del análisis de las entrevistas, que se realizaron utilizando el software Atlas Ti.

Es importante resaltar que en nuestro objeto de estudio es sustancial pensar epistemológicamente a las mujeres en tanto sujetos de enunciado, como un lugar de autoridad y legitimación fundado en su propia existencia (Scott, 2008). Cabe aclarar que al hablar de mujeres en la investigación nos referiremos a mujeres-cis que residen en LVDP de una franja etaria que comprende mujeres desde los 19 años hasta los 83 años. Se realizaron 11 entrevistas en total, algunas de ellas individuales y otras grupales, en ocasiones se repitieron encuentros para poder ahondar en algunos aspectos. Consistió en una muestra intencional de mujeres que abarca una gran amplitud de experiencias de formas de habitar el territorio. Se tuvo en cuenta: amplia representación etaria, ocupaciones diversas, vinculación o no en actividades comunitarias, roles que ocupan dentro de las familias con las que conviven o con las personas que comparten vivienda, buscando el punto de saturación en los relatos.

Fueron de gran utilidad las preguntas grandtour7 (Spradley, 1979) con esta estrategia les propusimos a las informantes que nos acompañen en caminatas en el barrio y que nos describan sus percepciones del mismo, qué delimitaciones simbólicas reconocen, si estas divisiones se modifican de acuerdo al ciclo del río, qué conocimientos poseen respecto a cómo avanza el río en el barrio cuando presenta niveles más altos, la percepción sobre la presencia del Estado en el barrio. También se utilizó este tipo de pregunta para hacer recorridos en el interior de sus casas, en los cuales se indagaba sobre las decisiones de construcción de las mismas, las proyecciones de construcción, los deseos para su propia casa, las decisiones que tomaron para construirla de una forma y no de otra. Este tipo de pregunta también funcionó para detectar en sus rutinas diarias cómo organizan las tareas cotidianas, a partir del interrogante “¿cómo es un día normal en tu vida?”, pudimos indagar en la desigual distribución de tareas de reproducción y cuidado, notando la carga que tienen en las mismas.

Habitar siendo mujeres: cuatro aristas para analizar el género y los ciclos del río.

En este apartado se esbozarán las primeras reflexiones que surgen del procesamiento de las entrevistas. Se observó que las mujeres entrevistadas organizan sus relatos en un conflicto central que contrapone su narrativa “de la convivencia con el río” con la narrativa estatal en la que se categoriza LVDP como un barrio de riesgo hídrico y por ello factible de relocalización. La forma de adaptarse y convivencia con los ciclos del río no deja de estar subsumida en contradicciones, porque son procesos de estrés, de angustias, pérdidas y en la que las mujeres tienen una carga diferencial, pero a la vez, existen resistencias a las políticas municipales, en los que se reivindica la vida en el territorio y el hecho de sobrellevar las inundaciones con la mayor dignidad posible. De allí que se presentarán las percepciones de las mujeres en relación a cómo afecta la política del Estado municipal en sus experiencias de vida. En este apartado, se enfatizará en dos cuestiones con las que se sienten amenazadas: por un lado, irse de un barrio en el que se sienten seguras y en el que han construido redes de apoyo; y, por otro lado, perder sus casas, luego del esfuerzo que ha supuesto su construcción. En los dos siguientes apartados profundizaremos dos aspectos centrales: la percepción sobre sus casas y el barrio, poniendo de manifiesto las contradicciones que supone vivir en un territorio como LVDP, y la sobrecarga que implica en ellas. Por último, contraponemos la narrativa de la convivencia del río, que se enmarca dentro de una estrategia política de defensa del territorio, en las que hay una propuesta en relación a cómo vivir. Entendemos que las condiciones de desigualdad en la que están subsumidas las mujeres de LVDP por género y clase varían de acuerdo a los ciclos del río (Martínez, 2023), pensar interseccionalmente el habitar de las mujeres de este barrio implica considerar el acceso desigual a los bienes comunes o a la exposición diferenciada a los riesgos medioambientales (Vergara et al., 2022)

1. La amenaza de la relocalización y el cansancio estatal

Frente a una forma del habitar construida en el cúmulo de experiencias de atravesar inundaciones, se oponen otros saberes técnicos que entran en conflicto con el de las poblaciones que residen en LVDP. La forma que se presenta el Estado en la vida cotidiana (Soldano, 2009) se traduce en conflictos y tensiones que emergen de otras racionalidades y prácticas frente a las formas que se despliegan desde experiencias populares. El principal conflicto no es nada más ni nada menos que poner en cuestionamiento la habitabilidad del barrio. LVDP desde al año 2007 comienza a nominarse como un barrio de “riesgo hídrico” lo que habilitó un conjunto de políticas públicas que afectaron la cotidianeidad de quienes lo habitan además de no considerar desigualdades de género para su diseño e implementación (Acebal y Crovella, 2018, 2014). La misma idea de “riesgo”, tal como la emplea el gobierno municipal, cuestiona la posibilidad de seguir habitando y desarrollando la vida en LVDP. En otras palabras, el riesgo, desde la narrativa de la estatalidad no permite la ocupación para uso residencial, de los denominados valles de inundación. Este postulado, supone, entender que las zonas seguras y habitables y las zonas de riesgo e inhabitables se determinan naturalmente (Acebal, 2015).

Desde el año 2007, la relocalización del barrio empieza a construirse como la única solución posible desde el Estado municipal. Para las mujeres esta posibilidad amenaza el esfuerzo que implicó la adaptación de sus casas, y la pérdida de un barrio que lo sienten como espacio de seguridad y la historia de sus familias. En este sentido, es importante la situación de riesgo a la que se expone a este grupo poblacional al poner en cuestionamiento dos elementos fundamentales para la construcción de una vida segura como es la casa y el barrio. A primera vista puede resultar contradictorio el deseo de permanencia en el barrio que se inunda, no obstante, en gran parte de los relatos las mujeres plantean que no desean irse del mismo, hay un fuerte sentimiento de pertenencia sustentada en una forma de habitar consolidada históricamente y en el vivir la repetición de la inundación y la crecida del río.8

Más allá de la efectiva implementación de la política porque, de hecho, hasta el momento de la escritura de este artículo no se ha llevado adelante ninguna acción de desalojo concreta, para las mujeres la relocalización significa la posibilidad de la pérdida de los espacios de seguridad, y el miedo a ello implica estrés, angustia e inseguridad. Bajo la pretensión de poner la población a salvo de un riesgo, así como se enuncia la política urbana, se produce un nuevo riesgo y vulnerabilidad. Las redes de contención y de cuidado que funcionan en LVDP están fundadas en el esfuerzo acumulado durante años. Así también las casas construidas suponen años de trabajo y sacrificio encapsulados en una edificación. De modo tal que una amenaza de desalojo en clave de género y en el caso de LVDP, supone negar el esfuerzo acumulado para construir una vida mejor en un espacio determinado.

En cuanto a la posibilidad de la relocalización, las mujeres tienen dos grandes representaciones respecto del Estado, hablan de: 1) un Estado que gobierna mediante la amenaza y 2) un Estado que gobierna cansando. Ambas constituyen formas de la estatalidad que violentan la vida cotidiana de las mujeres. En cuanto a la primera categoría que emerge las mujeres de LVDP ellas enuncian que la relocalización no la ven como algo factible de que se ejecute en plano temporal de inmediato. Pero si recuperan experiencias que se han sentido amenazadas, intimidades y amedrentadas para que lo hagan. El momento de la inundación, el de la crecida, es un momento que las mujeres han identificado como el más propicio para instigar a la relocalización, pero que es fuertemente resistido por la población de LVDP.

El reclamo constante por las obras en el barrio que emerge desde quienes habitan LVDP y la desidia estatal con la que viven los momentos de inundación generan una sensación de cansancio en las mujeres, que ellas entienden como intencional. Ellas sostienen que las quieren cansar para que se vayan del barrio, además plantean que en el contexto del desgaste que supone la inundación, es el momento en el que se les han acercado funcionarios de forma aislada e informal con propuestas para que se vayan del barrio. Hay muchos relatos de mujeres que se han visto afectadas por este tipo de conversaciones desarticuladas, en las que se identifican como las destinatarias prioritarias (porque lo hacen en horarios en la que los maridos están trabajando) y en las que ponen en cuestionamiento la vida en LVDP, y les plantean que sus hijos/as tendrían una mejor vida en otro lado. Ahora bien, las soluciones que se ponen en juego en este tipo de ofrecimientos son estrategias para familias en particular, y no para el barrio en su totalidad.

2. El barrio también son los centros de evacuados

Observamos que en los relatos de las mujeres el barrio se opone a la ciudad en contexto de río bajo o en niveles de agua normales. La oposición tiene una explicación geográfica, ya que el área está cercada por ríos, lagunas y zonas de isla. Pero además, la ciudad también se contrasta como el espacio en el que las mujeres deben abordar sus responsabilidades diarias. Esto reveló que las mujeres asocian la ciudad con diversas responsabilidades relacionadas con el cuidado, como compras, atención médica propia y de sus seres queridos, y la educación de sus hijos, entre otras tareas.

Salir del barrio para ir a la ciudad supone un esfuerzo que implica organización y planificación; además, supone decidir una estrategia para trasladarse que varía de acuerdo a las condiciones climáticas y a las energías emocionales que disponen ese día. Entonces, en los relatos de las mujeres, al barrio lo oponen a la ciudad, y la ciudad tiene que ver con la gestión de las actividades socialmente asignadas a las mujeres. En este sentido la forma en que viven la oposición que resulta de la división geográfica del río, está vinculado no solamente a una cuestión de clase y de género, sino que también de interacción con el “lugar” y las cualidades del territorio (Martínez, 2023).

Ahora bien, lo que queda “dentro” del barrio es un espacio de seguridad, es un lugar en el que están tranquilas, especialmente quienes tienen hijos/as. El barrio para las mujeres constituye el espacio de la vida cotidiana, familiar, de las tareas domésticas y el mundo público más inmediato y con el que están familiarizadas (Massolo, 2002). Como sostiene Rainero (2018), el barrio para las mujeres puede significar un recurso que garantiza una red o tejido de solidaridad y seguridad. En el caso de LVDP, su tamaño relativamente pequeño y su disposición geográfica desprendida del resto de la ciudad (que si bien supone complicaciones para gestionar la vida diaria) constituyen una cualidad también valorada como positiva.

El río determina geográficamente un adentro y las mujeres que tienen hijos e hijas perciben ese adentro del barrio como espacio de seguridad, de tranquilidad y de lo conocido. Si bien en los relatos hay un quiebre con un antes en el tiempo, en el que la tranquilidad era mayor, a pesar de ello, predomina una sensación del barrio como un lugar seguro. Los/as niños/as de LVDP se mueven con mucha autonomía, es frecuente que las madres no sepan específicamente dónde están sus hijos e hijas, pero sí saben que están en el barrio y eso les supone una sensación de tranquilidad. Además, en los relatos hay una valoración del paisaje del barrio, se resalta “el verde” y “el río” como aspectos favorables del mismo. La disposición de las casas que están separadas una de las otras, la tranquilidad, el silencio, el conocerse uno a los otros, son todas cualidades que surgen reiteradamente y razones por las cuales les gusta vivir allí.

Cuando el río crece y provoca inundaciones la oposición barrio-ciudad se transforma. A pesar de que la ciudad continúa representando un papel central en la vida de las mujeres, en el barrio surgen divisiones entre quienes permanecen en zonas inundadas y aquellos que se desplazan a los dos sitios de evacuación habilitados. Es decir, cuando hay inundación, hay familias que pueden aguantar las inundaciones en sus casas y otras que se trasladan a refugios provisorios que se localizan en frente del barrio, en una franja de terreno lindera a la Ruta 168, y también en un predio de un corralón llamado Méjico. Es decir, se establecen dos lugares de evacuación, entonces la oposición ya no es sólo barrio y ciudad, sino que se habla de Méjico, en frente, los que están aislados (es decir, que quedan en el barrio) y la ciudad. (Imagen 3)

Las mujeres entrevistadas sostienen que si el Estado municipal hiciera las obras necesarias en el barrio para convivir con los ciclos del río no estarían expuestas a los procesos de evacuación. La gestión de las actividades diarias durante las inundaciones se complica debido a las dificultades para desplazarse a la ciudad, al mismo tiempo que la percepción de lo que constituye “adentro” se desdibuja. Las mujeres que permanecen en el barrio durante las inundaciones se encuentran en una situación de desamparo por parte del Estado, ya que no reciben ningún tipo de ayuda, incluyendo la atención médica, servicios de transporte o apoyo económico. Esto lo entienden como una forma de “castigo” del Estado municipal porque no quieren ir a los centros de evacuados que disponen para estos casos. Las mujeres que carecen de canoa y quedan atrapadas en sus hogares son las más vulnerables en esta situación, pero prefieren quedarse en sus casas a ir a los centro de evacuados. En este contexto, establecen redes de apoyo más elaboradas para llevar a cabo tareas como comprar alimentos, preservar la comida, cargar sus dispositivos móviles, entretener a sus hijos e hijas y garantizar que asistan a la escuela, entre otras responsabilidades. La comunidad y las redes de solidaridad se acreciente, y muchas de las entrevistadas sostiene que “el barrio se une” en estos contextos y eso lo consideran positivo.

Para quienes se ven obligados a evacuarse, deben enfrentar la difícil transición de mudarse a un refugio y luego adaptarse a las condiciones de vida en estos lugares, que carecen de las comodidades necesarias para hacer más llevadera la vida cotidiana. Quienes se evacuan prefieren hacerlo en la franja lindera de tierra a la ruta 168 (lo que denominan en frente), porque el paisaje es similar al del barrio (hay árboles y espacios verdes, sombras, fácil acceso a la ciudad, y se puede ir en canoa a las casas que están inundadas para cuidar las pertenencias). En cambio, Méjico no reúne ninguna de estas condiciones. (Imagen 4)

La altura del río y la opción que toman para pasar la inundación reproduce y la profundización de desigualdades sociales y de género, principalmente a partir del acceso a determinados bienes para sobrevivir, como lugares donde asearse, conexiones de aguas o eléctricas, refugios apropiados para pasar de la forma más tranquila posible las inundaciones, el acceso a la salud. No es lo mismo, en los relatos de las mujeres, pasar una inundación en sus propias casas, que tener que hacerlo en uno de los centros de evacuados. La forma en la que interviene el Estado constituye siempre una fuente de conflicto, no sólo por la desidia estatal, la falta de asistencia apropiada, sino también porque no se respeta el conjunto de conocimientos que tiene la población para afrontar las inundaciones.

3. La casa y el segundo piso

La construcción de la vivienda propia en LVDP suponen proyectos familiares que implican procesos extendidos en el tiempo, no siempre lineales y que denotan gran esfuerzo (Zentner, 2016). La gran mayoría de las viviendas son resultados de estrategias de autoconstrucción y en otras ocasiones se adquieren a través de la compra o trueque. No obstante, en todas las situaciones, sea cual sea el proceso de adquisición, se presenta el deseo de mejorar las mismas para poder “pasar las inundaciones”. Las reformas se van diagramando a partir de la experiencia de haber pasado inundaciones y de entender cómo se comporta el río en el lugar que eligen para vivir. Justamente porque en cada casa existe una delimitación específica de cómo avanza el río además de necesidades particulares condicionadas por las características de la familia. Las mujeres remarcan cuál es la esquina en la que comienza a filtrar el agua, dónde plantar un árbol en función de cómo le va afectar la crecida, dónde proyectar la entrada de la casa a partir de sopesar cómo saldrían de la misma cuando suba el río, dónde organizar un espacio común al aire libre.

Es así que las mujeres que tienen una larga trayectoria de residencia en el barrio, a diferencia de las que todavía no han pasado inundaciones allí, poseen un conocimiento más preciso acerca de cómo se comporta el río no sólo en el barrio en general sino también en sus casas en particular. Asimismo tienen una mirada estratégica de cómo disponer habitaciones, espacios, plantas en concordancia con los “hidrómetros” particulares de cada una de ellas. 

En términos sociales es posible afirmar que hay una división sexual del trabajo, y que todo lo que tiene que ver con cuestiones de construcción y albañilería es trabajo de varones (Urquieta, 2010). Para un contexto como el de LVDP en el que la gran aspiración de las familias consiste en adaptar la casa al río -para convivir con las inundaciones-, la albañilería es un conocimiento muy valorado. Hay una gran cantidad de varones que se dedican a este oficio, de allí que cuenten con las ventajas de lo que supone tener habilidades y conocimientos para construir.

No obstante, si bien hay una distribución social de tareas en lo que respecta a la construcción que implica una ventaja de algunas mujeres en el barrio respecto de otras (que no tienen familiares o conocidos varones, o pareja o que sus parejas no están en condiciones de encarar procesos de construcción), esto no quiere decir que las mujeres no se involucren en el trabajo forzoso. Suelen involucrarse, aunque no existen dentro de las experiencias que se recuperaron procesos de construcciones encarados meramente por mujeres. En este sentido cabe resaltar que si bien quienes tienen parejas con habilidades en la construcción tienen alguna ventaja, ello no es una condición que se extiende a todas las mujeres. En algunos casos, si bien comparten la vida con un compañero, éste se ausenta o no asume proactivamente el acondicionamiento de las casas. En este sentido se visualiza que más allá de que tengan un compañero o no, que estén en pareja o no, las mujeres en general manifiestan la necesidad imperiosa de resolver la adaptación de la vivienda por sus propios medios. En este sentido, predomina la necesidad de construir o tener preparado “el refugio”, asegurar el espacio para que su familia a cargo esté cómoda y segura para “cuando venga la inundación”. En los relatos de las mujeres hablan de cómo han sido parte del acondicionamiento del espacio, cargando materiales para construir o lo que suponen todas las tareas de gestión que supone llevar adelante la construcción de la casa: contratar personas para que construyan, comprar los materiales, coordinar entregas. Conseguir el dinero para construir también es una tarea que en muchas ocasiones la enfrentan las mujeres solas con las posibilidades que tienen a disposición, algunas de ellas hacen changas varias.

El deseo del segundo piso es una constante en todos los proyectos relatados por las mujeres, y es posible identificar que el segundo piso o el alteo del terreno para construir la casa, si bien tiene una finalidad pragmática de resolución de la vida en el territorio, tiene más de simbólico. Al preguntarles sobre cuáles son los deseos para sus casas las entrevistadas mencionaron la cantidad de habitaciones, los espacios comunes, la posibilidad de contar con pisos de cemento o cerámica, un baño en el interior de la casa, la cocina, la luminosidad y la localización de la misma (que esté cerca de personas afines, ya sean familiares o amigas) y el deseo y énfasis muy fuerte puesto en un “segundo piso” o en el alteo del terreno. “Elevarse” o dejar que el río pase por debajo de los pies, en cualquiera de las dos opciones (por un terreno alteado o por un segundo piso) constituye la posibilidad de proteger y resguardar la familia y las pertenencias.

(Imágenes 5, 6 y 7)

La casa con segundo piso o construida en terreno alteado habilita la posibilidad de convivir con los ciclos del río sin tener que “mudarse” cuando hay inundaciones. Es un punto fundamental para seguir permaneciendo en un barrio cuyas características son valoradas positivamente, ya que hay muchos ambientes verdes y espaciosos, además de tener el río muy cerca que supone fuente de trabajo pero también esparcimiento. La posibilidad de tener una vivienda con estas cualidades implica poder cuidar las pertenencias y tener espacio donde desarrollar la vida en circunstancias de crecidas del río.

4. Defender el río y defenderse de las inundaciones

La forma del habitar también implica una forma de resistir el territorio, de defender una forma de vida. De allí que entre estos resultados parciales que estamos compartiendo, han surgido experiencias de mujeres que participan en una organización político social (la única que existe en el barrio) en la que se presenta una clara estrategia de defensa del territorio y de reclamos por obras para convivir con el río. Proyecto Revuelta, es una organización con diferentes ejes de acción (educación, producción, cultura, problemática de la tierra) y que al menos desde el año 2005 posee presencia sostenida en el barrio.9 Si bien es una organización mixta, y en la que participan vecinos y vecinas del barrio y personas que no residen en LVDP, es un espacio de una significancia sustancial para las mujeres, ya que constituyó un espacio posibilitante del encuentro y el reconocimiento con otras mujeres del barrio desde una mirada problematizadora de la realidad que viven.

Constituye un espacio de participación en los que se dirimen asuntos de interés común y problemas públicos que conciernen a la vida en el barrio, en particular frente a la recurrencia de las crecidas (aunque no exclusivamente) y aquellos que buscan defender el territorio frente a la amenaza de relocalización. En esta organización, el río y las inundaciones aparece desde una mirada crítica, frente al discurso que emerge de la estatalidad acerca de la relocalización del barrio como medida para resolver el problema de las crecidas, se recupera la idea de convivencia con el río. En el año 2014 se presentó un Proyecto de Resolución de Obras Prioritarias para el barrio que se ingresó al Concejo Municipal de la Ciudad de Santa Fe por iniciativa popular. El mismo es un documento que encarna un trabajo colectivo de muchos años en donde se elabora una propuesta de cómo se quiere vivir en convivencia con el río.10

La inundación supone diferentes complejidades que repercuten de forma diferencial en las mujeres, genera cargas, angustias y estrés. No obstante, las estrategias con las que se han ido adaptando, las mujeres y la población en general, constituye un fuerte arraigo al barrio. A pesar de las inundaciones, y de las complicaciones que supone, se siguen quedando ahí. En algunos casos no se van porque no pueden, en otros, hay una historia familiar vinculada al territorio que genera un fuerte arraigo. En los relatos de las mujeres observamos que la resistencia a quedarse en el barrio aparece como parte de defender el esfuerzo acumulado en años en sus casas, en lo que es la infraestructura para vivir, tanto estructuralmente como en su interior. Pero también defienden las cualidades del barrio, “el verde”, la “tranquilidad”, que no están hacinados, que entre casa y casa hay espacio, la privacidad, pero a la vez, la red familiar y de vecinos y vecinas.

Entonces desde esta organización se realiza una contrapropuesta a la relocalización, una que supone incluir al río en la cotidianeidad respetando sus ciclos. Las mujeres son las grandes defensoras de la vida digna, se preocupan por las condiciones de vida y en general son las mujeres quienes se ponen al frente de los reclamos de defensa del barrio.

Conclusiones

En este artículo nos propusimos presentar someramente algunos hallazgos del análisis de las entrevistas realizadas en el marco de la escritura de la tesis doctoral. El objetivo que persigue la misma es indagar en las formas del habitar de mujeres que conviven con los ciclos del río y las inundaciones en un barrio de la ciudad de Santa Fe. Partimos de entender que habitar territorio ribereño supone una forma de ser o estar en el mundo (Giglia, 2012) que implica la construcción de estrategias para convivir con los ciclos del río a lo largo de la historia de LVDP. Es decir, que existen prácticas culturales arraigadas en saberes populares que denotan la larga historia de relación de esta población con el río. Esta forma de habitar se contrapone con la narrativa estatal que apunta a sostener que el barrio es inhabitable, porque es de riesgo hídrico y proponen la relocalización del mismo. Esta amenaza repercute de forma distinta en las mujeres, así como también lo hace la falta de obras para convivir con el río, lo que implica que se siga inundando.

En la búsqueda de observar lo singular del río y cómo se construyen relaciones sociales particulares en un territorio signado por estas condiciones geográficas, la perspectiva de la interseccionalidad nos permite comprender cómo las relaciones de género, de clase, se complejizan teniendo en cuenta “el lugar” como una variable relevante en tanto organizador social. En el caso de estudio, “el lugar” implica pensar en las inundaciones y en los ciclos del río y cómo varían las condiciones de desigualdad de las mujeres en este contexto. Dicha perspectiva también nos pone de manifiesto las contradicciones entre el sentido de arraigo al barrio, por sus cualidades geográficas, la valoración del paisaje, la tranquilidad, las redes comunitarias y familiares, pero a la vez lo que supone no tener las obras necesarias para convivir con el río y sus repercusiones en el género. De allí que también la forma de gestionar las inundaciones desde el municipio de la ciudad de Santa Fe genera conflictos, tensiones y reproduce desigualdades de género.


1 Entendemos la noción de habitar tal y como la enuncia Angela Giglia (2012), como un sinónimo de estar en el mundo mediada por el espacio, es decir, en tanto la presencia en un lugar. La autora recupera los aportes de Heidegger quien utiliza la antigua palabra alemana bauen -que significa habitar, permanecer, mantenerse- para sostener que el ser humano “es” en cuanto habita. Giglia (2012) retomando al filósofo va a sostener que ser y habitar poseen una relación intrínseca, en tanto el habitar es un rasgo fundamental del ser (Giglia, 2012). Estar es una noción vinculada con la idea de presencia en un lugar, que indica la relación de un sujeto (individual o colectivo) con un lugar y la relación con sus semejantes.

2 Para profundizar sobre las formas del habitar de la población de LVDP ver Zentner (2016), Acebal y Crovella (2014, 2018), García y Andretta (2018), Martínez (2022, 2023) quienes han estudiado desde diferentes aristas (disputas con el Estado municipal, formas de transitar las inundaciones, la educación popular, el arraigo al territorio, la relación con el barrio, los tipos de construcción de casa) cómo se resuelve la vida en un territorio que se inunda, y cómo se transforman los espacios y escenarios en los que se resuelve la vida diaria de acuerdo al ciclo del río.

3 Partimos de la principal premisa de los estudios de espacio y género que es poner en cuestionamiento la “neutralidad” con la que se asumen los “lugares”, “territorios”, “espacios” a partir de la visibilización de cómo se subsumen en un régimen androcéntrico (McDowell, 1983; Ortiz Guitart, 2007: Muxí Martínez, 2018; Col-lectiu Punt 6, 2019). Entonces, nuestros interrogantes se orientaron a indagar cuáles son las especificidades y singularidades en un territorio ribereño respecto de la reproducción de relaciones de desigualdad de género.

4 En esta misma línea también existen estudios que plantean las condiciones de la naturaleza y el medio ambiente como condiciones necesarias para pensar la interseccionalidad. Keucheyan (2016) destaca la falta de atención hacia el medio ambiente en esta perspectiva y en cómo se ha pasado por alto la dimensión ambiental de las desigualdades y su interacción con clase, género y raza.

5 Este término se recupera del Primer Encuentro de Territorios Hidrosociales en disputa que se realiza en el año 2022 de forma virtual. Lo organizó el equipo de investigación del PI UNNE 20C001 “Prácticas y procesos de producción y transformación del suelo urbano en territorios del agua. Gran Corrientes y Gran Resistencia, 2000-2020” y hubo distintas ponencias que problematizaron modelos de desarrollo, formas de habitar y la crisis socioambiental en estos espacios híbridos construidos social, natural y políticamente y donde las fluctuaciones del agua y las condiciones del ambiente biofísico, las infraestructuras generan interacciones peculiares con actores políticos, institucionales y sociales (Alcalá y Pintos, 2023)

6 Cabe resaltar que, si bien se utilizan métodos etnográficos de recolección de datos, la investigación que se está llevando adelante en el marco de la tesis doctoral no constituye una etnografía como tal.

7 De acuerdo a Spradley (1979) las preguntas grandtour, son un tipo de interrogante que habilitan la apertura del discurso de los informantes. El autor plantea que hay cuatro subtipos: 1) aquellas que interrogan acerca de lo frecuente, lo recurrente, lo típico 2) las específicas, que preguntan sobre el día más reciente del informante o respecto de algún sitio más conocido para él 3) las guiadas, que se realizan en movimiento, visitando un lugar, en donde le informante agrega explicaciones a medida avanza la visita 4) aquellas que se realizan en paralelo a la resolución de una actividad, por ejemplo cuando se hace un gráfico o se realiza un mapa del sitio de interés.

8 Cabe resaltar que esta contradicción de vivir en un barrio empobrecido y que cíclicamente se inunda y el deseo de permanencia en el lugar, es parte de la lectura de quien investiga. La contradicción como tal no aparece en los relatos de las mujeres entrevistadas.

9 Para más información http://www.proyectorevuelta.com

10 Tiene seis ejes principales: el alteo y mejoramiento del camino; alumbrado público  para  los  caminos   y  espacios  públicos;  acondicionamiento  de  alcantarillas   y colocación de drenajes;  recolección domiciliaria de residuos; desmalezamiento de espacios públicos y  gestión de la atención médica primaria y asistencia sanitaria con la provincia. Este proyecto surge de un conjunto de talleres que se realizaron el barrio durante dos años que se llamaban ¿Qué barrio quiere el barrio? que consistían en reuniones en las que los anfitriones eran distintas personas de LVDP, y se armaban mesas redondas (en distintas partes del barrio) alrededor de un mapa de LVDP para identificar necesidades, deseos de mejoras y posibles soluciones desde el territorio. En este proyecto, la gran mayoría de las personas involucradas fueron mujeres, y siempre fueron ellas las anfitrionas de los espacios en los que se realizaban los talleres. Disponible en: http://www.proyectorevuelta.com/wp-content/uploads/٢٠١٤/٠٨/Proyecto-de-Resolución-Territorio-Nuevo-Obras-Prioritarias-para-La-Vuelta-del-Paraguayo.pdf

Imagen 1: Imagen satelital de marzo de 2023 que muestra LVDP con las aguas del río en su cauce y el valle aluvial del Río Paraná. (Extraída de Martinez, 2023)

Imagen 2: Imagen satelital de marzo de 2023 que muestra los puentes que hay que atravesar para llegar a LVDP (Extraída de Martinez, 2023)

Imagen 3: Imagen satelital de marzo de 2023 que muestra el barrio, la zona histórica de evacuación y el espacio de Corralón Méjico. (Extraída de Martinez, 2023)

Imagen 4: Predio de evacuados en terreno del Corralón Méjico. Fuente: Archivo de Facebook de Proyecto Revuelta

Imagen 5: Casas con segundo piso. Fuente: Proyecto Revuelta http://santafeciudadinundada.blogspot.com/2015/

Imagen 6. Casas con segundo piso. Fuente: Proyecto Revuelta http://santafeciudadinundada.blogspot.com/2015/

Imagen 7. Casas con segundo piso. Fuente: Proyecto Revuelta http://santafeciudadinundada.blogspot.com/2015/

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