Las transformaciones agrarias y producciones familiares en General Villegas (Buenos Aires, Argentina)

Guillermina Carreño

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Universidad Nacional de Rafaela

Argentina

guillerminaca@hotmail.es

https://orcid.org/0000-0003-0701-8409

Agrarian transformations and family production in General Villegas (Buenos Aires, Argentina)

Abstract

This article we analyze agrarian transformations and the emergence of non-hegemonic productive experiences in the town of General Villegas (Buenos Aires). It is part of a broader research process, in which we address the socio-environmental conflict around the hegemonic agroproductive model anchored in urban-rural intermediations and the perspectives derived from the subjects involved. We anticipate that, as a state response, the local administration established two ordinances that dismiss the transition to other agro-productive models and institutionalize regulatory arrangements for agribusiness. So, the questions that will guide the writing are: How are agrarian transformations consummated in the context of socio-environmental conflict in the town of General Villegas? How are other forms of production configured in the interstices of the Villeguense agrarian structure? As an anticipation of meaning, we understand that this is a process of invisibilization of other productive subjects present in the territory, which deploy logic and actions framed within family production. So, in this document we try to account for these divergent trajectories through an ethnographic approach.

Keywords

Rural Anthropology; Agribusiness; Peri-urban; Family Agriculture; Agroecology.

As transformações agrárias e as produções familiares em General Villegas (Buenos Aires, Argentina)

resumo

Esta proposta de artigo tem como objetivo analisar as transformações agrárias e o surgimento de experiências produtivas não hegemônicas na localidade de General Villegas (Buenos Aires). Insere-se em um processo de pesquisa mais amplo, no qual abordamos a conflitualidade sócio-ambiental em torno do modelo agroprodutivo hegemônico ancorado nas intermediações urbano-rurais e nas perspectivas derivadas dos sujeitos envolvidos no mesmo. Antecipamos que, como resposta estatal, a administração local estabeleceu duas ordenanças que desconsideram a transição para outros modelos agroprodutivos e institucionalizam dispositivos regulatórios do agronegócio. Portanto, as perguntas que guiarão o escrito são: Como se efetuam as transformações agrárias no contexto da conflitualidade sócio-ambiental na localidade de General Villegas? Como se configuram outras formas de produção nos interstícios da estrutura agrária villeguense? Como antecipação de sentido, entendemos que este é um processo de invisibilização de outros sujeitos produtivos presentes no território, os quais empregam lógicas e ações enraizadas na produção familiar. Deste modo, neste documento buscamos relatar essas trajetórias divergentes através de uma abordagem etnográfica.

palavras-chave

Antropologia Rural; Agronegócio; Periurbano; Agricultura familiar; Agroecologia

FECHA DE RECIBIDO 20/02/2024

FECHA DE ACEPTADO 15/04/2024

COMO CITAR ESTE ARTICULO

Carreño, G. (2024) Las transformaciones agrarias y producciones familiares en General Villegas (Buenos Aires, Argentina). Revista de la Escuela de Antropología, XXXIV, pp. 1-24. DOI 10.35305/rea.XXXIV.293

Resumen

Esta propuesta de artículo tiene como objetivo analizar las transformaciones agrarias y la emergencia de experiencias productivas no hegemónicas en la localidad de General Villegas (Buenos Aires). Se enmarca en un proceso de investigación más amplio, en el cual abordamos la conflictividad socio-ambiental en torno del modelo agroproductivo hegemónico anclado en las intermediaciones urbano-rurales y las perspectivas derivadas de los sujetos involucrados en la misma. Anticipamos que, como una respuesta estatal, la administración local estableció dos ordenanzas que desestiman la transición hacia otros modelos agroproductivos e institucionaliza dispositivos regulatorios del agronegocio. Entonces, las preguntas que guiarán el escrito son: ¿Cómo se consuman las transformaciones agrarias en el contexto de conflictividad socio-ambiental en la localidad de General Villegas? ¿Cómo se configuran otras formas de producir en los intersticios de la estructura agraria villeguense? Como anticipación de sentido, entendemos que este es un proceso de invisibilización de otros sujetos productivos presentes en el territorio, los cuales despliegan lógicas y acciones enmarcadas dentro de la producción familiar. De esta manera, en este documento procuramos dar cuenta de estas trayectorias divergentes a través de un abordaje etnográfico.

Palabras Clave

Antropología Rural; Agronegocios; Periurbano; Agricultura Familiar; Agroecología.

Introducción

El análisis aquí propuesto se enmarca en un proceso investigativo más amplio, donde abordamos las tensiones y disputas en torno al agronegocio y sus prácticas productivas en el periurbano de la localidad de General Villegas. Con relación a esto, ubicamos nuestros interrogantes de investigación dentro la actual crisis ecosocial y el aceleramiento en la conflictividad socio-ambiental. Encontramos que se encuentran intrínsecamente relacionadas con los pulsos del extractivismo agrario y la dependencia impuesta a insumos de síntesis química. Por ello, en nuestro estudio, apelamos a múltiples escalas e intentamos comprender los acontecimientos de un enclave local atravesado por las problemáticas ambientales derivadas del modelo hegemónico de producción agropecuaria.

En estos tiempos, la región del noroeste de la provincia de Buenos Aires es escenario de conflictos sociales vinculados con problemáticas ambientales derivadas del actual modelo agropecuario. Particularmente, nos referimos a las controversias y enfrentamientos entre productores, vecinos/as, las administraciones locales e instituciones del agro por las fumigaciones con agroquímicos y la producción en feedlots localizados en los espacios periurbanos.

En este contexto, empíricamente, nuestra investigación se inscribe en la ciudad de General Villegas. Es la capital del partido homónimo y, a partir de los datos del último censo poblacional, tenemos conocimiento que cuenta con 33.679 habitantes (INDEC, 2022). Por otra parte, este distrito se ha dedicado tradicionalmente a la producción agrícola y ganadera. En este sentido, en la actualidad se disponen de 724.000 hectáreas agroproductivas cultivadas principalmente con soja y maíz, posicionando así con un 57% al sector primario como la actividad económica más importante de este (Gobierno PBA, 2023).

En General Villegas, entre los años 2016 y 2020, la administración local hizo alianza con otras instituciones estatales, asociaciones técnicas y organizaciones no-gubernamentales vinculadas al sector agropecuario, para la confección de dos proyectos de ordenanzas que regulen las actividades ancladas en el espacio de borde. En plena pandemia del coronavirus, estas legislaciones fueron sancionadas y aprobadas, a pesar del rechazo de agrupaciones y algunos vecinos villeguenses. Principalmente, se desató un repudio explícito de los sectores cercanos al activismo ambiental.

En términos generales, estas disposiciones son cimentadas en el argumento que no es factible transicionar hacia otros modelos agroproductivos. Por esto, al igual que en otros casos, se dispone la delimitación y control de zonas buffer1. Estas últimas se definen en tanto una “superficie adyacente a determinadas áreas de protección que, por su naturaleza y ubicación, requieren un tratamiento especial para garantizar la conservación del espacio protegido, sin dificultar las actividades que en ellas se desarrollan” (Sociedad Rural, 2013).

Fue públicamente señalado como novedoso que, a nivel provincial, la ordenanza nro. 6124/2020 contempla ámbitos de amortiguación y exclusión muy reducidos, siendo 300 metros y 40 metros respectivamente. Además, se ordena la prohibición de ciertos agroquímicos catalogados como clase I y II2 por el SENASA, y es exigida la implementación de mecanismos de control con la introducción de nuevos agentes fiscalizadores a los sistemas productivos periurbanos. Asimismo, con la ordenanza nro. 6168/2020 se establece el control y expulsión de los regímenes intensivos pecuarios por fuera del ejido urbano.

En otros escritos (Carreño, 2021 y 2023) hemos observado cómo, con preterición de los reclamos locales, el gobierno local institucionalizó lógicas del modelo de Agricultura Sustentable e inscribió una estructuración de dispositivos asociados a las Buenas Prácticas Agrícolas y las Buenas Prácticas Ganaderas en los sistemas agropecuarios de la localidad. Desde estos trabajos venimos sosteniendo que el caso villeguense no se trata de una experiencia aislada, sino que, contrariamente, es integrado dentro de las “estrategias de cercamiento” que despliega el agronegocio, las cuales son condensadas interescalamente para continuar posicionándose en tanto régimen hegemónico.

De esta manera, en la investigación en curso comenzó a interpelarnos el siguiente interrogante: ¿Existen otras formas de producir en el territorio? Específicamente, en el trabajo de campo emergieron experiencias que nos permiten cuestionar estas aseveraciones de la administración pública local y del sector agroempresarial sobre la imposibilidad de generar alternativas productivas. Por ello, en este artículo procuraremos realizar una reconstrucción de otra ruralidad presente en el territorio, es decir, una ruralidad que reproduce y despliega formas particulares de habitar y producir en el espacio periurbano de General Villegas. Concretamente, nuestro interés reside en la examinación de estas trayectorias agroproductivas que son erigidas en lógicas no hegemónicas, que son desarrolladas por heterogéneos sujetos agricultores del intersticio urbano-rural e impulsan actividades ancladas en otros sentidos.

Abordaje teórico, consideraciones metodológicas e interrogantes emergentes

A partir de Wallerstein (2005), reparamos en la configuración del sistema-mundo, en tanto que

la realidad en que vivimos [...] no ha sido la de los múltiples estados nacionales de los que somos ciudadanos, sino algo mayor, que hemos llamado sistema-mundo. Hemos dicho que este sistema-mundo ha contado con muchas instituciones (estados y sistemas interestatales, compañías de producción, marcas, clases, grupos de identificación de todo tipo) y que estas instituciones forman una matriz que permite al sistema operar, pero al mismo tiempo estimula tanto los conflictos como las contradicciones que calan en el sistema. […] Este es una creación social, con una historia, con orígenes que deben ser explicados, mecanismos presentes que deben ser delineados y cuya inevitable crisis terminal debe ser advertida (Wallerstein, 2005:4).

En esta narrativa del sistema-mundo (Wallerstein, 2005) se conforma una zona espacio-temporal, la cual navega dentro de múltiples culturas y políticas, e integra instituciones y actividades que obedecen ciertas reglas sistémicas. Además, es regido por una economía-mundo capitalista, en donde el sistema da prioridad a la incesante acumulación de capital a través de mecanismos estructurales, con una vinculación particular entre los productores económicos y quienes detentan el poder político (op. cit. 2005).

En este sentido, contemplamos cómo las directrices económicas y productivas promovidas a través de los flujos del capital se imbrican en espacios rurales en transformación. Añadimos que, en su intersección, los procesos sociales y espaciales están indisolublemente vinculados (Hocsman, 2012). Por ello, partimos de una postura analítica que atiende a las actividades productivas y económicas en tanto construcciones derivadas de relaciones sociales, anclajes identitarios e históricos, con representaciones simbólicas propias y prácticas de poder. Asimismo, están inscriptas en temporalidades en donde se proyectan la capacidad de agencia de los actores sociales, sus articulaciones y negociaciones (García, 2014). Además, atendemos las prácticas de poder que tienen lugar en el desenvolvimiento de los procesos relacionales. Pero, en contraposición a lo esperado, muchas veces en este ejercicio emergen tramas de resistencia, las cuales se imbrican en otras lógicas y valores.

Remitiendo al territorio en estudio, primeramente, debemos considerar las transformaciones suscitadas en la región de la Pampa Húmeda. En distintas investigaciones (Hernández, 2009; Gras, 2012) se advierte cómo el modelo de los agronegocios desplazó en el siglo pasado al sistema agroproductivo tradicional. Los procesos de globalización y la economía posfordista en articulación con políticas de desregulación del consenso de Washington3 dieron nuevas dimensiones a los sistemas agropecuarios configurando al modelo contemporáneo. Se modeló una ruralidad globalizada (Gras y Hernández, 2009) desde la territorialización del régimen del agronegocio (Gras y Hernández, 2019) y la instalación del arquetipo de agricultor moderno en tanto empresario innovador (Hernández, 2007 y 2009).

Como expresan Gras y Hernández (2013), el modelo de agronegocio fue cimentado en lo que denominan como pilares claves: i) el aspecto tecnológico y biotecnológico representado en un tríptico formado por la siembra directa, las semillas genéticamente modificadas y agroquímicos, es decir, el paquete tecnológico; ii) la primacía de lógicas, capitales y tiempos financieros sobre los productivos; iii) la concentración de tierras, reorganización del trabajo y la empresa agraria a partir de criterios de gestión o management, vinculándose de manera reticular y flexible a partir de las facilidades de las nuevas tecnologías de la información. Según las autoras, se trata de una operación ideológico-simbólica, la cual ubica a los empresarios agrícolas en un campo de sentido global, lo cual precariza los vínculos históricos de productores con los territorios. De igual modo, Gras (2012) manifiesta que, en este contexto, se incrementó la concentración y transnacionalización del sector proveedor de insumos, siendo un modelo de elevada dependencia a productos de síntesis químicas e innovaciones genéticas. De esta forma, se acrecentaron las escalas de producción y se expandió la frontera agrícola mediante la introducción de cultivos transgénicos con una preponderancia de la soja. 

En este contexto, el concepto de neoextractivismo (Gudynas, 2010; Svampa 2013) expone y caracteriza al modelo sociopolítico-territorial que se basa en la sobreexplotación de bienes naturales con el consecuente desplazamiento y el despojo de ciertos actores sociales, lo cual se constituyen como requisitos fundamentales para estos procesos de acumulación del capital (Svampa, 2019). A modo de contextualización, en esta región visualizamos esta trama por medio de la desposesión de los pequeños productores agropecuarios para así generar la constitución de pooles de siembra (Caligaris, 2015; Hernández, 2020).

Cómo hemos mencionado, focalizar en el modelo de agronegocios requiere, entre otras cosas, un análisis de la cuestión ambiental desde una lógica predominantemente conflictiva (Galafassi, 2004) debido al proceso de apropiación y distribución desigual sobre la naturaleza. Así, comprendemos que ciertos sujetos afrontan más costos ambientales en detrimento de otros, lo cual induce reivindicaciones en torno a la denominada justicia ambiental, generando movilización y denuncias contra los responsables de los daños ecológicos (Ramírez Hernández, 2009). Con relación a lo anterior, se ha configurado al ambiente en tanto terreno político de disputa (Merlinsky, 2013 y 2021). Encontramos distintos trabajos (Skill, 2011; Merlinsky, 2013; Gutiérrez e Isuani, 2014; Treacy, 2018; Svampa, 2019) que analizan cómo la cuestión ambiental alcanzó relevancia en tanto asunto público.  Con respecto a esto, distintos autores denominan a este fenómeno como ambientalización de las luchas sociales (Leff, 2003; Leite Lopes, 2006; Svampa, 2012, Svampa y Viale, 2020).

En este escenario de transformaciones, particularmente en sus intersticios, visualizamos una marginación sobre otras formas de producción de tipo familiar. En la literatura académica existen trabajos que caracterizan y analizan la denominada agricultura familiar (Feito 2013 y 2020; López Castro 2019) y las especificidades de la práctica agroecología (Altieri 1983; Altieri y Toledo, 2011) desde su anclaje en el espacio periurbano (Barsky, 2005; Feito, 2005 y 2014).

Es relevante señalar que, en las localidades de la región pampeana, los periurbanos se configuran como espacios de transición, en permanente transformación y con heterogéneas modalidades de uso del suelo (Barsky, 2005). Los territorios de borde se presentan como espacios donde se intensifican presiones sobre el ambiente, la competencia por el acceso al suelo y recursos relacionados, siendo posible distinguir una serie de desajustes y disfuncionalidades producto de deseconomías de aglomeración y procesos de segregación socioespacial de la ciudad (Feito y Barsky, 2020).

En este espacio, retomamos a Feito (2014) para pensar la Agricultura Familiar (AF) del periurbano como producción que se desarrolla con lógicas distantes al agronegocio, mediante la preservación de los recursos, la organización de productores y la reproducción familiar. Como se trata de una categoría en construcción, esta autora resalta la necesidad de recuperar en ésta la complejidad de actores con sus especificidades territoriales y productivas. Por lo tanto, podrían incluirse en esta definición formas campesinas y producciones que se ubican más cerca de pequeñas o medianas empresas. En otras palabras:

la pequeña agricultura familiar es un tipo de producción donde la unidad doméstica y la unidad productiva están físicamente integradas. La agricultura es un recurso significativo en la estrategia de vida de la familia, la cual aporta fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación. Y la producción se dirige tanto al autoconsumo como al mercado (FONAF 2007 en Feito 2014:29).

Particularmente, para la región pampeana bonaerense, los estudios sociales agrarios presenciaron análisis exhaustivos del mundo chacarero en tanto sujeto clave en el devenir histórico de este territorio a partir del siglo XIX (Balsa, 2006; Moreno, 2014; Muzlera 2020). Recientemente, incorporando una visión agregativa, Abaladejo y Cittadini (2017) exponen cómo en la región pampeana la producción familiar ha sido interpretada como modelos de resistencia, marginalidad y/o alternativo para oponerse al régimen hegemónico. No obstante, sostienen que coexiste con este modelo dominante de los agronegocios y

encuentra un terreno particularmente favorable en zonas periurbanas, que son facilitadoras de estrategias de pluriactividad y/o de valorización directa de sus producciones, y está más ligada a una lógica de producción artesanal que a la producción masiva del agronegocio (p.12)

Entonces, con la literatura expuesta surgen dos preguntas: ¿Cómo se consuman las transformaciones agrarias en el contexto de conflictividad socio-ambiental en la localidad de General Villegas? ¿Cómo se configuran otras formas de producir en los intersticios de la estructura agraria villeguense? Para abordar estos interrogantes, primeramente, debemos exponer consideraciones de la metodología adoptada. Esta investigación recupera principios del enfoque etnográfico (Rockwell, 2009) con una mirada histórica-relacional (Achilli 2011 y 2015) de los fenómenos sociales. Desde interrogantes socio-antropológicos, pretendemos abordar la cotidianeidad de los sujetos (Ezpeleta y Rockwell, 1983) formadora de sentidos, experiencias y prácticas con márgenes de maniobras entre alternativas. Es decir, la implementación del abordaje señalado, basado en la recuperación de metodología cualitativa, proporciona una preeminencia de la construcción de la mirada de los actores sociales (Feito, 2005) en esta investigación.

Es preciso destacar que retomamos algunos de los aportes formulados por Rockwell (2009) acerca de la práctica etnográfica de archivo. Recuperamos las indicaciones en torno de: a) leer las normas en tanto evidencia de lo contrario (es decir rastrear que prácticas que se buscan prohibir, normar o regular); b) concebir a los documentos oficiales como un discurso sobre la práctica y una práctica del discurso; c) reconstruir las condiciones de producción, uso y circulación de los documentos oficiales, dando cuenta de las distintas perspectivas e intereses puestos en juego.

Como se anticipó, la unidad de estudio se constituye por la localidad de General Villegas y su periurbano. Pretendemos, desde un análisis cualitativo que incorporta entrevistas etnográficas, observaciones participantes y fuentes secundarias, realizar una reconstrucción de las transformaciones agrarias experimentadas desde la consolidación del modelo de agronegocios, haciendo foco en las consecuencias de su avance. Seguidamente, puntualizaremos en la reconstrucción de las experiencias productivas no hegemónicas. Entendemos que se tratan de manifestaciones escasamente abordadas e invisibilizadas en el contexto de agricultura globalizada.

Del agrobusiness a las catástrofes climáticas. Revisión de las transformaciones agrarias en General Villegas

Como se señaló, partimos de la consideración que el mundo rural, a partir de la década de 1990, vivenció una serie de cambios estructurales, socioproductivos y políticos sustanciales afianzando un nuevo modelo agrario (Olivera, 2017). En este sentido, el Consenso de Washington (1989) se trató de un punto de inflexión, principalmente por la imposición de políticas de “estabilización” económica. En concreto, en el ámbito rural se produjo el cierre de varios organismos e instituciones que buscaban la regulación de productos agropecuarios. Asimismo, se incorporaron nuevos modos e instrumentos de producción, es decir, la adopción de nuevas tecnologías para los cultivos de cereales y oleaginosas, las cuales generaron impactos sustanciales en términos socioproductivos y ambientales. En este sentido, las explotaciones dedicadas a otro tipo de producciones, comenzaron a convertirse a la producción de soja con vinculación del alza en los precios de los commodities.

Observamos que los modos de territorialización del capital en la agricultura no son homogéneos. Por esto, en su accionar, despliegan nuevos mecanismos para colonizar más espacios y reproducir el modelo extractivista en su versión sojera (Giarraca y Teubal, 2008). Anteriormente, nos preguntamos: ¿De qué manera se condensan estas dimensiones en nuestro espacio de análisis? Por ello, describiremos las transformaciones agrarias fundamentales de General Villegas. Cabe destacar primero que, a partir de lo expresado por un investigador del INTA (Semanario Colon Doce, 2003), el fenómeno de la sojización transformó sustancialmente el norte y centro de la provincia de Buenos Aires, es decir, “a la zona de la pampa ondulada, en partidos desde San Nicolás, Villegas o Trenque Lauquen hasta Junín y también más al sur, en la llamada pampa arenosa, que incluye partidos como 9 de Julio o Chivilcoy” en donde “la soja desplazó básicamente al trigo y al maíz, que ya casi no se siembran”.

También, dentro de un informe del CIPPEC (2012) queda contemplado que “los suelos del partido de General Villegas son considerados los más productivos del oeste bonaerense” lo cual “incidió decididamente en su conformación preeminente agropecuaria, estructura que se mantiene prácticamente invariable desde sus orígenes” (CIPPEC, 2012:17). Además, con relación al fenómeno de hipertecnificación del agro, en este mismo reporte son incluidas las problemáticas en torno de la expulsión de trabajadores del mercado laboral agropecuario, la migración hacia los centros urbanos y la elevada concentración de los recursos. A decirse, “los bajos salarios y la falta de estabilidad en el empleo rural, resulta la preferencia por el desarrollo de estrategias de autosubsistencia en zonas urbanas” (CIPPEC, 2012:18).

A las señaladas consideraciones agregamos que, en la localidad de General Villegas, se impusieron mudanzas desplegadas por los agronegocios. Por lo cual, en este apartado haremos hincapié en los cambios que, desde la década del setenta, acompañaron a la implementación de este nuevo régimen de acumulación agrario. En primera instancia, es importante destacar que, a través de CIPPEC (2012), destacamos que el sector dinamizador de la economía del partido de General Villegas es el agrícola-ganadero, el cual también hace parte de su idiosincrasia, crecimiento y desarrollo histórico.

En este sentido, las distintas localidades del distrito de General Villegas se encuentran vinculadas a la producción del campo y la industria lechera. En este contexto, CIPPEC (2012) identificó 1.800 empresas agrícolas que sustentan la actividad agropecuaria, sus derivados industriales, los servicios y comercios. En cuanto a la actividad agrícola, los cultivos predominantes son la soja y el maíz –denominados como la cosecha gruesa– pero también el trigo –cosecha fina–. También, con menor presencia, contiene actividad pecuaria basada en el engorde de hacienda. Asimismo, es un distrito que hace parte de una cuenca lechera, la cual presenta limitaciones energéticas que no permiten la explotación plena de esta actividad. No obstante, un relevamiento realizado por INTA General Villegas en el año 2011 identifica 774 Explotaciones Agropecuarias (EAP), lo cual expresa una disminución del 36% entre los Censos Nacionales Agropecuarios de 1998 y 2002.

Por un lado, es relevante mencionar que la producción lechera enclavada en esta región es escasamente estudiada. En concreto, la provincia de Buenos Aires contiene cuatro cuencas4, siendo la Cuenca Oeste (Trenque Lauquen, Gral. Villegas, Lincoln, Gral. Pinto, Alem, Nueve de Julio, Carlos Tejedor y Pehuajó) cuenta con la mayor envergadura de tambos y producción de leche, contando con el 50% de los establecimientos y de la producción total provincial (Dirección Nacional de Asuntos Provinciales, 2017). Sin embargo, en la zona de General Villegas se experimenta un exponencial detrimento de la producción tambera.

En primera instancia, vinculamos este fenómeno al aumento en la erosión de la tierra vinculada a la implementación de la siembra directa. Un investigador del INTA Central en una comunicación (Semanario Colon Doce, 2003) concluyó que el proceso de sojización “está hipotecando el futuro del agro” debido a que el monocultivo “afecta la calidad de la tierra, ya que aumenta la extracción de dos nutrientes claves: el fósforo y el azufre”. Añade que esta repercusión negativa “deja poco rastrojo de superficie [lo cual] facilita la erosión hídrica” y el agua de lluvia “literalmente se lleva la mejor tierra de los campos”.

En este sentido, desde el avance del modelo de agronegocios, se vienen registrando acontecimientos de inundaciones severas. Particularmente, identificamos en los años 1986 y 1988, luego en el año 1998 hasta el año 2002, lo cual afectó a las zonas más bajas del partido y dañó la base forrajera presente hasta ese momento (INTA, s/f). Recientemente, sucedió la inundación5 del período 2016-2017 que, según algunos titulares, generaron una reducción del 15% de la producción lechera de General Villegas y una disminución en la cantidad de tambos, quedando solo 85 de los 143 establecimientos en el territorio.

Siendo una zona donde se producen 12 millones de litros de leche al mes, esta situación de emergencia incidió negativamente en el alimento de las vacas, es decir, el forraje. Asimismo, otro problema fue las enfermedades en el ganado vacuno causadas por las lluvias y el frío, como la neumonía y el pietín6, entre otras. Cabe resaltar que una estrategia utilizada por los productores era ubicar la hacienda en escasos espacios elevados que disponen en sus campos. No obstante, estas circunstancias o incluso el ahogamiento de muchas vacas provocaron su muerte. Entonces, “de casi 24 mil vacas adultas que había en 2015, se pasó a 15.000 cabezas, lo que significa una reducción del 36 por ciento en la cantidad de vacas”, hizo saber la estación INTA local. Asimismo, según imágenes satelitales procesadas por este organismo evidenciaron que, de las 725.000 hectáreas del partido, existían unas 152.451 hectáreas inundadas.

Por otra parte, por medio de CIPPEC (2012) observamos que el sistema mixto agrícola-ganadero fue mutando7 por el avance de los monocultivos, principalmente, reduciendo las superficies disponibles para la ganadería. Con relación a esto, en este informe se afirma la existencia de un desplazamiento de la actividad pecuaria hacia otras provincias, en concreto, unas 150.000 cabezas de ganado menor en el último año que fueron reemplazadas por la agricultura. Se asegura que esta cuestión generó una migración de los empleados rurales ganaderos hacia las localidades urbanas. En concreto, en el área de influencia de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA General Villegas, se confirmó que entre el período de 1995 al 2012 se desprendió un avance de las actividades agrícolas sobre suelos –de buena a mediana aptitud– vinculado con la expansión del cultivo de soja, abarcando unas 900.000 hectáreas, incrementándose del 55% al 89% el uso de su superficie agrícola.

En esta línea, Spagnuolo, C. (2017) expone las repercusiones del abandono de la tradición ganadera o los sistemas mixtos vivenciados en la región en las últimas décadas, a decirse, la extensión de los ciclos de cultivos, la disminución de las existencias ganaderas y el uso estratégico de forrajes y alimentos concentrados. El autor afirma que, anteriormente, la agricultura solo ocupaba un 30% de la superficie útil, pero con el avance del monocultivo de soja, se han ocupado sistemáticamente áreas destinadas a la producción de verdeos y pasturas. Además, este trabajo expresa porcentajes en las caídas del stock ganadero en algunos partidos de la provincia de Buenos Aires, siendo para el caso de General Villegas un 45% en total. A través de Otero (2013) observa que en General Villegas hubo un incremento en la cantidad de propietarios rentistas, los cuales surgieron de la reconversión de productores medianos o pequeños que se encontraron afectados por la proyección de su escala y competitividad, decidiendo ceder la producción a terceros, reduciendo así riesgos y capitalizándose con el incremento del precio de la tierra.

En los intersticios. Sobre la producción familiar en General Villegas

Como anticipamos anteriormente, existe una idea bastante difundida en el campo académico respecto a que el agronegocio, en su desenvolvimiento sistémico, fue desplazando las formas tradicionales de producción en un contexto de acumulación y reproducción ampliada del capital. Al tomar conocimiento de estos procesos, a su vez, comenzó a interpelarnos la observación de esta configuración de la producción familiar local. Particularmente, al abordar estas narrativas empezamos a preguntarnos: ¿De qué manera emergen producciones en los intersticios de la estructura agraria villeguense? Esto nos plantea un nuevo desafío dentro del proceso investigativo en curso y, en parte, procuraremos dar cuenta en este apartado.

En parte, hemos recabado esto en el trabajo de campo y, un productor tambero, en diálogo con la investigación expresó sobre este fenómeno que “los tamberos tenemos la facilidad de echarle la culpa a la industria, pero me parece que es más abarcativo que eso, de que la industria nos pueda pagar un mejor o peor precio no es solamente culpa o alternativa de la industria láctea”.

En un escenario en donde “el precio de la leche siempre fue mala”, el sujeto incluyó que las limitaciones se incrementan con las contingencias climáticas, como las inundaciones o las sequías. Haciendo una revisión sobre su experiencia, concluyó que “la producción de cereales desde [...] el año 76 se multiplicó por 5, [pero] la producción lechera sigue igual en 10 mil millones de litros, ¿no? Ese es el mejor indicador de que algo pasa con la carrera láctea”.

Entonces, con este panorama, la estrategia del productor tambero estuvo conectada con la de tantos otros: mermar su producción y, por tanto, su existencia. En este sentido, dijo que

llegue a producir 1000 hectáreas, alquilando los campos alrededor del tambo para producir comida para las vacas y agrandar la escala, y después, engordar los machos en otros campos hace cinco años atrás. Hace cinco años que deje de alquilar la mayoría y ahora estoy con 40 hectáreas alquiladas (Entrevista Nro. 12, año 2020).

Al igual que la producción tambera, otro ámbito poco explorado hasta el momento es el desenvolvimiento de la producción hortícola del distrito. Por medio de Pechin, et. al (2021) tenemos conocimiento de estos sistemas en la región del noroeste bonaerense, los cuales son caracterizados como una producción predominantemente agroecológica, que se ubica en la interfase urbano-rural y/o periurbana como también en áreas de exclusión o amortiguamiento de las localidades agrarias. Asimismo, los autores encuentran que la mano de obra es predominantemente familiar o, en algunos casos, contratada por el municipio para trabajar en sus unidades productivas. Se afirma que, muchas veces, estas actividades llegan a representar un 50% de ingresos en las unidades familiares. Por otra parte, también se presenta la existencia de algunos grupos asociativos. En cuanto al régimen de tierras, la tenencia ocurre a través del arrendamiento en un 80%. Estos sistemas productivos cuentan con riego por goteo, coberturas y cultivos a cielo abierto. Por último, los canales de comercialización son las ferias locales, puestos de venta, lo que llaman “WhatsApp delivery” y/o en comercios.

Ahora bien, en nuestro trabajo de campo etnográfico hemos visitado el Archivo Histórico Regional de la localidad y remitiéndonos a los documentos encontramos numerosos relatos sobre la presencia de quinteros desde la llegada del ferrocarril. Un vecino se pronunció sobre estos espacios expresando que:

Se tratan de jardines en el medio del desierto, existen problemas con el riego, pero la tierra es muy rica. Pueden hacerse frutales y varias verduras. En Villegas todas las tierras parecen pobres y resecas, toda la tierra es buena y antiguamente había quintas muy grandes (Revista Centinela, s/f).

Por otra parte, una vecina de la localidad al reconstruir la historia de su familia recordó:

Al poco tiempo de morir su padre, María, la mayor de las hijas, se casó y le compró a su madre la casa de “La Trocha”. Con ese dinero mi abuela compró una quinta en el mismo barrio, y mientras sus hijos mayores cultivaban la tierra y criaban animales, ella, en un carro vendía la producción en el pueblo (Documento del Archivo Histórico Regional de General Villegas, s/f).

En estos relatos encontramos evidencia que podría acercarse a lo que Lemmi (2020) precisa como quinteros viejos, es decir, productores de origen europeo y avanzados en edad que pudieron ser propietarios de la tierra, lo cual configuró prácticas culturales y productivas bajo la figura de quintero local. Particularmente, en General Villegas, evidenciamos que estas determinaciones fueron desapareciendo con el tiempo, en gran medida, debido al avance del ejido urbano, el abandono de las explotaciones familiares y el loteo de las mismas. En este sentido, en la actualidad, ciertos barrios populares ubicados en el sur de la localidad son llamados cómo “ex quinta” y el apellido de sus dueños, como una forma de conmemorar a las familias productoras.

Aun así, frente a la aparente “desaparición” de estas representaciones en la actualidad, comenzamos a cuestionarnos: ¿Poseen estos sujetos productivos permanencia en el territorio de borde? De ser así, ¿de qué manera se expresan hoy en día? ¿Existen identificaciones, correlatos y/o distanciamientos con las identidades pasadas que habitaban el espacio periurbano?

La presencia en el territorio nos permitió acercarnos, reconocer e indagar en sentidos y prácticas sobre otras formas de producción que habitan este territorio. También, en comunicación con un productor dedicado a la ovicultura y la cría equina, nos relató que dentro de su quinta de 7 hectáreas generan pasturas como la alfalfa para alimentar a los animales. En este sentido, nos explicó que en “el último laboreo que hicieron le dieron 7 manos de disco a la tierra como para eliminar el gramón. La verdad que tuvimos una alfalfa muy linda, sacamos cantidad de rollos, pero no para vender, sino para los animales”. También, nos informó que todos los integrantes de la familia cumplen roles en el sistema productivo como “con el asunto de las ovejas está mi señora que me ayuda, por ejemplo ahora tipo 6 de la tarde le da maíz y después las largamos una hora al rollo y las sacamos y… no, eso estamos muy organizaditos”.

Además, encontramos sujetos huerteros que, al igual que Bisso Castro, et. al (2011), consideramos que no solo trabajan en sus unidades productivas, sino que también son

emprendedores que tienen otros proyectos productivos como: viveros; gallineros; producción de dulces, conservas, miel, brotes; y hasta alguna artesanía como cestería agroecológica, flores secas, herramientas apropiadas, ya que en su mayoría estos emprendedores tienen, además, su huerta para autoconsumo (p.191).

Asimismo, coincidimos con Feito (2005) en su decir que:

El productor de hortalizas o quintero, ubicado en la frontera entre el campo y la ciudad, es uno de los sujetos sociales menos estudiado en el mundo agrario argentino. Al margen [...] por la poca relevancia social de su escaso número, la relativa importancia de su producción y la dificultad de encuadrarlos social y espacialmente, sea como productores rurales o cuentapropistas urbanos [...] Están en la franja elástica de los suburbios, mientras la ciudad en su avance los va empujando fuera o encerrando dentro (pp.52-53).

En este sentido, destacamos el lugar del programa PROHUERTA del INTA y sus propuestas para la recuperación de esos saberes y su transmisión, en muchos casos despertando un interés en los ciudadanos. Como señala Cittadini (2014), en términos generales, aquí fue postulada la incorporación de tecnologías productivas en pos de los procesos de la naturaleza, salvaguardar su biodiversidad y aumentar la fertilidad de los suelos.

En una entrevista con la coordinadora del programa en la Estación Experimental Agropecuaria de General Villegas obtuvimos más detalles de su implementación en la localidad. Afirmó que existe un total de 800 a 900 beneficiarios en todo el partido, siendo 400 los destinatarios en la ciudad cabecera, los cuales tienen producción autofamiliar. Los que generan excedentes para la comercialización en la feria local se reducen a 7 u 8 productores en total. De acuerdo a la técnica, las razones por las cuales los sujetos se incorporan a la propuesta son heterogéneas:

  1. por tradición familiar
  2. para desarrollar una alimentación de calidad con mercancía fresca y así eliminar productos sobrecargados de agroquímicos
  3. para acción terapéutica y actividades al aire libre
  4. como ayuda económica

Las dimensiones expuestas nos permiten visualizar, tal como señala Palmisino (2017), que más allá del avance opresivo del agronegocio, en el territorio hay diversas experiencias que sostienen formas alternativas de producción agrícola “basándose en modelos productivos que buscan mantener un medio ambiente balanceado, con menor demanda de insumos externos, niveles de fertilidad y rendimiento sostenido, y la imbricación en redes de circulación basadas en el comercio justo” (Palmisino, 2017:22). Agregamos que estos productores y producciones no solo resisten los embates del agronegocio, sino también las amenazas del avance inmobiliario y la competencia por los usos del suelo presentes en el territorio de borde.

Conclusiones

Este artículo tuvo como propósito abordar las transformaciones agrarias y la configuración de la producción familiar en el espacio periurbano de la localidad de General Villegas (Buenos Aires). Como bien mencionamos, enmarcamos este objetivo en un proceso de investigación más amplio, en donde estudiamos la conflictividad socio-ambiental en torno del modelo de los agronegocios en dicha localidad. Entonces, en primer lugar, realizamos a modo introductorio una presentación del caso. Aquí reconstruimos someramente la estrategia implementada por la administración local donde, puntualmente, destacamos la aprobación de dos ordenanzas que pretenden regular las actividades agropecuarias en las intermediaciones urbano-rurales de la ciudad.

Consideramos que, en este contexto de creciente conflictividad, la municipalidad adoptó dispositivos del agronegocio para institucionalizarlos. En este sentido, como fundamento central, fue afirmado que no sería posible transicionar hacia otros modelos agroproductivos alternativos. De esta manera, en el trabajo de campo comenzó a interpelarnos sobre si existían otras lógicas productivas en el territorio. En concreto, presentamos consideraciones teórico-metodológicas y los interrogantes que emergieron: ¿Cómo se consuman las transformaciones agrarias en el contexto de conflictividad socio-ambiental en la localidad de General Villegas? ¿Cómo se configuran otras formas de producir en los intersticios de la estructura agraria villeguense?

Entonces, en el segundo apartado, reconstruimos las transformaciones agrarias suscitadas en General Villegas, vinculadas al avance hegemónico de los agronegocios. Si bien en las narrativas hegemónicas se sostiene que este es el único régimen posible de desarrollar, realizamos un reconocimiento de las consecuencias y acontecimientos desatados por las catástrofes climáticas desde la década de 1980 hasta el año 2018. Concretamente, fuimos destacando fenómenos relacionados con esta crisis, como las inundaciones, la reconversión productiva, el abandono sistémico de los lotes y el acaparamiento de tierras.

Por último, en el tercer apartado, con relación a las señaladas transformaciones indagamos sobre la producción familiar villeguense, es decir, una forma productiva dirigida por otras lógicas y valores distantes al agronegocio. Se trata de producciones enclavadas en el periurbano con particularidades socioproductivas de las cuales procuramos dar cuenta. Entonces, desde una mirada relacional e histórica, realizamos un recorrido por los sentidos y las prácticas desplegadas por estos sujetos productores.

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  3. 3 En términos generales, eran exigidas medidas tendientes a la privatización, la desregulación y la liberalización al mercado externo, la reducción de los aranceles y la adopción del plan de convertibilidad. Particularmente, en este contexto, se consumó el auge de las políticas neoliberales recomendadas por el Banco Mundial (BM) y Fondo Monetario Internacional (FMI) en los países destinatarios de estos préstamos.

  4. 4 También se encuentra la cuenca Abasto Sur (Navarro, Lobos y Coronel Brandsen), la cuenca Mar y Sierras (Tandil) y la cuenca de Abasto Norte (Luján, Mercedes, Suipacha y Chivilcoy).

  5. 5 Véase https://news.agrofy.com.ar/noticia/168009/general-villegas-143-tambos-que-habia-2015-hoy-quedan-85 y https://news.agrofy.com.ar/noticia/161853/inundacion-cayo-15-produccion-tambos-general-villegas.

  6. 6 Se trata de un hongo que les crece en las pezuñas del ganado vacuno.

  7. 7 En este informe se agrega que esto tuvo una consecuencia directa en la composición demográfica de las localidades y el tipo de empleo que ofrece la zona.

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