Revista de la Escuela de Antropología

Escuela de Antropología - Facultad de Humanidades y Artes - Universidad Nacional de Rosario

ISSN 1852-1576 / e-ISSN 2618-2998

Número XXVIII - PERÍODO ene-jun

DOI 10.35305/revistadeantropologia.v0iXXVIII.136

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/

Afrodescendencia, racismo y antropología:

reflexiones a partir de instancias formativas en las aulas de la Universidad Nacional de Rosario

Broguet, Julia

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Universidad Nacional de Rosario

Argentina

juliabroguet@gmail.com

http://orcid.org/0000-0001-8246-1203

Resumen

En el cursado de la carrera de Antropología de la Universidad Nacional de Rosario entre 1999-2004 aproximadamente, los estudios sobre las poblaciones afrodescendientes en las Américas y las discusiones derivadas de la variable racial, con relación a estas poblaciones, fueron poco tratados. En este trabajo queremos problematizar esta escasez bibliográfica y el tipo de abordaje de algunos de estos debates durante nuestra experiencia formativa generacional (Achilli, 2011) a la luz de una adscripción que realizamos desde el 2017 (y actualmente) en la materia Sistemas Socioculturales Americanos de tal carrera. A partir de este contraste iremos recuperando experiencias e intercambios surgidos del espacio áulico, en diferentes periodos y materias de la carrera, en pos de cuestionar factores que, en distintos niveles contextuales, entendemos provocaron que en esta institución de educación superior estuvieran casi totalmente ausentes los estudios afrodescendientes y el debate en torno a las continuidades/superposiciones entre raza/etnicidad, como un elemento conexo. Las breves reflexiones que reúne el presente escrito pretenden aportar a un intercambio crítico sobre la formación antropológica en la UNR.

Palabras Clave

Afrodescendencia, racismo, formación universitaria, antropología, Rosario

Afro-descendants, racism and Anthropology: reflections from different formative instances at the National University of Rosario

Abstract

In the training to obtain the degree in Anthropology of the National University of Rosario between 1999-2004 approximately, there were little discussions on the field of Afro-descendant populations in America and topics about the racial variable, concerning these populations. In this paper, we shall emphasize the lack of bibliography and the ways of approaching some of these issues in our generation educational experience (Achilli, 2011), considering my experience as an Assistant Professor since 2017 (and currently) in the subject American Sociocultural Systems in the Anthropology Degree. Contrasting both instances, we will recover experiences and exchanges in the classroom practices, in different periods and subjects, in order to question aspects that, at different contextual levels, we believe that provoked the lack of Afro-descendant topics and the debate around the continuity/overlap between race/ethnicity as a related matter. The reflections gathered in this paper are meant to contribute to a critical interchange about the anthropological formation at the National University of Rosario.

Keywords

Afro-descendants, racism, University education, anthropology, Rosario

FECHA DE RECIBIDO 12/07/2020

FECHA DE ACEPTADO 20/03/2021

COMO CITAR ESTE ARTICULO

Broguet, J. (2021) Afrodescendencia, racismo y antropología: reflexiones a partir de instancias formativas en las aulas de la Universidad Nacional de Rosario. Revista de la Escuela de Antropología, XXVIII, pp. 1-22. DOI 10.35305/revistadeantropologia.v0iXXVIII.136

Introducción

La Universidad Nacional de Rosario (UNR) se abre en el año 19681. Ese mismo año se inaugura la Licenciatura de Antropología, sin embargo, su recorrido se ve interrumpido por el golpe de Estado de 19762. Recién en el año 1984 la carrera se reabre con un nuevo plan de estudios elaborado en el año 19853. En su Licenciatura en Antropología, que se cursa en la Facultad de Humanidades y Artes, se encuentra en vigencia el Plan de Estudios 2007 que incluye el Profesorado en Antropología.

En el plan de estudios que corresponde a la licenciatura en Antropología, los Sistemas Socioculturales conforman un “núcleo” de materias que abordan los procesos socio-étnicos en diferentes “áreas de abordaje”4 (Plan de Estudios, RES N°636/06, p.4)5. En orden de aparición en el plan se ubican Sistemas Socioculturales Latinoamericanos, Americanos y Extra-Americanos6. A partir de cambios en los programas, se comenzó a incorporar bibliografía referida a pueblos afrodescendientes (según cada “área de abordaje”) y, en menor medida, discusiones teóricas en torno a raza/racialización, como parte de debates concernientes a las teorías contemporáneas de la etnicidad (Programa Latinoamericanos, 2019; Programa Americanos, 2019 y Programa Extra Americanos, 2019)7. Específicamente, Sistemas Socioculturales Americanos es una materia del tercer año y su recorte abarca Centroamérica y América del Norte8.

Durante el cursado de la carrera de Antropología de la UNR–en el periodo que va de 1999 hasta aproximadamente 2004–, fueron escasos los intercambios y debates en torno a los estudios de los pueblos afrodescendientes en las Américas (desde la esclavitud hasta las movilizaciones políticas afrodescendientes) y la problematización de las analogías/superposiciones entre las nociones de etnicidad y raza (Briones, 1998, Hall, 2013 [2000]). Aunque este último debate excede ampliamente la realidad de las poblaciones afrodescendientes de las Américas (Briones, 1998), en esta oportunidad nuestro interés es detenernos en las vinculaciones que entendemos existieron entre ambas ausencias en la trayectoria formativa del periodo mencionado.

Para este análisis quisiéramos retomar de quien fue profesor de esta casa de estudios, Edgardo Garbulsky (1992), la invitación al ejercicio de la “autocrítica” disciplinar. Además, recuperar su advertencia respecto al papel de “la ideología racista” en la historia de las ciencias antropológicas en nuestro país y cuanto estos “procesos ideológicos [generaron] obstáculos en la comprensión y el análisis de nuestra formación étnica” (p.16). Así, en este trabajo nos interesa problematizar aspectos que pueden permitir comprender la escasez de bibliografía y el tipo de abordajes que hubo de estos temas (cuando los hubo), en la formación de grado en la UNR, tomando la experiencia formativa generacional (Achilli, 2011)9 de ingresantes a la carrera en el año 1999 –de la cual participó la autora de estas líneas–, y contrastando con la trayectoria que realizamos en el marco de una adscripción que inició en el 2017 y continúa actualmente en la materia Sistemas Socioculturales Americanos (SSA) de la Carrera de Antropología de la UNR10.

Primeramente, indagamos los antecedentes sobre la temática afrodescendiente en nuestra disciplina y situamos las discusiones en el contexto argentino y en concreto en la Carrera de Antropología de la UNR. Luego, hacemos un rastreo de una experiencia formativa generacional particular (Achilli, 2011), recurriendo a testimonios de estudiantes que fueron parte de esa cohorte junto a quienes compartimos lecturas, discusiones y la necesidad de interrogar lo que, a comienzos del 2000, muchxs de nosotrxs designábamos como una “identidad latinoamericana”, a la luz de “la aparición de grupos históricamente invisibilizados”, como “los negros” en nuestro país (Informe parcial Seminario Final, junio 2005)11. Esta inquietud se inscribió en un proceso socio-político más amplio que en Argentina comienza a perfilarse en la década del 90 de la mano de un tipo de multiculturalismo tardío que, por un lado, se configuró ‘desde abajo’ “de la mano de colectivos e individuos afrodescendientes y, por otro, se sirvió de “vínculos con instituciones angloparlantes correspondientes con países centrales” como Estados Unidos (Parody, 2019: 92). Se trata de un elemento a nivel global con incidencia específica en lo local, que condicionó la reorganización de un activismo afroargentino, principalmente en Buenos Aires12. A continuación, problematizamos esta experiencia formativa generacional de cara al tránsito en la adscripción en SSA. Detallamos tareas desarrolladas para profundizar en la temática afrodescendiente –que, como veremos, había comenzado a incluirse en el programa al momento del inicio de nuestra adscripción– y el rastreo de los debates sobre la noción de raza –para tratar sus vinculaciones con la de etnicidad– (Briones, 1998, Hall, 2013 [2000], Restrepo, 2012, Trouillot, 2003, Segato, 2006). Finalmente, a partir de emergentes áulicos surgidos de la experiencia de adscripción, proponemos la idea de “experiencias interculturales” para problematizar aspectos de la compleja trama que colaboró a la imagen de “desaparición” de la presencia africana y afrodescendiente en nuestro país, con consecuencias en diferentes niveles: en espacios estatales/institucionales (Reid Andrews, 1989) tanto como en formas cotidianas de interacción social (Broguet, 2019). Así, las breves reflexiones que reúne este escrito pretenden aportar a un intercambio crítico respecto a nuestra formación antropológica en la UNR.

Los estudios afrodescendientes en un país “sin negros” y “sin racismo”

En un trabajo de 1992, publicado en una compilación que reunía análisis en torno a los 500 años de la conquista europea en territorio americano, el antropólogo rosarino Edgardo Garbulsky abordaba la antropología de los años cuarenta y su concepción de la “formación étnica argentina” (Garbulsky, 1992:16)13. Partiendo de la figura de José Imbelloni –difusor de la escuela histórica-cultural en nuestro país– y su libro “La formación racial argentina” (1947), Garbulsky observó el papel de antropólogos de mediados del siglo XX y advirtió que la disciplina en nuestro país tenía pendiente la “autocrítica” de su historia, sobre todo en lo referido a las concepciones racistas que sostuvo en determinados períodos y en cómo estas concepciones (ligadas mayormente a la antropología física), se entramaron con políticas estatales nacionales implementadas durante el primer peronismo entre los años 40 y 50 (Soprano, 2009). También señalaba “deudas” de la disciplina con la sociedad, en particular en la producción de trabajos que contribuyeran a esclarecer “los procesos reales étnicos y de las relaciones interétnicas que no pueden ni deben ser disociados del entramado de relaciones sociales, que configuran nuestro desarrollo como formación (nacional)” (Garbuslky, 1992:22). De este modo, advertía la racialización de la idea misma de “nación argentina”, al mismo tiempo que identificaba la urgencia de abordar antropológicamente los vínculos de tales elementos (“ideología racial” y “formación nacional”), con los procesos/relaciones caracterizados étnicamente. Así, entendemos que la casi ausencia, hasta hace unos pocos años, de contenidos referidos a estudios afrodescendientes en la formación antropológica de la UNR, se relaciona con las peculiaridades de nuestra “formación nacional” y la “ideología racial” que la sustentó, basada en una efectiva narrativa de blanqueamiento que históricamente “se [vanaglorió] de carecer de ‘negros’ y, por ende, de racismo” (Briones, 2002:70). En la última década tales procesos históricos fueron intensamente cuestionados (Lamborghini, Geler y Guzmán, 2017). Veamos razones, a distintos niveles contextuales, que permiten entender algunos cambios e involucran a la academia, al activismo y a las reformas constitucionales de países latinoamericanos.

En principio, vale decir que la antropología latinoamericana en general privilegió el trabajo con “lo indígena”, en la medida que en la mayoría de los países se le “daba cabida como una forma institucionalizada de la diferencia (o de la otredad), e ignoraba o menospreciaba a lo negro” (Restrepo 2013:24)14. Por lo cual, en distintas academias la temática no estaba legitimada e incluso se cuestionaba la pertinencia disciplinaria para su tratamiento (op.cit.). En sintonía con esta concepción, lxs antropólogxs abordaron “la cuestión indígena” casi exclusivamente desde los estudios étnicos (Briones, 2002:67), sin considerar y/o contrastar tales teorías con los debates propios de los estudios raciales15.

En nuestro país, y colaborando a reforzar este privilegio de “lo indígena” por sobre “lo negro”, los estudios académicos pioneros sobre población afroargentina de la década del 60-70, mayormente tendían a “certificar su inexistencia o su irrelevancia” en el momento en que fueron escritos (Frigerio, 2008)16. Así, tales estudios abonaron a la idea de Argentina como un país donde la población afrodescendiente había ido “desapareciendo”, lo cual ayuda a entender que la inquietud por conformar un área de estudios específica sobre esta temática, no haya tenido particular destaque en décadas posteriores.

Hacia los años 80, en academias del Cono Sur, cobró impulso el desarrollo de un campo de estudios académicos sobre la diáspora africana, tras las revisiones del debate, considerado inaugural, entre Frazier y Herscovits en el Norte global. A partir de esa década, en universidades colombianas, el debate sobre el papel de África en las producciones culturales de los pueblos afrodescendientes del continente abonó a una crítica de la ideología del blanqueamiento y los imaginarios homogeneizantes sobre los cuales se habían conformado las narrativas nacionales en la región. La década de 1990 significó la profundización y la expansión regional de estos estudios y, en nuestro país, fue el periodo en el cual comenzó a producirse la renovación de este campo. Tal expansión regional se impulsó, por un lado, en reformas constitucionales de varios Estados latinoamericanos que comenzaron a considerar la “diversidad cultural” constitutiva de sus respectivas naciones17. En Argentina, a diferencia de otros contextos nacionales, y en consonancia con un “multiculturalismo tardío” (Parody, 2019), la reforma constitucional de 1994 no afirmó de manera explícita “la multiculturalidad y plurietnicidad de la nación” (Frigerio y Lamborghini, 2011:23). Por otro, su difusión se apoyó en la consolidación de un movimiento negro latinoamericano y su despliegue a nivel local. En Argentina, esta década fue escenario de la reorganización de grupos pertenecientes a diferentes diásporas afrodescendientes, impulsados por la particular “estructura de oportunidades políticas” (Frigerio y Lamborghini, 2010:140) que se abre en ese periodo y por el desarrollo “de un campo de actividades de reivindicación de la cultura negra” (op.cit.: 143) que permitió/condicionó sus reclamos y denuncias sobre la invisibilización de lxs afrodescendientes y el racismo en Argentina. Así, el campo de estudios afrodescendientes se afianzó hace unos 10 años18 incluyendo perspectivas que consideran el análisis de los procesos de desigualdad y racialización por los que se vio específicamente afectada la población afrodescendiente (Guzmán y Geler, 2013).

¿Cómo repensar el currículo desde estas relativas ausencias?

A diferencia de otras experiencias nacionales en América Latina, el centro fuerte de las actividades de la antropología argentina fue la universidad (Garbulsky, 1991-92)19. En esta línea, entendemos que el debate en torno a los currículos de materias vinculadas con la antropología en la UNR con referencia a los ejes señalados hasta ahora, es axial para problematizar la idea de una matriz nacional de diversidad argentina que “presumiblemente no [quedó] afectada por el racismo” (Briones, 2002: 73). Desde esta consideración, el llamado de atención de Garbulsky (1991-1992) incluye ajustar nuestros marcos conceptuales para examinar varios aspectos. Por un lado, las teorías de la etnicidad a partir de las cuales buscamos comprender antropológicamente la realidad argentina (y, en general, americana), cómo contemplan (o no) las “analogías y superposiciones” históricas entre la etnicidad y la raza y cuánto colaboran (o no) a construir la “otredad comunal y tradicional radical” que, precisamente, buscamos problematizar (Restrepo, 2004:23). Asimismo, preguntarnos en qué medida estos abordajes nos permiten avizorar “la naturalización de una etnicidad no-marcada que ha estructurado lo que aparece como étnico” (op.cit.) y que en nuestro país se erige como un “nosotros” blanqueado, europeizado y libre de mestizaje. Por otro lado, atender a las formas particulares que adquirió al fenómeno del racismo en Argentina (a la luz de otras experiencias latinoamericanas), y en particular a algunas dificultades de la antropología local para reconocer y ponderar la otredad racial, y ya no solo cultural y/o social, de sectores históricamente categorizados como “negros” (Frigerio, 2006)20; así como considerar específicamente el papel de africanxs y afrodescendientes en la constitución de la matriz nacional de diversidad argentina, aspecto no siempre tenido en cuenta en la investigación social argentina (Lamborghini, Geler y Guzmán, 2017).

Como adelantamos, realizamos entrevistas breves con estudiantes del año 1999 específicamente sobre cómo recordaban que había sido durante su formación de grado el tratamiento de la temática afrodescendiente y los debates en torno a la dimensión racial en el continente americano21. Uno de ellxs mencionaba:

Las discusiones sobre raza eran en Bioantropología, que se veía la cuestión del color de la piel, características físicas y la cuestión era que no había razas (Javier, ingresante 1999, Rosario, 12 de mayo 2020).

Trabajamos el concepto de raza, pero no recuerdo que haya sido una discusión. Recuerdo también que en Método22 hablábamos una vez de lo sociocultural. Me acuerdo que estábamos hablando sobre la categoría de clase, y algunas planteamos los usos de “negro de mierda” en nuestro país y como lo racial estaba vinculado a lo sociocultural. Pero la cuestión por parte de docentes era, acá no, en Argentina no. Estoy hablando a principios del 2000 (María Cecilia, ingresante 1999, Rosario, 28 de mayo, 2020).

Estos relatos nos sirvieron como un puntapié para plantearnos interrogantes –a seguir profundizando– sobre la formación antropológica en UNR23. Por un lado, las discusiones en torno a la categoría de raza incluyeron escasas consideraciones respecto al papel central del racismo en los procesos de desigualdad propios de las sociedades de clase (Restrepo, 2013), en particular en nuestro país (Margulis y Urresti, 1999, Frigerio, 2006). Por otro, el abordaje se orientó a desacreditar su estatus científico y discutir la historia disciplinar, a partir del análisis del racismo en el contexto europeo y/o estadounidense (Menéndez, 2010) y a fin de revisar la etapa en la cual la antropología respaldó y produjo la categoría de raza (Menéndez, 2017). Como advierten Restrepo (2012) y Trouillot (2003), y en consonancia con otras antropologías latinoamericanas, las consecuencias negativas de este tipo de abordaje fueron, por un lado, afianzar una oposición problemática entre biología/cultura que a veces sigue dificultando hablar de la raza como una construcción social, y de la biología/genética como un campo igualmente atravesado por significados sociopolíticos y, por otro, entorpecer el debate acerca de los traspasos, continuidades y contaminaciones de presupuestos biogenéticos y/o somáticos entre “etnia” y “raza”24. Así, reconocemos que esto fue un elemento común a otras antropologías nacionales vinculado a cuánto la palabra “raza” estaba “necesariamente asociada al racismo” y a la urgencia de “conjurar” su uso, dado que la ciencia había demostrado que “no tenía ninguna existencia como hecho biológico” (Restrepo, 2012:154)25. Pero entendemos que, en nuestro país, tal desconfianza se conjugó con una narrativa nacional de blanqueamiento que obliteró la raza como un elemento entramado en prácticas y representaciones que permearon la vida cotidiana nacional. En la formación antropológica de la UNR, este borramiento de la noción de raza y su reemplazo por etnia/cultura –que indica la ausencia de la palabra, pero no de las conceptualizaciones que abarca (Trouillot, 2003) – supuso la omisión de autores y discusiones que han ido más allá de las críticas a los determinismos biológicos y sus implicaciones racistas. Sobre al tratamiento de la temática afrodescendiente durante la carrera, estxs mismxs estudiantes rememoraban:

Cuando la temática empieza a resonar en mí [se refiere a la primera mitad del 2000] no había ningún tipo de abordaje respecto a lo afroargentino, no recuerdo una materia en la que esto haya sido algo que se aborde. Si obviamente, desde Brasil. Pero lo recuerdo más como una narrativa desde la construcción del Estado nación, y no que hayamos abordado la temática racial (María Cecilia, ingresante 1999, Rosario, mayo 2020).

La única cátedra que recuerdo haber visto algo es Sistemas Americanos [se refiere al año 2001]. Recuerdo que el autor era Uya y que hicimos un trabajo sobre santería cubana26. Eran inquietudes que teníamos, pero no se veía mucho. Y en el resto de la carrera no recuerdo haber dado nada de lo afro en América. Tampoco se veía mucho de África y los procesos de descolonización. Se veía una cosa más general. Cuando hicimos segundo año, que nos tocó Metodología (en el año 2000), había planteado hacer algo sobre descendientes de africanos en Argentina y no había mucho material (Javier, ingresante 1999, Rosario, mayo 2020).

En la Introducción a una compilación autogestionada de tesinas de licenciatura, junto a otrxs ingresantes de 1999, identificamos que esta escasez de contenidos en la formación antropológica favoreció la emergencia de inquietudes de investigación (en tesis de grado y posgrado27) que fueron parte de un “núcleo problemático” generacional (Alucín y Biasatti, 2015, s/p). Uno de los ejes temáticos de este núcleo fueron las “prácticas culturales afroamericanas” que comenzaron a arribar con fuerza a nuestro país durante los años 90 de la mano de migrantes afroamericanos (de Uruguay, Brasil, Perú) y cuánto las experiencias vitales con tales prácticas nos permitieron cuestionar la narrativa histórica de una Argentina “blanca y europea”, que había producido formas locales de racismo que tendían a “invisibilizar” y “extranjerizar” a la población afrodescendiente28. Así, reconocemos que nuestras tareas actuales de adscripción en SSA se inscriben en aquella experiencia formativa generacional buscando, esta vez, abonar al debate en el aula de temáticas que en nuestra formación se volcaron a un espacio de interrogantes e intercambios entre pares, marcado por nuestras propias trayectorias con prácticas culturales afroamericanas, donde la Universidad fue territorio de “encuentro y discusión de buena parte de nuestros proyectos culturales-políticos-sociales y, simultáneamente, “objeto de nuestras críticas más implacables” (Alucín y Biasatti, 2015: s/p).

Experiencias áulicas

En Sistemas Socioculturales Americanos se viene trabajando en abrir discusiones (desde su recorte regional) sobre la historia de la población afrodescendiente en las Américas y en torno a la problematización de la categoría de raza, desde abordajes que permitan revisar su papel en procesos sociohistóricos de alterización. Siguiendo el programa de 2016, en SSA el tratamiento de los procesos socio-étnicos parte “del contexto mexicano como horizonte desde el cual poner en diálogo a las antropologías americanas” (Programa Americanos, 2016). En su Unidad IV, denominada “Legados históricos de la esclavitud y resistencia cultural de los afrodescendientes”, se trabajan ejes referidos a la revolución haitiana, las huellas de África en la literatura, la música, los bailes y el arte americanos y se hace una cartografía de las movilizaciones políticas afrodescendientes (op.cit.). Al iniciar nuestra adscripción (2017), la bibliografía se orientaba a trabajos mayormente provenientes del campo de la historia –investigadorxs locales como Pineau (2012), Harari (2013) y Mallo (2010) y el historiador nigeriano Uya (1989)29–. A tales trabajos se sumaban aportes provenientes de la antropología –estudios considerados clásicos como los de Fernando Ortiz (1993) en Cuba y el balance de Kelvin Yelvington (2001) sobre los estudios afrolatinoamericanos–, la sociología, la filosofía, los estudios latinoamericanos y el derecho –autores como Serna Moreno (2015), Gruner (2010), Arévalos (2012) y Diene (2012)– (Programa Americanos, 2016). En el programa del año 2019, como parte de intercambios al interior de la materia, se incorporó material a la bibliografía ampliatoria proveniente de la antropología latinoamericana, como Restrepo (2012) e Izard (2010), y africana, como Thioub (2015).

Respecto a nuestro recorrido en el tema, se inscribe en la tradición de estudios sobre las poblaciones negras en las Américas que se remonta a la primera mitad del siglo XX (Restrepo, 2013). En términos amplios, nos nutrimos de la conformación de un campo de estudios afrolatinoamericanos –que se consolida a comienzos del presente siglo (Yelvington, 2001)– y, luego, afroargentinos, con estudios sobre esclavitud, afrodescendencia y migraciones africanas en el país (Guzmán y Geler, 2013). Asimismo, nuestro recorrido adquiere rasgos locales asociados a experiencias grupales y desarrollos de la antropología rosarina. Como mencionamos, la inquietud por tales temáticas surgió del “conocimiento experiencial” (Frigerio, 2000) derivado del acercamiento a prácticas culturales afroamericanas a inicios del 2000 y cómo este tipo de conocimiento se volvió objeto de reflexiones teórico-metodológicas que se volcaron al Área de Antropología del Cuerpo de nuestra Facultad, creada en 1997. Desde allí, abordamos la raza como una particular marcación histórica de los cuerpos e identificamos cuánto los procesos de racialización que nos afectaron como sujetos nacionales, se materializaron en corporalidades históricamente situadas (Broguet, 2019), problematizando estas dimensiones subjetivantes (Broguet, Corvalán y Rodríguez, en prensa).

El interés cuando iniciamos la adscripción fue profundizar y compartir discusiones en torno a dos líneas que se entrecruzan e intentamos poner en diálogo con las problemáticas que ya presentaba el programa. Es decir, rastrear los debates al interior de la antropología en torno a la presencia africana y afrodescendiente en nuestro continente y, en sintonía con la temática afrolatinoamericana (pero no reducida a ella), mapear una línea teórica que viene subrayando la necesidad de entender la raza como una forma de categorización social central para comprender la realidad latinoamericana y específicamente el fenómeno del racismo en el ámbito local30. Ya mencionamos que en nuestra formación académica hubo escasas referencias a estos debates. También señalamos que, según nuestra lectura, esta ausencia se vio reforzada por un contexto nacional fundado bajo una fuerte narrativa de blanquitud y europeidad “libre” de mestizaje (Guzmán, Geler y Frigerio, 2016), marcado por el supuesto de que las consecuencias de la esclavitud y la realidad de las poblaciones afrodescendientes en el continente eran un “problema” que afectaba más directamente a otros países de la región, y no así a la Argentina31.

En las instancias en las que tuvimos la oportunidad de compartir en el aula las indagaciones realizadas en el marco de la adscripción, incorporamos las nociones de racismo y androcentrismo epistémico (Grosfoguel, 2012; Tarducci, 2010) para analizar trayectorias de la antropología respecto a la temática de la afrodescendencia y la problemática racial32. En tales oportunidades, advertimos que el abordaje de la temática afrodescendiente provoca reacciones e inquietudes entre estudiantes. Primero, notamos un creciente interés por la presencia africana y afrodescendiente en América, así como en ejes íntimamente conectados, como el género y los feminismos negros, los vínculos entre manifestaciones culturales y reivindicaciones políticas de grupos afrodescendientes (y aspectos de las artes performáticas afroamericanas) y la problemática de las migraciones y diásporas de estos grupos a lo largo del continente. También, y en consonancia con las ausencias relativas y tipo de abordajes que ya señalamos en la formación antropológica de la UNR, surgen dudas en torno a la discusión sobre raza y preocupaciones que giran en torno a si “mencionar la raza no es ser racista” lo cual vuelve a exponer la necesidad de una discusión profunda en torno a esta categoría en nuestra casa de estudios. Si bien podríamos adjudicar este interés creciente por la temática “afro” a la aparición de retóricas multiculturales globales, que en el país impactaron efectivamente hace una década (Parody, 2019), y reconocer los niveles locales de exotismo y fetichización en torno a “lo afro”, en buena parte generados por la invisibilización histórica de la presencia afrodescendiente, entendemos que esta mirada corre el riesgo de reducir el análisis y que hay otros elementos que aportan a la comprensión de tal inquietud. Fuimos percibiendo que el tratamiento de esta temática produce afectaciones de otro orden, interpelando más íntimamente a algunxs estudiantes. Por tal motivo comenzamos a madurar la propuesta de experiencias interculturales. Para caracterizar estas experiencias retomamos contribuciones de Mato (2009) que refieren a la interculturalidad como la posibilidad de “pensar, analizar e interpretar ‘relación/es’ entre agentes sociales que se perciben (o son percibidos) como ‘culturalmente’ diferentes” (pp. 32). Es decir, entendemos que, al momento de introducir la temática afrodescendiente en un aula rosarina, partimos de una percepción construida en el contexto nacional que históricamente ha extranjerizado (y aún continúa haciéndolo) esta presencia étnico-racial, disociando radicalmente la idea de “Argentina” a la idea de “afro”. Pese a que, como mencionamos, el recorte de SSA no incluye la realidad de nuestro país, es notable la necesidad que manifiestan algunxs estudiantes de situar la reflexión sobre el tema en nuestro contexto nacional. En tal sentido, reconocemos que el trabajo que venimos realizando en el cotidiano áulico permite desgastar este mecanismo otrerizante, en la medida en que problematizamos al racismo como un fenómeno histórico, con características nacionales específicas, que precisamente contribuyó a la producción de esa otredad. Así, advertimos que hay quienes se acercan en forma particular, para compartir historias familiares que entienden que fueron “negadas” o “silenciadas” y que se vinculan a antepasadxs afrodescendientes. En general, lxs estudiantes señalan episodios o relatos familiares que conocen “a medias” o que entienden que fueron parte de “secretos” familiares que circularon en algún momento por el espacio doméstico, sobre los cuales tienen poca información y deseos de indagar33. Subrayamos estas situaciones porque entendemos que el tono confidencial que a veces adquieren los intercambios, cuando algunxs estudiantes se acercan en forma personal y relatan estas historias “no dichas”, “no contadas” u omitidas de las memorias familiares, es un elemento más para analizar por qué en el contexto universitario, al menos en el rosarino, es muy reciente, por un lado, la apertura de espacios de estudio y discusión sobre la historia vinculada a la población africana y afrodescendiente y, por otro, como un elemento conexo, la problematización del racismo como una urdimbre sobre la cual se entrama el cotidiano nacional y, más específicamente, institucional. En tal sentido, la aparición de estas inquietudes “íntimas” nos dan pistas sobre el funcionamiento de las categorizaciones raciales en Argentina y cuánto afectó (en el sentido de producir afectos: vergüenza, silencios, cosas “no-dichas”) las relaciones interpersonales y espacios sociales, dificultando su explicitación como problema “público” (Segato, 2006; Broguet, 2019).

La voluntad de algunxs estudiantes de indagar en estas narrativas familiares devela que, en consonancia con un multiculturalismo tardío, en la última década esta temática comenzó a ser explicitada y nombrada, lo cual colaboró con su paulatina elaboración (tanto en lo que refiere a los debates académicos como quizás, y en otro orden, subjetivamente). Hecho este recorrido, reconocemos la necesidad de introducir discusiones y retrabajar emergentes en el aula universitaria para desacoplar prácticas, discursos, imaginarios que fortalecieron la articulación de la idea de “desaparición” a la de “extranjerización” de la presencia afrodescendiente en nuestro país. Lo cual, como sugerimos a lo largo del trabajo, contribuyó a la casi total ausencia de estudios sobre el tema en la formación antropológica de la UNR y, en especial, a retrasar la inquietud por identificar algunas de las señas particulares de un racismo argentino.


1 En este año se funda la Universidad Nacional de Rosario, mediante la Ley 17.987, cuya estructura es un desprendimiento de la Universidad Nacional del Litoral, de quien toma sus primeros organismos académicos y administrativos (Bartolomé, 2007, p.72).

2 En la década de 1950 se crea el Instituto de Antropología (1951) y el nuevo Plan de Estudios de Historia que incluyó la orientación en antropología (1959). Según Pavesio (2017), tales procesos pueden considerarse como “fundacionales” para la carrera de Antropología en Rosario.

3 Siguiendo a Achilli (2011) el recorrido de la carrera de antropología en Rosario tiene una historia marcada por “los cortes y discontinuidades que impusieron los golpes de Estado de 1966 y 1976”. Según esta autora las “experiencias formativas generacionales” están relacionadas a los diferentes planes de estudio que son parte de la historia de la carrera de la Universidad Nacional de Rosario, cinco en total (1959, 1970, 1977, 1985 y 2007) (op.cit.).

4 Como se observa, en el Plan de Estudios del año 2007 perdura una superposición problemática entre la noción de cultura asociada a la de territorio o “área de abordaje”, en este caso. Esta concepción de la cultura como un fenómeno territorial viene siendo eje de diferentes críticas de cara a la creciente interconexión espacial (Grimson y Semán, 2005).

5 La noción de “sistema sociocultural” está presente en varios planes de estudio en antropología del país. La observamos al menos en otras tres universidades nacionales: Salta, Misiones y Buenos Aires. Aunque la idea de “sistema” en antropología evoca conceptualizaciones funcionalistas en este caso no logramos rastrear el porqué de esta denominación frecuente. Sí advertimos que surge en los planes de estudios tras las reformas de los años 80, luego del retorno a la democracia (Bartolomé, 2007).

6 Sistemas Socio-Culturales Latinoamericanos es una materia anual de primer año que comprende América del Sur (Programa Latinoamericanos, 2019). Extra Americanos es cuatrimestral de cuarto año e incluye “los procesos actuales en Asia, África, Europa y Oceanía, otorgando especial importancia a las investigaciones y trabajos antropológicos realizados bajo la influencia de los procesos de colonización-descolonización” (Programa Extra Americanos, 2019:1). Esta última materia no aborda directamente el estudio de las poblaciones afrodescendientes en las Américas, pero sí incorpora bibliografía (desde el movimiento de la negritud hasta Frantz Fanon) que permite considerar las vinculaciones en el siglo XX entre los procesos africanos de descolonización y una producción intelectual caribeña que interroga la racialización de las relaciones sociales en el mundo colonial (op.cit.).

7 En los últimos años hubo una renovación generacional en la planta docente de estas materias. Es materia de interrogantes a seguir profundizando si tal renovación generacional incidió (o no), y de qué modo, en la incorporación en la carrera de la temática afrodescendiente y la problematización de la noción de raza, desde sus superposiciones/continuidades con la noción de etnicidad.

8 SSA pertenece al Ciclo Básico (para la Licenciatura) y al Ciclo Superior (para el Profesorado).

9 Achilli (2011) entiende las experiencias formativas “en un sentido amplio”: tanto en “el plano de la especificidad de la formación antropológica de grado” como en “la interacción y las prácticas cotidianas en el contexto de determinados climas intelectuales, sociopolíticos e ideológicos de cada época” (2).

10 De acuerdo al reglamento de la UNR, una adscripción apunta a “adquirir, ampliar y/o profundizar conocimientos sobre un tema previamente establecido, obtener experiencia docente en un área determinada y contribuir a la formación teórico-metodológica” (Res. Nº 576/2011 CD).

11 El uso acrítico de la categoría colonial “negro” para referirse a las poblaciones de origen africano estuvo naturalizada durante muchos años en la academia. La aparición del término afrodescendiente recién se institucionaliza en el año 2001 tras la Conferencia de Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia realizada en Durban (Sudáfrica) y colaboró a interrogar algunas de estas naturalizaciones –así como también planteó nuevos dilemas que aquí no podremos profundizar en torno a las designaciones de poblaciones históricamente racializadas–. En nuestro país, la noción de “invisibilizacion” para describir parte de los procesos históricos atravesados por la población afroargentina fue introducida por los análisis antropológicos de Alejandro Frigerio de comienzos del 2000.

12 Un hito significativo en la reorganización de un activismo afroargentino es la fundación de la ONG África Vive en el año 1997.

13 Agradecemos a Silvana Sánchez el facilitarnos el acceso a este trabajo del profesor Edgardo Garbulsky.

14 Es un tema de análisis aparte, que excede ampliamente a este trabajo, el papel de las academias cubana y brasilera respecto a lo que hoy denominamos estudios afrodescendientes.

15 Sobre el abordaje de la temática indígena en Latinoamérica, Briones (2002) agrega que este privilegio de los estudios étnicos también se vincula a una concepción de la etnicidad como “divisiones en la cultura” que, a diferencia de las “divisiones en la naturaleza” subyacentes a la noción de raza, contemplan la demarcación/ invisibilización de marcaciones de alteridad, en consonancia con lo que fueron las políticas estatales integracionistas hacia los pueblos indios durante buena parte del siglo XX en naciones latinoamericanas como, por ejemplo, México (Bonfil, 1987).

16 Hay estudios clásicos escritos por académicos (historiadores y musicólogos como Ricardo Rodríguez Molas o Néstor Ortiz Oderigo) sobre la población afroargentina (Frigerio, 2000). La perspectiva teórica culturalista adoptada por estos estudios, se preocupó por rastrear la “pureza” de ciertas pautas culturales, lo cual impidió o dificultó seriamente el análisis de procesos de mestizaje, sincretismo o hibridación cultural, privilegiando la metáfora de la “decadencia” y “desaparición” por sobre la de cambio cultural (op.cit.).

17 Estas reformas constitucionales se sucedieron en países del Cono Sur como Brasil (1988), Colombia (1991), Paraguay (1992), Argentina (1994) y Venezuela (1999).

18 Según nuestro parecer, la consolidación de marcos teóricos que incluyeran una dimensión racial para el análisis específico de la presencia africana y afrodescendiente en Argentina se produjo inicialmente en Buenos Aires, en un diálogo de la antropología con la historia que derivó en la creación del GEALA en el 2010 (Lamborghini, Geler y Guzmán, 2017). Re-conocer esta consolidación de los marcos teóricos no significa de ningún modo des-conocer innumerables producciones académicas previas que, desde procedencias disciplinares disímiles como la antropología, la sociología o la historia, incorporaban la dimensión racial para comprender la formación de la sociedad nacional e incluso consideraban en sus análisis la presencia afrodescendiente en el país. Un antecedente ineludible en tal sentido es “El cabecita negra” de Hugo Ratier (1972) quien en un análisis pionero observó dinámicas racializantes propias de nuestra historia nacional a partir de esta categoría. En nuestro caso, cuando a inicios del año 2000 tuvimos un primer contacto con bibliografía antropológica que abordaba estos temas -en particular una compilación de Frigerio (2000) que reunía investigaciones de posgrado sobre cultura negra en el Cono Sur- aún éramos estudiantes. Frente a la escasez de material y a los ejes sobre los cuales giraban las discusiones sobre estos temas en nuestra formación, incluimos tales temáticas y bibliografías en los ejercicios de investigación de materias metodológicas o en trabajos prácticos para los Sistemas Socioculturales.

19 A diferencia de experiencias, por ejemplo, como la chilena, donde hubo iniciativas importantes de inserción de antropólogos en organizaciones no gubernamentales (Garbulsky, 1991-92), o la mexicana donde la antropología se articuló al proyecto nacional de modernización del Estado posrevolucionario.

20 Frigerio (2006) realiza una distinción entre negros (sin comillas) –aquellos que el común de la gente identificaría como “de raza negra”–, y “negros” (con comillas) que refiere a una clase social baja, usualmente de piel oscura, sin precisiones sobre pertenencia étnica (indígena, afro y/o mestiza) (pp.1). Además, advirtió que quienes en nuestro país son considerados “negros” poseen “en mayor medida de lo habitualmente afirmado tanto por académicos como por legos, ancestros africanos” (op.cit.:12).

21 Mantuvimos entrevistas virtuales con compañerxs de cursado dadas las medidas de aislamiento social y obligatorio determinadas por el Estado nacional y provincial por la pandemia COVID-19.

22 Se refiere a una de las materias denominadas Metodología de la Investigación. Hay Metodología I, II y III y en el último año se cursa Seminario Final. Estos espacios curriculares varían sus contenidos según la orientación que elija cada estudiante (Socio-cultural, Etnolingüística, Arqueológica).

23 La información derivada de las entrevistas con estudiantes desde ya no es conclusiva, sino que, como subrayamos, es una primera aproximación a la discusión que proponemos en el presente escrito. Queda pendiente un análisis más profundo que incluya el relevamiento de los programas de ese periodo de las materias referidas por lxs estudiantes entrevistadxs, así como entrevistas con docentes de tales espacios curriculares.

24 Hacia mediados del siglo XX se publicó la primera “Declaración sobre la raza” (1950) de la UNESCO, sobre todo en reacción a las consecuencias de la II Guerra Mundial (1939-1945). Las discusiones posteriores a tal evento, desacreditaron los planteos racistas de la época y transmitieron que “las razas no existen”, ni como construcción socio-histórica. Estas acciones fueron necesarias en un contexto donde se manifestaron las consecuencias más letales de racismos de Estado y el estatus de la raza era poco cuestionado. Hoy nos corresponde reflexionar sobre algunas de las consecuencias negativas de estas acciones, entre las cuales consideramos que se incluye no poder problematizar los efectos concretos que la categoría de raza sigue teniendo en nuestro cotidiano nacional y, más ampliamente, regional.

25 Además, la concepción de que la raza existe en el campo de lo biológico, pero no determina lo cultural contribuyó a que la antropología latinoamericana abordara muy poco el fenómeno del racismo en sus investigaciones etnográficas (Menéndez, 2017; Restrepo, 2012)

26 El texto al que refiere es “Historia de la esclavitud negra en las Américas y el Caribe” del historiador nigeriano Okón Edet Uya (1989).

27 Nuestras inquietudes de investigación derivaron en tesinas de grado sobre distintas prácticas culturales afroamericanas en distintos contextos nacionales (Alucín y Biasatti, 2015) y luego de posgrado (Rodríguez, 2015; Picech, 2016 y Broguet, 2019). También rastreamos los trabajos de posgrado de Gattari (2016) en torno a las experiencias cotidianas de jóvenes africanos en Rosario, más volcados a los estudios de las migraciones.

28 Esta doble inscripción en el ámbito de las performances afroamericanas y la academia ha sido significativa entre estudiosos que fueron parte de la renovación de este campo en el país, como Frigerio (2000).

29 El clásico texto de Okon Edet Uya “Historia de la esclavitud negra en las Américas y el Caribe” (1989) ya estaba presente en el programa del año 2011 de Sistemas Socioculturales Americanos (Programa Americanos, 2011).

30 Entre nuestras tareas de adscripción sistematizamos discusiones académicas en torno a la diáspora africana en América, atendiendo al recorte geográfico de la materia. Ubicamos cómo el tema se instaló tempranamente dentro de la antropología norteamericana -en diálogo permanente, aunque algo silenciado con intelectuales latinoamericanos-. Respecto al debate sobre la noción de raza/racialización reunimos bibliografía que nos permitió ubicar el contexto histórico de surgimiento de las teorías raciales como artefactos funcionales a la expansión colonialista europea.

31 Con este término parafraseamos dichos del ex presidente Carlos Menem cuando a la pregunta de un periodista en un viaje a los Estados Unidos en 1996 refirió que “en Argentina no había negros” y que “ese problema lo tenía Brasil”.

32 Al momento de transmitir avances en el marco de la adscripción, retomamos debates y figuras que fueron parte de nuestra formación académica para repensarlos a la luz de las nociones de racismo y androcentrismo epistémico. Por ejemplo, en la discusión sobre la construcción de la idea de raza en el siglo XIX que retoma la obra de Gobineau señalamos la ausencia de un intelectual como el afrohaitiano Antenor Firmin. Para algunos antropólogos su “Ensayo sobre la igualdad de las razas humanas”, escrito en 1885 a modo de respuesta a la obra de Gobineau, debería ser considerado un texto fundante de la antropología moderna (Ribeiro Thomaz, 2011) por la radicalidad de su crítica a una de las construcciones sociales más poderosas en la reproducción de la desigualdad. Del mismo modo, revisamos el contexto de producción de la obra de Franz Boas y la relativa omisión de los aportes de intelectuales mujeres afronorteamericanas que colaboraron en sus investigaciones sobre las relaciones entre raza y cultura.

33 En nuestra investigación doctoral abordamos en detalle las dimensiones étnico-raciales que organizaron la construcción de las narrativas familiares entre practicantes de candombe afrouruguayo de Paraná, Santa Fe y Rosario (Broguet, 2019).

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Programa Sistemas Socioculturales Latinoamericanos (2019) Licenciatura en Antropología y Profesorado en Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, UNR.

Programa Sistemas Socioculturales Americanos (1997, 2011, 2016, 2018 y 2019) Licenciatura en Antropología y Profesorado en Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, UNR.

Programa Sistemas Socioculturales Extra Americanos (2019) Licenciatura en Antropología y Profesorado en Antropología, Facultad de Humanidades y Artes, UNR.

Reglamentación del Régimen de Adscripciones (Res. Nº 576/2011 CD)